Una vez más, se vende al mejor postor, lo que nosotros pudimos explorar, explotar, procesar y comercializar.
Quizás alguno pueda pensar que es un tema polémico, pero permítanme decirle que el tema en realidad es patético.
La faja del Orinoco, y los bloques recientemente asignados, como los anteriormente vendidos para su explotación por empresas y tecnologías extranjeras, nos hace encontrarnos con la paradoja de lo que en principio, como decíamos, hemos podido y debido explotar y comercializar nosotros mismos.
Una vez más, el asunto para entenderlo, requiere de escarbar en la historia petrolera del país, por lo menos la de las ultimas tres décadas.
Por supuesto, ¡no soy yo quien lo va a hacer!; esa parte se la dejo a vuestras conciencias. Lo importante aquí, es el cómo hemos manejado sin demasiado éxito, un recurso energético capaz de darnos beneficios. La torpeza ha sido aproximadamente igual a la que hemos tenido con el tema del carbón venezolano. Este último ha permanecido más bien en un bajo perfil, por la lejanía de éste con Caracas, más no por ello, ha dejado de hacer multimillonario a más de un forajido carbonero en Venezuela, mientras que se puede erguir como una alternativa de muy corto plazo para servir de combustible en la producción térmica de electricidad.
Es casi irritante darse cuenta que después de casi un siglo de explotación petrolera, y de ser PDVSA unas de las mayores empresas del mundo, el país tenga que bajarse los pantalones para poder sacar provecho y lucro del petróleo orinoquense.
El petróleo pesado y extra pesado, no deja de ser en Venezuela, (y donde más, ¡si sólo aquí existe este petróleo en semejantes cantidades!), un tema complicado, primero por su historia con la orimulsion, dejada en el olvido luego de las ingentes cantidades de dinero invertidas, -sin responsable alguno sancionado-, y segundo, por las entregas de facto que en materia de soberanía practica, se hace de continuo en este tema.
Entendamos de una vez que la soberanía no se trata solo de un termino fronterizo y físico; tiene que ver, como lo he mencionado antes también, con la exposición al control extranjero de posiciones gubernamentales y estatales sensibles de la seguridad nacional, así como a la explotación y control de los recursos y las ganancias generadas, por entidades igualmente extranjeras, más aun cuando ello no es necesario, dada la capacidad técnica y humana que poseemos.
La falla estructural que como nación tenemos, no hace más que agrandarse de continuo, sin que pareciera afectarnos. Nos negamos tercamente a ver que nosotros mismos, tendremos que recoger los destrozos que queden, y con ellos, reconstruir lo que se pueda.
Nuevamente ante nuestras miradas, el despilfarro no tiene dolientes ni responsables que castigar. Los miles de millones de dólares a los que vendemos nuestra dignidad en el Orinoco, cuales judas Iscariote de los tiempos de Jesús, solo servirán para prolongar la ilusión, y hacer de muchos políticos y empresarios, así como burgueses de la clase gobernante, los hombres y mujeres ricos de la nueva era, de aquella Venezuela épica con cuya visión se quedan dormidos los pobres en este país, hijos todos de la negligencia, la improvisación y la falta de conciencia.
¡Sólo falta que llueva a cantaros en Gurí y en todo el país, para que olvidemos el mal momento vivido, engavetemos todo lo pendiente por hacer y sigamos con la fiesta!
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