viernes, 19 de mayo de 2017

La MUD no podrá aglutinarlos a todos

En esta deplorable y sangrienta lucha interna hasta ahora de baja intensidad pero de profundo impacto para las familias venezolanas, y cuya génesis encontramos en esencia en la antidemocrática actitud gubernamental que lo ha llevado al ya sin retorno sendero de la negación a cualquier consulta popular abierta a todos, (endosándose en el proceso  el “supremo derecho” a decidir lo que es y no es conveniente para la gente), en un claro ejercicio de dominio de los pocos sobre los muchos, comienzan por fin las masas a verse al borde del precipicio, al borde de la pilar de los sacrificios, para ser inmolados inútilmente en el templo de la corrupción y la deshonestidad.
Ante esto, esa población llana y mayoritaria que comienza a verse afectado en sus derechos y en sus necesidades fundamentales, ve activado el ancestral impulso en el que todo pueblo por anhelar sentir en su propia piel la fuerza de lo justo, se expone cada vez con menos precaución y en carne propia a través de la protesta, a la autócrata reacción de los que ahora detentan el poder de las armas y de las instituciones, catapultando con esa actitud, -se pretenda o no-, a la toma del camino igualmente sin retorno a la sumisión en caso de fracasar, o al de la rebelión progresiva de la sociedad.
Y es que por más pseudo-constituyentes prostituidas que por decreto aparezcan, (cuales “congresos de la patria” manufacturados y manejados por el PSUV); por más medidas restrictivas y de carácter dictatorial que el deslegitimado gobierno de Nicolás Maduro imponga, lo cierto es que la fuerza de los acontecimientos nacidos de un monstruoso cumulo de errores y malas interpretaciones socio económicas y políticas que partieron de dogmas propios de quienes han detentado el poder desde el 98, hacen que ya sea irreversible e inevitable el choque con esa realidad innegable resultante del derrumbe de las instituciones y de los derechos ciudadanos que estas debían custodiar.
Cada alto funcionario se sabe cómplice de facto en la inmensa y sistemáticamente orquestada tarea de transgredir la constitución y las leyes en beneficio de pocos, por lo que no hacen otra cosa que huir hacia adelante profundizando con o sin intención, la quiebra institucional de la nación, el desplome de lo moral y la desaparición de la ética pública como elementos claves que labran la fe sobre la noción de República.
Por ello, (y a pesar de), resulta casi imposible en este ambiente de incredulidad y perdida de fe en el sistema, saber cuánto tiempo le puede quedar al gobierno en su actual predominio violento sobre la voluntad soberana, aunque el escenario de la predicción cambia radicalmente cuando evaluamos en vez de tiempo, más bien los hitos (condiciones) que deben alcanzarse para determinar la llega de su fin (el del gobierno), y que si pueden ser predichos con razonable argumentación.
Casi todos estos hitos reflejan ideas que ya conocemos y reconocemos en el ambiente económico y socio político del país; son condiciones que podemos nombrar a fin de comprender sus distintos alcances y sobre todo, para deducir las oportunidades sociales que suscitan al producir coyunturas históricas en el instante en que se cruzan entre ellas. Esos hitos son:
1.- Colapso económico generalizado, debido al sostenimiento en el tiempo de un modelo inconsulto implementado;
2.- Fusión del Gobierno con el Estado a través de un sistemático esfuerzo que concluye con la apropiación antiética de las funciones otorgadas por la CRBV;
3.- Desmontaje del aparato judicial en beneficio de las minorías gobernantes, al subordinar la CRBV y sus leyes a los intereses de estos, de manera abierta;
4.- La autoridad de la fuerza pública y armada convertida en el ente represor oficial y sistemático de las manifestaciones populares;
5.- Colapso del sistema de salud ante la duplicación del aparato burocrático, haciéndolo inoperante;
6.- Burocratización del acceso (restringido) a la comida;
7.- Perdida del miedo a manifestar y a las represalias de la autoridad ahora represora;
8.- Desenmascaramiento de la minoría gobernante frente al escenario internacional;
9.- La irrupción de una coalición entre la mayoría de las fuerzas políticas;
10.- El ejercicio constitucional del poder militar como institución, apegado a la ética bolivariana;
11.- Ruptura abierta del mandato constitucional, anulando la consulta popular y subordinando las instituciones, para neutralizar y anular al poder público y cualquier expresión del soberano que muestre oposición al gobierno;
12.- Desmontaje del aparato comunicacional libre y la sustitución de este por una realidad alternativa fabricada por el gobierno.
                                                       
A pesar de la aparentemente gran cantidad de hitos que este enfoque genera, al detenerse a evaluar observarán que solo dos de estos están pendientes por concretarse y cruzarse con el resto de los hitos que en su sucesiva progresión desde los años 2000, han formando con ello una traza de marcas sociales que han codificado y modificado al mismo conglomerado social, logrando con esto que pese a los aspectos positivos logrados antes y después de la asonada militar de 1992, se haya dado la progresiva erosión de éstos y la deformación ética del país, creando en el proceso un incomodo camino como paso doloroso -pero necesario ante la incapacidad previa demostrada por la sociedad para cambiar-, capaz de preparar a la población para resolver inicialmente parte de los cruciales paradigmas enfrentados.
La experiencia del 2002 con Pedro Carmona en medio de la más absoluta y supina improvisación, nos enseñó que algunos hitos pueden desencadenar eventos intensos socialmente, sin que estos se transmuten y lleguen a crear algo distinto y estable; caído Chávez con la inusitada facilidad con que lo hizo, fue rápidamente sustituido por un conjunto de factores que no fueron capaces de ofrecer una alternativa autosustentable, con el resultado observado en su momento y la radicalización de quienes no eran capaces de ofrecer estructuras éticas más avanzadas.
Esto nos lleva al primer hito no alcanzado:
“El ejercicio constitucional del poder militar como institución, apegado a la ética bolivariana”
La FANB requiere de un sacudón ético. Ignoro si vendrá por la vía de la violencia interna de sus cuadros medios, o por el desbordamiento de la rebelión popular sobrepasando cualquier maniobra de reacción que no sea la de la funesta aniquilación y destrucción del mismo pueblo al que se le debe.
El asunto es que las FANB perdieron el rumbo, una vez más fundamentado en su talón de Aquiles: la verticalidad del comando, enturbiando el mando mediante la transversalización con el componente político partidista, y la única manera de reasumir el camino del ideal bolivariano, es dándole la espalda a todo lo inmoral y antiético que reina y mueve a la totalidad del gobierno de Nicolás Maduro, como muestra de voluntad real de enmendar.
Ahora, cuando ante esta particular y acomodaticia situación militar predominante, las fuerzas involucradas en el ámbito cívico comienzan su colisión enorme sin que exista un canal y un sentido de alternativa frente a los modos y formas de manejar lo económico, social y político, emerge el último e igualmente crucial hito no alcanzado:
“La coalición entre la mayoría de las fuerzas políticas, en torno a un denominador común”
Simple y directo: Mientras la oposición se mantenga enarbolando la bandera del llamado a la protesta frente a las ambiciones gubernamentales, y no sea capaz de ceder espacios y cuotas de participación y liderazgo a fuerzas alternas que siendo pro izquierda o de centro, han sido mantenidas al margen, no será posible cohesionar a diferentes sectores sociales que aún resienten y desconfían de quienes lucen como los herederos de viejos métodos y practicas burocráticas, imposibilitando la aparición de la masa crítica capaz de alterar el paradigma humano en el que existimos.
Es necesario que los protagonismos dejen su lugar a la sindéresis, al verdadero consenso, y se vuelvan capaces todos de aglutinarse en un gran pacto de tipo bolivariano, donde la única condición sea el respeto absoluto a la CRBV.
En esa especie de “Coalición Bolivariana Nacional”, que debe nacer, se requerirá de un único propósito: Hacer cumplir la constitución y las leyes, en medio de la ética como código de conducta, y la siembra de la moral como primer paso para cultivar decencia en el país.
Lo demás, -candidaturas, posiciones, cargos-, deberán ser administradas rigurosamente mediante la transparencia, el decoro y los mecanismos electorales básicos que eviten la trampa de consenso de cúpulas, como una manera continua de darle pie a la restitución de la fe en los valores de la República, tal como Bolívar (que no es “marca registrada” del chavismo ni del PSUV), nos decía incluso estando en su lecho de muerte.
El juego se ha trancado, y solo individuos con visión superior a la de ambos bandos ya rígidos, podrán sacar a la nación del enquistado paradigma existencial ya marchito.
La MUD debe darle paso a una coalición superior, a una alianza de mayor proyección, sin extremismos políticos, pero con muchísimo sentido social de responsabilidad y decencia.
De no hacerlo, lo que vendrá es más muerte, más represión, y más dictadura.

Solo dos pasos más nos separan de la oportunidad de oro para construir el país que queremos. 

1 comentario:

Unknown dijo...

buen día quisiera crear un bl0g soy venezolano sera q me puedes ayudar te lo agradecería de corazón muchas gracias