No pretendo con esta reflexión escribir algo así como “¡…te lo dije!”
El comportamiento, las manifestaciones y los arreglos mediáticos que han tenido como centro esa “gallera” que llamamos asamblea nacional, no dejaba en realidad oportunidad de suponer cosa alguna francamente positiva.
Mas de un buen analista y periodista a “dado en el clavo” sobre esto.
Es natural, dado el agotado nivel que la política involucrada en ese sitio tiene. No podían esperar otra acción menos arrogante y convenientemente dirigida de los funcionarios del ejecutivo; tampoco había cabida para suponer que los diputados de oposición se desempañarían de distinta forma, elaborando preguntas mas bien vagas, (con respuestas predecibles), dada la visión antagonista que mantienen estos, aunado al precario reglamento interno de debates creado por los diputados oficialistas del momento. Eso, mas las novedosas barras populares que se unen al espectáculo para hacerlo lo mas símil posible a un circo romano, o a un tribunal de Shakespeare, completan el singular y triste vertedero de malas políticas y actitudes en que hemos permitido convertir a la asamblea nacional: Gente oficialista que no ve nada malo en lo que hacen, y gente oposicionista que no encuentra algo bueno en quien gobierna.
Lo importante ahora, sin embargo, cuando “el enfermo está en sus estertores”, es seguir contemplando lo que hacen y deshacen: ver como ellos “creen que se la saben todas”, mientras que sin una convincente mentira, dejan ver su juego político con torpeza extrema, -afortunadamente-
La vieja política esta mezclada con la nueva ambición que juega a la “potencia petrolera de mentiritas”, mientras que los cántaros de las ideologías obsoletas se terminan de vaciar sobre nosotros.
La venezolanidad pura y simple, con una justicia implacable en hacer cumplir la constitución diseñada en mejores tiempos, con gentes decididas a someterse a su alma escrita de nación, (la Constitución mencionada tantas veces…), solo portando con ellas, una resolución a estudiar y trabajar inquebrantable en su corazón, es la vía.
Si lo piensan, cuando la apliquemos en verdad, tendremos el estado y los gobiernos mas “democráticos y socialistas” de la historia. Ambas palabras solo son expresiones limitadas a lo que nosotros nos referimos, sin pretensiones de saberlo todo, (o de exportar a ultranza un producto ideológico), como simple y nacional venezolanidad, que sin prisa cabalga a lomo de la sensatez.
No les digo pues que se escandalicen por lo que hemos visto en la asamblea, sino nos escandalizamos por la violencia, la injusticia y la miseria que vemos efervecer en todas direcciones. No es una afirmación cínica; solo un deseo profundo de sacudirnos, de sincerarnos, para que podamos, -como aquel alcohólico que cambió, solo cuando reconoció su dependencia y debilidad-, corregir nuestro rumbo.
Sea entonces la asamblea nacional, el espejo donde no nos queramos ver reflejados hoy.
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