Hay esfuerzos positivos que por mas coordinados y contundentes que comiencen, finalmente los vemos revueltos con los fracasos, mientras se pierden todos juntos en las oscuridades de la futilidad. En eso queridos compatriotas, muchos de nuestros esfuerzos se parecen a los chorros de agua en un sanitario, que luego de dar vueltas y vueltas a determinado caudal, únicamente terminan mezclados con los excrementos, perdiéndose de vista ambos por el mismo oscuro y retorcido agujero.
Esto lo traigo en este momento, porque los pretendientes al cargo de candidato presidencial y “saltadores de talanquera” que ahora emergen como maleza después de una solitaria lluvia, pueden ser como esos mencionados chorros de agua, que ciegos todos ellos, se mezclan sin saberlo con nuestros peores errores, casi garantizando así, una rápida e inútil salida de escena.
Pero, ¿y si su salida de escena no fuera rápida?; ¿Y si la pieza sanitaria está un poco tapada u obstruida?
Bien, en ese caso, quizás tendríamos ante nosotros, una nueva, aunque no sabemos qué tan larga, odiosa etapa de aprendizaje, donde de ganarle alguno de ellos al aparentemente sempiterno ciudadano presidente en ejercicio, quizás nos encontraremos sumidos en un estado de “repulsión” hacia lo que la vieja política fue, y hacia lo que la política chavista, y su creador, serian en esa situación. Estaríamos quizás ante esa paradoja donde el hastío seria el común denominador para ambas corrientes de pensamiento; una nueva izquierda pueblera, golosa de petróleo y del dinero recaudado a través de la variada gama de impuestos que se pechan en el país, todo esto mas mezclado con nuestra viveza criolla que nunca, se levantaría como el siguiente “corredor” en tomar el testigo de esta carrera que solo perdedores tiene. La derecha se seguirá sentando sobre sus cifras de ganancias, haciendo alarde de los trucos y dineros necesarios para mantener su maquinaria en funcionamiento, con corrupción e injusticia como principal lubricante de toda aquella refinación odiosa en la que la política de centro derecha se ha convertido. Negocios sucios, uno atrás de otro, impregnan todo la estructura de gobierno y el alma de quienes tienen acceso a ellas, desde secretarios y funcionarios medios, pasando por muchísimos consejos comunales y terminando en las manos arregladas y limpias de los ministros con sus bolígrafos “Mont Blanc” de oro.
Cuando obran de esta manera, (y no como aquel par de zapatos que, más que por ellos mismos, -izquierdo y derecho-, es quien los calza el que con su dominio puede andar en línea recta), tenemos que una corriente política necesita a la otra; izquierda sin derecha no serian más que aburridas y predecibles reflejos opuestos, uno del otro, con un punto común de accionar, allí donde como en un espejo pegado a una superficie y su reflejo, están unidos. Tan predecibles como el bien y el mal, el antagonismo de estos campos políticos se levanta como decíamos hace rato, en terreno odioso donde experimentar y aprender; allí donde la nación toda asume sin saberlo, cada una de las consecuencias de sus actos y omisiones. Sus éxitos, y sus terribles fracasos.
Los extremos políticos siempre tendrán en su contraparte, al culpable de sus propios errores.
De los extremos, por su sola existencia, nace el fanatismo. De su radicalización se alimenta, con la misma intensidad que Romulus y Remus se alimentaban de la loba que los acogió, y como la historia de estos, la nación se verá sometida a la violencia de su conflicto.
Así como el egoísmo y el peligro de muerte terminaron lanzando a los gemelos de Rea al rio donde la loba Luperca los consiguió, (en la mitología romana), así las limitaciones (voluntarias o no) de los actuales actores políticos, como de los menos que también aspiran al protagonismo, van enturbiando lo que llevado con mesura, honestidad y estrategia venezolanista, podrían plantear de otra forma, una opción interesante, mas allá de los extremos predecibles ya citados.
Por esta miopía extrema, es que no podemos ver, pero “…ni en sueños”, escenarios donde pudiéramos imaginar que los principales políticos del país, hubieran hecho un pacto para proteger, guiar y garantizar el éxito de algunos políticos más jóvenes en algunos cargos claves, como alcaldías o gobernaciones. Justo ahora mismo, bajo este escenario, pasado los años necesarios para permitir que las aguas volvieran a su lugar, en el sentido de juicio de valores descarnado, tendríamos ante nosotros a unos hombres o mujeres con solvencia moral, al haber cumplido con los máximos principios de justicia y equidad social, cada una de las promesas electorales y cada parte de sus planes de gobierno, que seguramente habría reflejado en cada milímetro, sus sumisiones al poder originario del colectivo, y al de los sagrados valores de Dios, la Justicia y la constitucionalidad hecha alma.
Una verdadera revolución entre nosotros.
En cambio, en la realidad, tenemos la división ya conocida reinando hasta lo más profundo, con aquella vorágine de aspirantes que hoy en día, como insectos alborotados, rugen alrededor de la luz que la lámpara sobre la silla presidencial emite.
¡Lástima que no sea una trampa mata insectos!
Existe una especie de terca ceguera a reconocer que el presidente Hugo Chávez llegó al poder porque hizo algo importante; quizás ilegal y hasta sangriento, pero en la gente quedo la sensación de que él y los demás involucrados habían arriesgado sus vidas por la nación. No se habían limitado a hablar. Debido a esto, para ganarle al presidente hace falta alguien no solo con “buena lengua” para prometer cosas y hablar bonito; es necesario que tenga bajo su pies, como tarima desde donde hablar, la acumulación de los logros de una buena y sincera gestión de gobierno, sea al nivel que sea.
Escoger a la antigua usanza, ya no funciona; no hay tanta inocencia como para ello.
¡Escoger a un presidente no puede ser asunto de una apuesta!
Seleccionar a uno que solo tenga ofrecimientos y promesas de grandeza tras de sí, resultaría tan arriesgado como lo fue en su momento, -sin reconocerlo muchos-, el propio Hugo Chávez. (Creo que si el tipo durante su primera campaña, se lanza con esos gritos de revolución, socialismo, comunas, trueque, cadenas de 7 horas y demás hierbas, no gana las elecciones).
En definitiva, no ha existido quien enfrente o supere a Chávez, solo por división, falta de estrategia y voluntad de trabajo coordinado. Eso significa: falta de visión de nación. Nadie está dispuesto a ceder a favor de nadie. Las primarias oposicionistas serán una buena oportunidad para ver que resulta y que tanto han aprendido de sus errores. Por cierto, me atrevo a señalar que estas primarias les son necesarias a falta de un solo partido político serio que pudiera existir, nada parecido a los clubes políticos actuales, atomizados en la misma proporción que intereses particulares existen entre sus ilustres integrantes. La falta de democracia en esos partidos es lo que hace que nazcan tantas organizaciones políticas, y que a su vez estas se dividan en otras. Muy mala señal antidemocrática que dan los que quieren erigirse en bastiones de la democracia. El caso del partido presidencial es distinto, al haber nacido a su imagen y semejanza, y por tanto, sin necesidad de mecanismos democráticos en el mismo.
Por supuesto, apartando la pléyade de partidos postulados, podrá haber varios candidatos “folklóricos” anotados en el CNE para optar al codiciado cargo presidencial, aunque todos ellos quedarán mas como una anécdota, que como candidatos viables.
Así las cosas…
…No culpen entonces al tuerto que gobierna en la tierra de ciegos.
En política, la mejor estrategia contra el enemigo, es la natural: la de divide y vencerás. El ciudadano presidente en ejercicio, como militar bien entrenado que es, apeló y aplicó al dedillo y sin resistencia, esta afirmación tan vieja como la humanidad. El resultado lo vemos a lo largo y ancho de la nación, o de lo que queda de ella, en términos de venezolanidad, claro está (!).
Antes de elegir a los candidatos de uno u otro bando que se medirán a la hora de mostrarnos por qué darles el voto, debemos preguntarnos lo siguiente:
¿Tan profundas son nuestras carencias que nos aferraremos a cualquier cosa aunque esta sea contraproducente en más de un sentido luego?
¿Si le tememos al cambio, tanto como a seguir en lo mismo, que opción nos queda?
(Y que conste que no apoyo a Henry falcón o al PPT, y su famosa tercera vía, como reflejo lejano de aquella propuesta por Tony Blair…)
Tenemos que entender la importancia de la coordinación efectiva entre estrategia, planificación, trabajo y medición de logros. De otra maneta, los esfuerzos se perderán una vez más mezclados irreversiblemente con las excretas de nuestros mediocres y tercermundistas esfuerzos en ese imaginario sanitario, perdiéndose todo cada vez que sin control ni mesura alguna, le damos “bomba” a tan singular y útil artilugio…
Si de algo ha servido todo lo vivido y aprendido desde que los que estamos vivos en la actualidad y con poder de voto tenemos memoria, entonces veamos todo aquello como regla con la que medir a cada pretendiente al cargo presidencial. Midamos milímetro a milímetro lo que hicimos o dejamos de hacer en las recientes elecciones para la asamblea; evaluemos el conjunto todo, a escala de decímetros; mensuremos con la regla completa, el fanatismo que encubre verdades no dichas, carencias mal manejadas, y aspiraciones nunca escuchadas.
Tenemos que sacudirnos estos ya de hecho viejos patrones de conducta y de actitudes. Bien decía el presidente hace poco (y cito textualmente), refiriéndose a los opositores, una verdad que bien analizada, refleja en realidad la cara de los dos bandos políticos del país:
“No está capacitada (la oposición) para gobernar nuestro país, no tienen liderazgo”.
“No tienen código moral, no tienen principios, ética, no tienen limite, no tienen nada”
Si la oposición no tiene liderazgo ni capacidad para gobernar el país, siendo cierto que de hecho no gobiernan, pregunto yo, (a la vista de 12 años trascurridos para este gobierno, y varios quinquenios para los otros):
¿Considerarse con “liderazgo” y “capacidad”, garantiza poder gobernar nuestro país?
¿Liderazgo para qué?; ¿Capacidad para qué?
¿Radicará el problema en la definición misma de “Chavista”, como en su momento lo fue la de “Peronista”, a la hora de querer caminar un sendero nacional sin líderes encima?
(Por cierto, no es lo mismo llamarse “Bolivarianos” que llamarse “Chavista” o “Peronista”. La diferencia está en el tipo de política, más que en los siglos trascurridos; mientras la primera trasciende mas allá de lo personal y de la vida misma de Bolívar, centrándose en las enseñanzas dejadas por la liberación y concreción de una patria con Dios y la Justicia como pilar fundamental, los dos movimientos últimos constituyen fenómenos fundados alrededor de sus proponentes, con ellos como motores y combustible al mismo tiempo)
Luego, volviendo al punto: ¿Tienen los que rodean al presidente “código moral, principios, o ética”?
Sabiendo entonces el presidente que esas carencias existen (no por nada se tienen más de 100 ministros en 12 años), pregunto:
¿Tendremos nosotros, -incluido el presidente-, alguna opción distinta a retomar lo fundamental, considerando que nos seguimos alejando de la esencia del alma escrita de la nación?
¿Acaso para hacer política, hay que ser político como los que conocemos?
El poderoso remolino del sanitario nos espera, con su contundente final. Ya los alimentos de PDVAL están allí; también la justicia, la decencia de muchos, la soberanía, la independencia de poderes, el control migratorio y una incontable cantidad de malas políticas y decisiones arbitrarias. La venezolanidad esta en el borde, sin saber si caerá o será rescatada.
(Los políticos y negociantes políticos que han robado dinero al país, están lejos, y nunca veremos a alguno caer en estas aguas…)
Por los pobres y con mala suerte en Venezuela no se preocupen; ya desde hace décadas los gobiernos les pusieron una venda en los ojos a la mayoría de ellos, hecha con misiones, becas, comunas y Mercal, para que no vean el desorden y la inmundicia cada vez que vayan a usarlo.
La impunidad está hecha ya un rollo, colgado al lado para que podamos todos limpiar nuestra desfachatez.
(…Mientras un radio en una repisa, emite con desconsiderado volumen, música extranjera)
Podemos ser poderoso caudal que genera energía en su bajada hacia la libertad del mar, -como en una represa hidroeléctrica-, o podemos seguir imaginando que somos aquella humilde pieza sanitaria instalada en cada uno de nuestros hogares, ¡si la hay!
Decidamos entonces que hacer para mejorar en paz; no hay más. La única otra opción es darle “bomba” al sanitario con todos nosotros en el. Quizás la generación que aún usa pañales y no requiere de esta inefable pieza sanitaria, logren hacer las cosas mejor sin nosotros por aquí.
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