(Es una pregunta previa y necesaria a la de “¿Es la nueva prosperidad en Venezuela, una ilusión suficientemente buena con la cual vivir?”)
La pregunta que viene por titulo quizás es más propia de ser abordada por un sociólogo que por un politólogo, y aunque no soy ninguno de los dos, siempre he partido en este blog desde la posición de ciudadano (además de que no soy graduado precisamente en esas disciplinas), por lo que considero que es buen momento para que exploremos esta pregunta que más que una interrogante, describe en sí misma una encrucijada social y existencial en Venezuela.
En nuestro país la situación es única, y lo es porque luce como la etapa final hacía donde más de un país latinoamericano se dirije, aunque seguramente pocos de ellos logran entenderla y mucho menos admitirla: no necesitó el régimen venezolano apelar a la absoluta censura de Nicaragua y Cuba; bastó con lograr una mezcla inteligente y perversa entre apresamientos selectivos, compra de medios de comunicación y condicionamiento de licencias radioeléctricas (para estimular la autocensura), perseguir y amedrentar a los pensadores libres y maquillar el sistema electoral con el aval del resto de los poderes, al tiempo que manipulaba la economía del país para que con el empobrecimiento general y la exacerbación del clientelismo, poder conseguir el hacerle perder peso especifico y de forma progresiva a la población en sí misma como factor de cambio, con lo cual el país "enmudeciera" por la vía del exilio, la migración espontanea y la apatía generalizada, a tenor del mantenimiento artificial por parte del Gobierno, de una oposición no mas peligrosa que un petardo mojado en el suelo.
¿Sin un movimiento masivo del pueblo venezolano, o sin una intervención militar extranjera decisiva, puede cambiase el paradigma en el cual vivimos?
La respuesta a esto pasa por resolver la encrucijada existencial que permita concretar un liderazgo de oposición real, y que lo será porque se oponga a través de un modelo de gestión y de valores diametralmente opuesto a lo existente en la Venezuela actual como mecanismo de poder y control, lo que implica que debe superar los escollos que significan la apatía generalizada, la escasa comunicación activa a cuenta de la infiltración del aparato de espionaje cubano-venezolano, la inseguridad personal y la “robusta” estructura corrupta que sustenta al país, además de una fosilizada visión del derecho a liderar, que entuba y condena a través de ella a quien lo intente a la premisa de tener que ascender por el sistema de partidos políticos remanente en el país, que en todo caso están sujetos en sus cúpulas a los más recalcitrantes protagonistas inamovibles. NOTA: Hacer lo que en su momento hizo Chávez, (enamorar a la gente vía la intentona golpista), es el otro mecanismo válido, aunque altamente improbable al día de hoy, por las mismas razones antes mencionadas.
Obviamente la opción tampoco pasa por la creación de un nuevo partido; esa es una tarea inviable en el contexto de un sistema de participación condicionado por el mismo régimen que gobierna nuestra colonia.
Son estas cosas entonces las que parecen levantarse como cordilleras de dificultades "imposibles" de cruzar, y que a ojos de los mas tímidos para intentarlo, hacen atractiva la “opción” de la “transición pacifica y democrática” enarbolada por la actual “oposición” que negocia sin ningún elemento de fuerza real, en México.
Así, el circulo no deja de retroalimentarse, con la única conclusión posible de que a esta tierra venezolana, le toca vivir el árido trabajo de cruzar el mas estéril de los desiertos mientras no consiga nuevos y determinantes liderazgos que no estén atados de manos, y que hayan logrado previamente superar la crisis existencial que el miedo ha instalado permanentemente entre nosotros.
No hay oposición, porque el miedo a lo que se puede perder en lo personal, es más grande que la certeza de lo que se puede lograr colectivamente.
...De no ser así, ya la actual oposición, liderada por un "claro" y "estadista" Juan Guaidó, estaría gobernando y reestructurando el país mediante una Junta de Gobierno, mientras que hacía del juicio oportuno a los responsables y la recuperación de los robado, sus banderas de esperanza y fe en lo posible, de nuestra propia mano.
Obviamente, lo escrito en el párrafo anterior, es sólo una fantasía.
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