Me gusta esa afirmación de la “precandidata a candidata” de la oposición. Este artículo publicado en la web, tomado a su vez de una entrevista que le realizaron en el canal de noticias venezolano Globovisión, la considero desde todo ángulo, otra “joya” por su contenido; una verdadera revelación para quienes quieran ver. Veamos por qué.
Una vez más, permítanme hacerles llegar el artículo completo, con los debidos numerales insertados entre paréntesis, para relacionar con ellos mis comentarios de manera puntual, para vuestra lectura. Luego seguimos en el análisis:
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La precandidata a las primarias presidenciales por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), María Corina Machado, advirtió que el dilema que viven los venezolanos es decidir “si seguimos en una sociedad humillada o si nos paramos a luchar por la dignidad” (1).
Machado reiteró que el principal problema que se enfrenta en estos días es de valores (2) y que dependiendo de cuáles son los valores de quienes gobiernan el país, dependerá el rumbo (3). Asimismo, la candidata a las primarias calificó de humillación que se pretenda gobernar al país desde Cuba (4).
“Este es un momento donde estamos desesperados por tener referentes éticos en la política” (5), acotó.
Machado expresó que los venezolanos deben “elegir un Presidente que tenga claro lo que quiere el país” (6), y destacó que no es suficiente con darle oportunidades a los menos favorecidos sino con prepararlos.
Entre sus propuestas, Machado aseguró: “Jamás usaremos el petróleo como chantaje para crear diferencias o castigarlas (7). Seremos solidarios con los países latinoamericanos, pero sin olvidarnos de los venezolanos” (8).
Globovisión, 26-07-11
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(1): …“si seguimos en una sociedad humillada o si nos paramos a luchar por la dignidad”. Ojala fuera tan simple como darle respuesta a esa afirmación; el problema principal estriba en que primero, hay que definir que es una sociedad humillada, y segundo: que define ella como “pararnos a luchar por la dignidad”. Si a los primero se limitan a definir como humillación, el que nos dirijan desde la Habana, y ello le da ese sentido por tanto, a la lucha que hay que dar por la dignidad, pues quedamos en las mismas, porque desde mi punto de vista, que nos guíen desde Washington no es menos humillante, ni menos valido para luchar por la dignidad. Incluso, ser gobernados desde Caracas, pero siguiendo órdenes de empresarios y poderes económicos varios, que indudablemente tendrán ramificaciones hacia otros países, es igualmente humillante. Vale pues decir, que no se puede expresar en escasas y cortas frases, lo que el país requiere para su verdadera independencia; una que por cierto, siempre estorbará e irritará a más de una nación poderosa.
(2). Coincido en que tenemos un problema serio de valores, y eso lo he convertido casi que en el eje de este blog; sin embargo, queda por ver qué cosa es lo que definen como valores que por no resaltar, son considerados un problema. Eso lo hemos establecido hace bastante rato, y considero que si lo hemos hecho nosotros por estas vías, los precandidatos deben establecer con nombre y apellido, cuáles son esos valores que consideran, faltan o deben ser reforzados o cuales execrados. Expresiones “genéricas” solo compran votos “genéricos”, y por lo menos, el mío no lo es. ¿Y el de ustedes?
(3). ”…que dependiendo de cuáles son los valores de quienes gobiernan el país, dependerá el rumbo”; creo que esta afirmación precandidatural, sintetiza especialmente la mentalidad que reina en los políticos venezolanos; es como el manantial de donde emergen, sin esfuerzo alguno, las razones que explican el por qué estamos como estamos, y el por qué con estas personas no caminamos senderos de sensatez.
Permítanme repetir la frase de María Corina machado. “…dependiendo de cuáles son los valores de quienes gobiernan el país, dependerá el rumbo”. Obviamente, esto lo dice porque de seguro sus valores si garantizarían un rumbo exitoso para el país. Sería una afirmación valida y coherente viniendo de ella o de cualquier aspirante a la silla de Miraflores.
Pero hasta allí.
Ella, como muchos otros políticos que ven las cosas de esta manera, en ambos bandos políticos, es de quienes debemos cuidarnos en extremo, y lo digo porque según esta “cosmovisión” de lo que Venezuela es, fue y será, la cosa depende de quién nos gobierna, y no de que constitución esté instalada como soporte fundamental de nuestra sociedad republicana.
No hay otra interpretación queridos amigos; no la busquen, no ofrezcan excusas y explicaciones en su nombre. Su esencia política, su interpretación del momento social es ese, y no es necesario interpretarlo fuera del contexto que ella estableció con carácter determinante. Según ella, la cosa depende del que se siente allá. ¿Hay mentalidad más presidencialista que esa?
Nada más contrario a lo que yo entiendo como gobernante; aquel o aquellos que han sido asignados temporalmente para ejercer las funciones “operativas” de la letra viva escrita en una constitución que es de por sí, alma escrita de la nación. No es al revés; Mal hace una nación dejándose llevar por el ímpetu personal de quien es elegido como gobernante en nombre de la mayoría; allí radica una de nuestras mayores miserias y debilidades. En ella convergen el poder y el gusto por este; la ley y la capacidad de muchos para transgredirla; la verdad que por ser comedida, no habla tan duro como la mentira que exagera sin cesar.
(4). Volvemos a Cuba; ¿Ser manejados por ellos es más humillante que ser manejado por los estadounidenses?; ¿Ser manejados por ellos es menos ultrajante que dejarnos guiar por cualquier cosa que no sea exclusivamente nuestra constitución y los valores reflejados en ella?; ¿Como alguien que se fotografía con tanta satisfacción con Bush hijo durante su mandato, puede asomarme alguna garantía de que nuestro “gobierno” no se va a “mudar” solo un “poco” más al norte?
(5). El “desespero” mencionado por ella en otro sentido, es el que yo establezco como desespero por tener que dejar por un segundo más, que la política, sea el referente de nuestro comportamiento republicano. Ello conlleva la aparición de líderes presidencialistas, que no son más que sustituidos por otros “lideres” con las mismas características. Eterno y morboso ciclo vicioso.
(6). No se trata de elegir a un presidente que sepa lo que quiere el país, sino de elegir un presidente que cierre la boca y haga cumplir lo que está escrito en la constitución y las leyes. Nada más. No nos interesa cualquier palabra emitida por el presidente, que no esté orientada exclusivamente hacia eso. Si no va abrir la boca para decirnos que tenemos que bañarnos con humildad y aceptar tantos errores y tanto camino andado sin rumbo y valores claros y fijos, mejor que deje sus labios sellados.
“Elegir a un presidente que sepa lo que quiere el país”, es en realidad el nombre de un juego de azar en el que la sociedad venezolana a perdido todo menos la inocencia, y esa solo la perderemos el día que por fin aceptemos que somos gente con un vicio crónico, que necesita de un “perdedores de oportunidades anónimo” donde admitir tal problema, y junto con otros, buscarle solución. (Como si de alcohólicos anónimos, se tratara).
(7). “Jamás usaremos el petróleo como chantaje para crear diferencias o castigarlas”.
Se debe reconocer en justicia, que nuestro gobierno utilizó el petróleo como medio de presión política, por lo menos en el caso reciente de Honduras, aunque la lista tiende a prolongarse a medida que evaluamos las actividades venezolanas en Bolivia, Cuba, etc.
Sin embargo, no por ello podemos caer en hipocresías. Si nos alineamos con EEUU, y guardamos el silencio característico de los ochentas y noventas, no seremos menos cómplices del uso del poder para crear diferencias y castigarlas, usando las palabras de la diputada, ahora precandidata.
(8). “Seremos solidarios con los países latinoamericanos, pero sin olvidarnos de los venezolanos”. Si lo interpreto literalmente, no se olvidará de los venezolanos, y tampoco de los países vecinos. ¿Cuál será entonces el centro de interés de su hipotético gobierno, sino somos los venezolanos ese eje de dedicación?
Insisto: No vayan a salir a interpretar por ella lo que de su boca salió. Eso lo hacen muchos cada vez que el presidente habla, y estamos claros en que es una costumbre molesta y alcahueta, por decir lo menos.
En medio de toda esta reflexión, se me ocurre que debería haber una ley que establezca que en el momento en que un diputado se dedique a otra cosa, como a la “pre” campaña para un cargo distinto para el que fue electo, debería renunciar a sus funciones, aunque en el fondo, éticamente hablando, ellos solos, sin señalamientos previos, deberían renunciar.
Si hubiese decencia integra, ello sucedería.
No muy lejos de estas posiciones están los diputados que alcanzan meterse en el poder ejecutivo como ministros. Aunque su renuncia si es efectiva y publica al cargo legislativo, su renuncia a lo ético y a sus compromisos adquiridos, no lo es.
Solo una monumental montaña de objeciones se levanta ante nosotros cuando vemos el actuar de nuestros políticos. Que trágico momento de la historia humana aquel donde la humilde función del que trabajaba por los demás, se unió en una prohibida relación con el interés personal y de los grupos humanos para concebir aquella aberración que llamamos política.
Utopía es la palabra que inventaron los políticos resultantes en aquella temprana historia, para definir lo que el espíritu del hombre no podría alcanzar ya.
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