A eso me refiero con el título; cuando un pueblo en expresión soberana, decide liberar a un delincuente, con tal de matar a un inocente. (¿Recuerdan el pasaje cristiano cuando el pueblo judío entrega a la muerte a Jesús?). Nadie se ofenda por favor, se trata de simple historia; historia de una decisión de un pueblo soberano.
¿Qué hace que una coyuntura aparezca entre los miembros de una nación?; ¿Qué injusticia sirve de combustible para que el "calor" de una asamblea popular, expuesta al "oxígeno" de un líder o vocero, prenda la llama que consume en combustión explosiva a una sociedad?
¿Saben que es?; simplemente, que los reclamos individuales, transformados en colectivos, no sean escuchados y atendidos, por aquella parte del pueblo convertida voluntaria, permanente, o eleccionariamente, en funcionario y servidor publico!
Qué contradicción tan grande!; ¿El pueblo se hace el sordo ante si mismo?. Cómo se puede perder el sentido de la aplicación de la ley y su regla hasta el punto que esto pueda suceder?; ¿No quedamos en que el no cumplimiento debía suponer castigo inmediato?; ¿No hablaba Simón Bolívar de eso, hace tanto tiempo?; ¿Dónde nos volvimos viciosos y no hemos sido capaces de admitirlo?; ¿Cuándo lo haremos?, ¿Cuándo aceptaremos que somos como los dependientes de alguna debilidad?; ¿Cuándo nos pararemos frente a todos para reconocer que hemos caído en el vicio de la viveza para no aceptar que por encima de la ley solo esta Dios?
Son muchas preguntas que, como pueblo, debemos respondernos y admitir.
Si tenemos un lado perverso y oscuro, ¡nunca lo erradicaremos hasta tanto, lo enfrentemos!
Mientras, seguiremos eufóricos, creyendo cuanta alabanza y salamería nos digan, pagando nosotros las bebidas de los demás en esta borrachera, y permitiéndonos creer que matando al inocente, y quedandonos con Barrabas, las cosas mejorarán. (Por favor, esto sin ningún tipo de alusión a grupo o persona, en el pasado o presente Venezuela...)
Como dice un texto sagrado, y me disculpan por favor la imprecisión: "llegarán los lamentos, y el crujir de dientes"...
Por eso nuestro caminar será cada vez mas sólido, firme y decidido, únicamente en la medida en que hagamos de nuestra constitución y sus leyes, aquella vela que impulsa el gran barco que nos lleva a todos en la dirección correcta, siempre aprovechando el aliento de Dios, alejándonos de aquello de que..."los pueblos soberanos, pueden meter la soberana pata"
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