viernes, 17 de diciembre de 2010

Prohibido usar la imagen presidencial.

Esta noticia sé que es vieja (Gaceta Oficial número 39.556 de fecha 19 de noviembre de 2010). En ella se indica: “que la imagen del Presidente de la República conforma parte fundamental del perfil ilustrativo de la institución presidencial nacional, y como tal debe ser empleada bajo controles que permitan la debida identificación, en cuanto al honorable rol del primer mandatario. Consideré que debía dejar pasar el tiempo para ver cómo y por qué reaccionaban los distintos entes públicos y del oposicionismo.

La respuesta en general, -limitada, gris y rápidamente eclipsada por otros asuntos, como es común en la débil capacidad de memoria y retentiva que desplegamos-, fue de aceptación; unos por hipocresía, por aquellas cuestiones de interés político que recomiendan alabar al jefe, y los otros simplemente porque en su obsesión de no ver al presidente en Miraflores, agradecen silenciosamente el “amable” gesto.

En realidad, ¿Se trata de un gesto ético y de justicia?

Yo creo que no.

Me atrevo a afirmarlo de esta manera, primeramente porque la tendencia burocrática en Venezuela ha sido esa, -la de decretar a destiempo, sin una base formal, que justifique la acción o la omisión de no haberlo hecho antes también, cuando fuese el caso-. En esto, para rematar el asunto, de arrancada solo se prohibió el uso de la imagen presidencial en cualquier publicidad no autorizada por la misma secretaria de la presidencia. Luego, para nada se prohibió el uso de la imagen de cualquier otro funcionario público para promocionar a su vez cualquier acto político relacionado con el ejercicio de sus funciones, por lo que, 1: Se deja ver que la intención no está en el adecentamiento de toda la administración nacional, mediante el apego a la norma legal o al ahorro de recursos. 2: Se deja a un lado la obligación que deberían tener también el resto de los funcionarios a la hora de obviar el uso de su propia imagen en la promoción de obras públicas. Por tal motivo, con la ambigüedad dada a la acción en dicho decreto, 3: No se establece sanciones para quienes hagan de su rostro (y no exclusivamente la del presidente), la imagen más impresa, publicada y abusiva en una ciudad o zona de influencia.

La desfachatez llegó a su máxima expresión en este asunto hace rato, pues he visto en varias ocasiones (como seguramente ustedes han tenido oportunidad de hacerlo), la foto de algún alcalde, en un fotomontaje pegado a los lados de una ambulancia que mas que vehículo de emergencia, parecía tráiler de propaganda electoral, y donde el mencionado alcalde salía vestido (también con montaje fotográfico), con una chaqueta de paramédico, mientras que a su lado, pero con imagen más pequeña, fuera de escala grafica, cual “dúo dinámico”, -como el Robín del Batman estadounidense-, al presidente mismo, “casualmente” con la misma chaqueta de paramédico, haciendo más que obvio el fotomontaje y con ello por supuesto, la falta de cualquier ética y respeto a los ciudadanos. Quizás imágenes como estas, vistas por el mismo presidente, lo habrán hecho reflexionar sobre la publicidad negativa que ellas representan

Creo que este tipo de cosas si merecen una discusión en la asamblea nacional. Sería algo práctico, que estimularía la ética y el buen comportamiento. Por supuesto, debido a esto justamente, será tema arrojado al baúl del olvido. Nada más.

Esta distorsión en la publicidad de los gobiernos llegó en la década de los años 90. La sinvergüencería se hizo pública y festejada por todos desde entonces.

Reflexionen. Esta es una de las cosas que debemos cambiar. Un gobierno publica e informa sobre sus obras para que hagamos contraloría social. No para verle la cara al que la hizo, como si en una perpetua y ofensiva campaña electoral nos encontráramos.

Al ciudadano presidente de la republica le insisto respetuosamente que funcionarios con esta actitud irreverente, por todo el país, resultan ser plomo en el ala presidencial, y estiércol en la boca de los venezolanos. El mal sabor y la enfermedad moral están a la orden.

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