martes, 17 de mayo de 2022

No, la industria petrolera venezolana no necesita miles de millones de dólares para su reconstrucción.

 

Necesita es de un cambio en nuestra manera de pensar, de organizarnos y de administrar al país.


Toro Hardy probablemente no deje de tener razón en cuanto a la cantidad de dinero que pudiera necesitar la industria petrolera venezolana cada año y durante varios de ellos para remontar al menos dos décadas de retroceso, desidia y negligencia, y así nivelarse en algún punto que consideremos razonable a la luz de nuestras necesidades de desarrollo, y de las realidades energéticas del mundo que ahora existe.


De lo que carece Toro Hardy es de la constancia e insistencia en el eje de todo lo que acontece y padece el país: La perdida de conexión total entre los valores que consideramos loables, y la administración del poder a través de un Estado que velara por la prosperidad de la población, bajo un único estandarte: el de la propia ley.

Todos los que piensen y actúen como Hardy, insisten en centrar los indicadores de prosperidad en términos exclusivamente económicos, aunque como veíamos en el anterior articulo, no lo hacen bajo la premisa de una economía donde predomine la administración de la casa donde vivimos, sino de aquel torpe concepto que descontextualizado del valor humano de la existencia misma, se limita a medir todo en términos de dinero en movimiento.

Dinero en movimiento” es lo que ha tenido este país en los últimos 50 años, (por decir sólo un pequeño numero redondo), y ya vemos a dónde nos ha conducido eso: a la debacle y a la ruina de la mayoría no solo en terminarnos de verdadera riqueza circulante (dinero legal, productividad, vibrante mercadeo nacional e internacional, programas de desarrollo sostenibles y en marcha permanente), sino también de aquellos valores que fueran efectivamente defendidos, cultivados y honrados por una población aglutinada sobre un solo concepto de sociedad sensible pero pragmática.

El mismo Toro Hardy puede incluso que sea uno más en ese archipiélago de grandes hombres y mujeres que en nuestra tierra resguardan los mas hermosos valores humanos de ciudadanía y amor, pero al menos en lo “económico”, no hace más que hablar encasillada y limitadamente sobre una supuesta prosperidad a través del mejoramiento de una industria petrolera que de darse hoy, sabemos que con el resto de las condiciones actuales presentes (invariables en los términos de quienes manejan, disponen y gozan del dinero y el poder del país), no serviría para otra cosa que para hundirnos en la vergüenza por lo que aún hoy, casi parece que aupamos a que ocurra. Es en eso en lo que rueda por el piso miserablemente opiniones entubadas como las que casi en exclusiva, vemos por los medios venezolanos.

Por esa razón, no coincido con Hardy, y les invito a mirar con ojos críticos a personajes que como él, buscan cegarnos de la verdad completa, para ofrecerse siempre como guiás “útiles y desinteresados” de los demás, aunque al final no sirvan mas que para extraviarnos aún más.


No crean en nadie que como él, haya tenido protagonismo de alguna manera en la historia que nos trajo hasta acá; no lo hagan, PORQUE NINGUNO DE ELLOS ha admitido los errores, reconocido sus fallas, ni mucho menos, se ha puesto a la orden de la justicia para ser investigado.


¿Se preguntan por qué seguimos en este marasmo?: Precisamente por eso, por que nadie reconoce nada de lo que nos ha traído hasta aquí. He allí nuestra tragedia.


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