jueves, 30 de julio de 2009

Los círculos concéntricos expansivos de la pobreza, (o cuando la miseria engendra mas miseria).

Este va a ser un tema nada sencillo de digerir, por decir lo menos. Difícil por ser tristemente real, erguido como pilar de miseria en nuestra sociedad tercermundista.

Se trata de la pobreza, de la que todos hablamos, muchos hemos experimentado, y de la que demasiadas personas nunca se alejarán.

Ella huele a ignorancia, a limitación, a incapacidad para hacer realidad los sueños.

La falta de educación genera pobreza; y esta genera mas falta de educación. En una nación donde las ciudades se visten de modernidad, sin bañarse antes de sensatez, difícilmente puedes recorrer mucho sin tropezar con la mas escandalosa pobreza económica y moral. Si sigues andando, notarás algo particular: Las barriadas van sucediéndose, en la misma medida en que la miseria se incrementa y desbarata las estructuras sociales que nos estimulan a crecer y superarnos. No verás una misión “urbanización por barrio”, o una misión “reubicando pueblo con dignidad”, junto con una misión “rescatando espacios de recreo”

Más de un político se ha "contentado" con llevarle beneficios al pueblo que vive en esas condiciones, pero detrás de la fanfarria, solo es suficiente para que sobrevivan en ese hueco de donde no pueden salir.

Definitivamente, en este tema, sin importar como lo abordemos, seguramente terminaremos pecando de superficiales, aunque no por ello, deberemos dejar de mencionar lo básico que identificar en esto y por donde comenzar a corregir.

La permisividad y la tolerancia a la violación recurrente de las leyes, es el primer problema que causa el afianzamiento de estos círculos de miseria alrededor de las ciudades, ya mal planificadas desde hace décadas.

Ya Bolívar lo establecía con claridad hace mucho:

“La impunidad de los delitos hace que éstos se cometan con más frecuencia, y al fin llega el caso de que el castigo no basta para reprimirlos.”

Esos grupos de “venezolanos” marginados en extremo, que no son atendidos por el estado nacional, sumado a los extranjeros ilegales que sin temor a las inexistentes deportaciones, se apropian de las tierras ajenas y los servicios públicos de los alrededores, y que proceden a reclamar cualquier cosa como si derecho a todo aquello tuvieran, mientras que mal educan a los hijos nacidos en esas condiciones, logran el terrible efecto de que la miseria se transforme en alimento de ella misma, haciéndola permanente, más profunda y virulenta con el tiempo.

La mala educación, y la falta de valores, reforzados por la permisividad mencionada, más la complacencia del estado, ocupado en asuntos mas “épicos”, degenera finalmente en males como la promiscuidad sexual, la falta del control de natalidad, las familias disfuncionales, la mala capacitación para trabajos dignos y la aparición de antivalores e influencias extranjeras que terminan por predominar sobre lo venezolano, haciendo de todo aquello una mezcla venenosa, con el que por incompetencia y falta de sensibilidad, se termina “fertilizando” la ya malograda nación.

El fruto dañado no tarda en emerger, para darle continuidad de esa manera, a la descomposición social. Nuevas barriadas, mas pobres e incultas aún, surgen a lo lejos, como círculos concéntricos que se alejan de su centro, desfigurando en ellas el rostro del país que creíamos conocer.

Muchos compatriotas esperan, -sin dejar eso si, de trabajar duro por su subsistencia-, de la mano que los libere de aquella distorsión social en la que viven. La reconquista de esos espacios es tarea pendiente por ejecutar, y la dignificación de aquellos que lo anhelan allí donde viven, debe ser atendida.

Cada día desperdiciado en atender este importante asunto, permite que se traiga al mundo a otro venezolano, cuya madre quizás, de apenas 14 años, no contara con el apoyo adecuado, ya que a su vez, su madre, que podrá tener a los sumo 30 años, no conoció tampoco ni la guia de su familia, ni la mano responsable del estado, lo cual deja en claro que no podemos ni exonerar a los gobiernos es su triste desfile por el tiempo, ni a cada venezolano que dado cuenta de ello, ha guardado silencio.

Es menester comenzar a buscar correctivos: el control de natalidad es uno de ellos, y la gratuidad de la esterilización para ambos sexos debe ser piedra angular. El estimulo a la educación obligatoria sin faltas ni deserción de todo aquel de menos de 18 años de edad, y deseable en los mayores a esa edad, debe cumplirse con férrea voluntad. Debemos establecer plazos estrictos para lograr esto, y habilitar funcionarios justos y diligentes que pongan orden en los mismos plazos de tiempo, a lo que nunca debió ser parte del desorden. Todo esto acompañado de una campaña de información y refuerzo de los valores a través de todos los medios de comunicación; reconversión de tierras de acuerdo a una planificación, y el castigo ejemplarizante para todos aquellos que pretendan burlar el imperio de la ley. Los extranjeros ilegales, deberán ser procesados: aquellos que incurrieron en delitos, repatriados a sus orígenes, y los honestos, que son los que mas, invitados a unírsenos bajo las normas venezolanas.

Insisto en el asunto de los plazos de tiempo estrictos; ello es porque el problema de montarnos en el concepto de las revoluciones, es que estas no tienen tiempo de conclusión, eternizándose en sus procesos, que terminan ahogados en burocratismos y en su propia necesidad de improvisar para mantenerse en el tiempo.

Bueno, ¡No esperen que resolvamos todos los problemas en este blog!. Extendernos seria fútil; lo básico esta planteado ya. ¿Aún necesitan aclarar lo básico?: ¡Les sugiero que tomen su libro sagrado de Dios, la constitución, y las citas de S. Bólivar, para así construir el fundamento mas formidable de la historia!

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