¿Me faltó decirles que carente de proyecto nacional?. Bueno, así es en efecto, la diáspora formada por casi toda la oposición política en Venezuela.
De entrada, no puedo negarles que existen buenas ideas, pero ellas, lejos de formar la columna de un plan opcional de desarrollo nacional, sólo se limitan a ser el maquillaje que intenciones cuarta y quinta republicanas, utilizan para distraer a quien las escucha u observa.
Simplemente, existen demasiados intereses particulares aún, como para que la oposición venezolana logre concentrar sus aspiraciones políticas en un solo candidato por curul de la asamblea nacional disponible para las próximas elecciones; esa es su debilidad, y también su perdición, frente a la poderosa, y sumisa maquinaria gubernamental. Allí está su gran reto de aquí a los siguientes meses.
A parte de eso, sus argumentos casi siempre son débiles, no conectados unos con otros, y muy matizados por la actitud igualmente reaccionaria que tienen hacia el verbo, las acciones y las posturas del ciudadano Presidente. (Hemos tocado esto antes).
Todas sus «estrategias» de desarrollo son del tipo genéricas, más bien vagas, como si de una guía fotocopiada hasta verse borrosa, y que estuviese disponible en los pasillos de una universidad, para contestar correctamente un examen, se tratara.
La mayoría de los lideres políticos son de por si, también oportunistas políticos; el mismo presidente de la república lo es, desde aquellas lacónica expresión de «por ahora...». Rafael Caldera lo logró con su discursillo en el antiguo congreso, a raíz del golpe del 92, y así por el estilo, decenas de personajes políticos en el país, han logrado alguna notoriedad, diferenciándose abismalmente, eso si, de Hugo Chávez, por sólo lanzar alguna que otra idea brillante, pero una vez mas, desconexa del todo, no logrando superar las dudas y desconfianzas que sus orígenes, actitudes y compañeros, inspiran en el colectivo.
Por eso es que Hugo Chávez no tiene aún rival: aunque el presidente ya no llena el molde del líder adecuado, lo cierto es que ningún otro logra deslastrarse del estereotipo que significa ser «mas de lo mismo», refiriéndonos con ello a la fatídica asociación con el pasado corrupto cuarto republicano.
Así las cosas, una vez más, pareciera que estamos en un camino sin salida. Sin embargo, el liderazgo político «sexto republicano», (si me permiten llamarlo así, para diferenciarlo de los actuales), se encuentra en pleno proceso de maduración y de ensayos iniciales.
La única sugerencia que por ahora humildemente me doy el permiso de hacerles llegar, es que no escuchen con demasiada esperanza, a quienes no muestren un compromiso absoluto con el precepto constitucional, y a quienes no manifiesten la necesidad de llevarse únicamente por Dios y por la constitución, poniéndose incluso, una fecha de termino para su aporte al colectivo como administradores del poder publico nacional.
Los he escuchado (a los políticos de oposición y oposicionistas), durante horas, y no son capaces de mantener ese hilo congruente del que les hablaba. Tampoco les resulta apelar de continuo a la constitución y a las leyes, porque esa táctica les resultaría en una disminución de su propio perfil, de su protagonismo, lo cual no toleran, y simplemente, caen ante sus propias torpezas, reconocidas ya por la gente con facilidad; facilidad que el bregar de estos años turbulentos, les ha dado.
El líder alterno al ciudadano presidente no es alguien que por primarias, o por consenso, saldrá. El liderazgo ya se ha dicho multitud de veces: no se impone.
En lo personal, preferiría que el colectivo sea su propio líder; grupos de lideres quizás, como conexiones eléctricas, a veces en serie, a veces en paralelo, resultarían mas efectivos y seguros que un solo hombre o mujer, levantándose cual mesías de los pueblos. Sin embargo, reconozco que ello es difícil, y nuestra afición (heredada de los españoles), a no hacer nada y esperar que la solución caiga del cielo, no nos ayuda para nada a conseguirlo. Una vez más, el tiempo de esas cosas llegará. Lo importante es ir pensando como deberá ser, para que llegado el momento, no nos compren con cuentos de camino, y así podamos decidir con sabiduría.
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