A propósito de los diputados que saltan la verdadera talanquera:
“Los que una vez electos para funciones durante una cantidad especifica de años, renuncian a ello ante la posibilidad de detentar cargos políticos jugosos y de mayor rentabilidad (!), sin mediar en esto algún sentido ético y de honor hacia los electores que depositaron su confianza en ellos”
Definitivamente, quiero concebir la buena política como una cosa que siempre esta por delante de los actores del momento; solo así se puede tener esperanza en que las cosas mejoraran.
Lo digo porque al ver como los actuales diputados comienzan a despuntar en sus futuras intenciones político partidistas, relacionadas con cargos para los que no fueron elegidos, pero para los cuales no guardarían reparo en dejarlos abandonados con el fin de seguir escalando posiciones de poder (entiéndase hacia “cargos ministeriales, alcaldías, gobernaciones o incluso el cargo presidencial”).
Posiblemente estas cosas, queridos compatriotas y amigos del mundo, una vez más debamos forzarnos a verlas mas allá de lo inmediato; mas allá de la consecuencia a una acción o a una omisión por parte de nosotros como colectivo nacional.
Estar unos pasos mas allá de quienes detentan el poder, con “la ceguera” de un futuro que no les pertenece, o de quienes con ofuscación, buscan asirse al poder para quizás no saber hacer algo mejor que los que ahora lo tienen, es tal vez una de nuestras escasas alternativas para realmente lograr estructurar una secuencias de pasos sensatos hacia el inmediato futuro; aquel para el cual solo estamos autorizados por las generaciones aun no nacidas.
Ver como un diputado elegido por lista, se uniforma de militar, a la conveniente sombra del presidente, para decir que volverá a gobernar (Estado Zulia), o como un burócrata de gobierno sustituye a dedo a un gobernador (Estado Apure), sin seguir el protocolo legal a tal efecto establecido, deja ver en verdad las “costuras” por donde el gobierno del actual ciudadano presidente, poco a poco deja escapar las carencias que como venezolanos todos ellos, no pueden seguir ocultando y reteniendo a lo interno, la complicidad y la costumbre de nuestra “vivacidad” criolla.
La persistencia de una actitud orgullosa y terca que reta al mismísimo tiempo y que no quiere ver más allá de sus narices, es el síntoma más claro y fuerte de la anarquía que atravesamos; es nuestro síntoma mas claro de “debilidad infantil”, si me permiten la expresión.
Infantil, porque solo los mas chicos se empecinan de tal manera sin tener la razón.
Como hemos comentado en el pasado, ver a ambos “bandos” pelear en el mismo cuadrilátero que demarca la nación toda, no es más que ver la inutilidad hecha razón de vida.
¿Cómo explicar que el futuro está más allá del actual presidente y más allá también de los actuales candidatos que quieren jugar a “ser presidentes”?
La actual asamblea nacional no es mejor ni peor que la anterior: Es fundamentalmente la misma cosa, pues se guía por iguales limitaciones conceptuales en lo que a una Venezuela republicana y una venezolanidad, se refieren.
Por eso vemos, -y seguiremos observando-, como ciudadanos diputados, alcaldes o gobernadores, continúan y continuarán saltando las “talanqueras” de lo honroso y lo ético.
Como aquello que en el pasado se hacía por palabra empeñada y no necesitaba por tanto, de escrito alguno que lo probase, así quedó en una especie de “historia nunca vivida pero si muy anhelada”, aquella visión donde los hombres y mujeres de vida política nacional, actuaban como servidores públicos honestos, ejemplares, implacables ante las faltas, capaces de inspirar a la generación que crecía a su sombra.
Ninguna “sombra” quedó en este desierto de esperanzas ahora invisibles, y por eso como comentábamos hace unos días, las nuevas generaciones han tenido que levantarse en medio de carencias, mientras ven a muchos de sus mayores, tan solo delirando ante la sed que una tierra árida y sin vida ha dejado, incapaces la mayoría de ellos, de ofrecer con su propio ejemplo, una guía sobre el camino a seguir.
Venezuela se desdibuja no solo en identidad; también lo hace “cromáticamente”, al convertir su visión social de republica, en una alternancia de propuestas políticas en negros y blancos, que a lo sumo, crean una muy limitada variedad de tonos grises, todos ellos descalificados por los autonombrados dueños del blanco y del negro. Esta es otra manera de describir la profunda polarización que vivimos, y que no nos lleva, como se empeñan en querer afirmar ambos extremos de los actores políticos, “a mejores caminos revolucionarios”, o “a cabalgar alternadamente entre las miserias del infierno”, por culpa de fulano o mengano, según el punto de vista político.
Ambas partes están conceptualmente equivocadas por manejar solo un fragmento de la realidad. Ambas partes desean sinceramente mejorar la situación completa del país, pero ellas dos también trastabillan con los mismos obstáculos, formados estos a su vez por los “agujeros” que dejan tras de si, cosas como la carencia de identidad nacional, o la pobre, complaciente, malcriada y desenfadad manera de aplicar aquello que interpretemos como justo.
Son todos ellos, dado ya el tiempo que tienen en esto, solo “muchachos jugando a que tenían poder”, y con el, la razón por la vía automática de la fanfarronería.
Ambos bandos en la asamblea nacional dejan mucho que desear: Un bando hace gala de toda una línea interpretativa ajena a ellos, nacida exclusivamente de la mente metamórfica, cambiante con cada día que amanece, del presidente de la republica y sus consejeros a lo largo de 12 años, mezclada con las carencias políticas personales de cada uno de ellos, propias de sus generaciones, mientras el otro bando se aferra como pueden y entienden, al viejo modelo de gobierno*, como un naufrago superviviente se aferra a los restos que quedaron flotando a su alrededor. Como el que tal, estos no entienden cabalmente el origen de lo sucedido, y por ello, como el bando anterior, no pueden construir una imagen coherente de la realidad toda del país.
(*): Modelos suscitados en los 60´s y 70´s (los 80´s y 90´s se “perdieron” en la inercia que produjo el empuje de las anteriores décadas)
Si a esto le agregamos nuestra propia incapacidad para ver estas cosas hasta hoy, pues tenemos completo el melancólico cuadro venezolano presente.
Pese a esto, les digo algo: ¡No se desanimen!
Recuerden por favor todo lo que hemos conversado y vivido; recuerden lo que están sintiendo con lo que sucede a vuestros alrededores, y noten que las primeras avanzadas del mejor futuro, ya caminan entre nosotros. Quizás es necesario permitir el desgaste final de ambos modelos, limitaciones de hombres y mujeres con las carencias heredadas y sumadas de una guerra de independencia, una guerra civil segmentada, un par de dictaduras, mas una parodia democrática llegada a nosotros desde los años cincuenta y vigente hoy día, han producido, para que finalmente, ya desnudos y vergonzosos todos, nos abramos a Dios, a la Justicia, y a la sensata venezolanidad.
En algún momento deberemos mencionarles a los diputados y demás funcionarios, que estos no han sido elegidos para montarse en una plataforma desde donde saltar a nuevos cargos para los cuales no fueron llamados; si no hacemos un llamado a la unidad nacional mas allá de cualquier ideología presente, mas divorciadas de la venezolanidad y la constitución que nunca, como figuras que en realidad deben ser más sagradas que ellos mismos, no lograremos mayor cosa. La improvisación es popular en Venezuela, porque no requiere esforzarse en pensar en sus consecuencias; ello es casi natural en una sociedad que vive para lo inmediato; eso se yergue como un monumento a la condena de todo un país, y la dimisión de sus funcionarios, buscando mejores puestos, no hace más que acelerar su ejecución.
Sirvan para terminar, las palabras de Simón Bolívar:
“Los empleos públicos pertenecen al Estado; no son patrimonio de particulares. Ninguno que no tenga probidad, aptitudes y merecimientos es digno de ellos”
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