viernes, 9 de julio de 2010

Compra de armamento en Venezuela (II). Cuando la critica interna es más dañina que el potencial enemigo.

El tema lo hemos analizado ya en el pasado, pero su necia permanencia en la palestra publica, de manos de políticos venezolanos que de manera casi cíclica lo usan para desacreditar al actual gobierno constitucionalmente elegido, hace necesario recordarlo, repasarlo y puntualizar lo quizás relevante.

¡Supongo que más de “un analista político” venezolano se estará revolviendo con esta audaz afirmación de mi parte!

Bueno, es que en verdad las adquisiciones militares en nuestro país siempre se han tratado con un doble sentido, y con una doble moral, como seguramente ha sido en los demás países del mundo. Peligroso particularmente resulta ahora en Venezuela, -como les decía-, pues se utilizan las adquisiciones, independientemente de su razón militar, como inspiración para el ataque hacia el gobierno desde nuestro propio territorio, en medio de una noción de estado que no levanta cabeza como estructura única de la nación que en realidad somos o debemos ser.

En lo militar, estamos claros que nunca tendremos (Ni queremos tener) suficientes armas para enfrentar hipotéticamente al EUA que la propaganda gubernamental nos propone como enemigo; igual situación para potencias menores. Somos nación de gente “zanahoria”, que sólo quieren la paz, auque los asesinatos y ofensas diarias parecieran decir otra cosa. (La violencia permitida por el estado, inducida por la televisión, cine y periódicos tienen gran culpa, pero ese es otro tema).

En todo caso, y regresando sobre el asunto, la calidad y cantidad prudente y planificada de sistemas militares si reviste interés cuando de disuasión hacia nuestros vecinos equiparables a nosotros en tamaño y poder se refiere. Por eso este asunto a mi humilde parecer se maneja injustamente, (sobretodo cuando alguien en algún estado o alcaldía no recibe su presupuesto a tiempo), pero se trata el tema como si en todo momento habláramos de una adquisición político-militar compulsiva, para armarnos sin sentido hasta los dientes, cuando en realidad:


1.- El parque militar se hace obsoleto y requiere sustituto válido.


2.- Por lo menos una vez en los últimos 25 años, fuimos víctimas de una agresión extranjera (corbeta Caldas, Colombia), y requerimos tener poder de disuasión equilibrado y efectivo, casado con nuestros valores de convivencia consagrados en la constitución, y como en su momento lo fueron nuestros submarinos, fragatas y sistema aéreo de caza bombardero F-16, en legitima defensa.


3.- El bloqueo comercial de compras de armas y tecnología militar por parte de EUA hacia Venezuela, tuvo ya la histórica y universal reacción contraria, al estimular las compras desde otras fuentes de material bélico, triplicando quizás lo que se gastaría normalmente, debido a ese bloqueo. De no ocurrir esto, y seguir adquiriendo el material de guerra a las fuentes “confiables” y “amigos” de siempre (EUA, Israel, Francia, España, Inglaterra, etc.), nadie estaría levantando tanto polvo con este asunto, y los perros de la guerra tradicionales, seguirían con sus jugosas comisiones, las que ahora tienen en cambio, los nuevos perros. (Es decir, los intermediarios y vendedores-representantes con los nuevos proveedores, que tienen dentro del gobierno y de aparato burocrático aburguesado, sus respectivos tentáculos de interés y decisión).


4.- En comparación con nuestros ingresos como nación, somos el país que por población menos históricamente ha invertido en gastos bélicos en Latinoamérica.


5.- Carecemos de industria nativa (“endógena” como le gusta al presidente) de relevancia, y en todo caso, estamos sin capacidad efectiva para mantener apertrechado a las fuerzas de defensa en caso de un ataque prolongado con material producido en el país, requiriendo la continúa adquisición del reemplazante actualizado y necesario.


Por último, recordemos que el problema no es lo que se invierte en armas, sino lo que se pierde, roba y desvía en otras actividades del gobierno y el estado, lo que hace ver como que nunca termina de alcanzar el dinero para nada, y de allí que algunos políticos oportunistas o desencajados de toda realidad, se llenen la boca afirmando erradamente que el dinero gastado en defensa, debería dedicarse a hospitales.

Es como si ustedes dijeran que debemos dejar de gastar en el seguro del automóvil, porque hay que dedicar ese dinero a la póliza del seguro médico familiar, debido a que el presupuesto dedicado a ello originalmente se lo gastaron en un viaje de placer fuera de toda programación. Algo así. ¿Ven donde está la falla?: ¿En que quieran proteger su automóvil, o en el lujo que se dieron sin medir los gastos implicados y las consecuencias a la hora de atender las necesidades medicas?

La sindéresis es tan necesaria como la planificación responsable, y las declaraciones prudentes, de parte y parte en el actual escenario político del país.

Mientras llega la paz universal de la mano de las creencias que cultivemos en nuestros corazones, les digo que las armas no nucleares, biológicas o químicas, son necesarias, más no su uso.

El resto de este asunto, debe circunscribirse a la sensatez, la honestidad y la selección adecuada de los sistemas militares necesarios para mantener la estructura de defensa, sin estridencias ni acusaciones que en realidad, rayan con la verdadera traición a la patria.

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