Como quien contempla a niños jugando
desordenadamente en una fiesta infantil,
los eventos de estos días traen esta remembranza que sin embargo, se
aleja rápidamente de esa primera impresión, cuando observamos el cinismo, la
prepotencia, el abuso y la mentira dañina de la que carece toda actividad de
los niños, mas no así la de los políticos.
Cada elemento en particular, visto
en estos días forzados de vacaciones creadas por simple interés estratégico-político
del gobierno, bajo el pretexto de la celebración, -y que muy pocos se han creído-,
permiten apreciar las fallas medulares que hacen proveer el fracaso de toda iniciativa política que se
dé en estas semanas, a propósito del tenso y justificado ambiente socioeconómico
y político que se vive en Venezuela, dado que los intereses de las partes, simplemente,
aún no coinciden, y una tercera vía, de consenso y aceptación, aún no nace.
Las reuniones televisadas y en
cadena, donde oficialismo y todo aquel que ha querido pescar en rio revuelto
tuvo la oportunidad de presentarse y hablar, solo ha servido para demostrar lo
lejos que estamos de una verdadera reunión conciliatoria: No hay manera de
mediar entre dos visiones de país, (mas la que muchos tenemos distinta a esas
dos), sin que exista primeramente un mediador imparcial, y luego, una sensata
voluntad de dialogo de parte de quien detenta el poder: El gobierno.
Fíjense: No vimos a un Maduro
diciendo, por ejemplo:
“yo como presidente voy a dar el
primer paso, y en muestra de buena voluntad y reconociendo de que nos hemos
equivocado en muchas cosas, retiraremos a todas las fuerzas públicas y
colectivos que han opuesto resistencia a las manifestaciones; liberaremos a
todos los manifestantes sobre los que no pesen evidencias de delito alguno. Reconoceremos
como presos políticos a varios compatriotas que de inmediato serán liberados, y
comenzaremos la elección de acuerdo a la palabra estricta de la constitución,
de las figuras de fiscal general, defensor del pueblo y contralor general de la
republica.”
Que distintas
serian las cosas hoy, si Maduro hubiese dicho esto, ¿No les parece?
Tampoco vimos a una oposición (que
no oposicionismo), que se ha mantenido en la calle, acercarse a dicha reunión,
y con razón, pues del anterior encuentro con alcaldes, acaecida este mismo año,
no vemos aun resultados concretos y radicalmente positivos. Todo se ha quedado
en dialogo estéril, inocuo, como las manifestaciones que le gustan al gobierno:
Las que no hacen ruido y pueden ser toleradas, como si de moscas ocasionales al
momento del almuerzo, se tratara.
(Sobre los empresarios presentes,
que se puede decir: No perderían nada con ir y exclamar buenas intenciones; al
fin quizás lograrían que el gobierno pagara lo que debe)
Hasta ahora en esas reuniones de
teatro, nadie de la oposición o de quien no esté abiertamente con el gobierno, ha
dicho una palabra, sin que el mismísimo presidente adjudicado Maduro, no
tuviera la última de estas. Todo ha sido inútil cuando se ha querido hacer para
tapar la realidad, cuando incluso, de una manera prepotente, -insisto-, se
declaran días de asueto a los que deberían ser días de trabajo y por qué no, de
justa y legal protesta pacífica. Nadie se ha creído el cuento de la celebración
del 27 de Febrero. Nadie es ya tan estúpido.
El tren continúa su marcha hacia el choque contra la pared de la realidad.
No vale seguir con estos juegos;
toda acción de los líderes de la MUD o del gobierno, dejan al descubierto
intereses antes ocultos. La desnudez política nos enfrentará eventualmente a la
necesidad del consenso, más que del mesías que nos liberará a todos de un
supuesto mal momento. Precisamente, la etapa cubierta por Hugo Chávez, demostró
que la respuesta no pasa por un líder que se haga cargo de todo y de todos.
Maduro sigue errando a todo lo ancho
que su cargo le permite; seguimos mal, andando un sendero que nos podría llevar
al fondo del agujero que tanto temen, y del cual incluso, a veces perdemos
hasta su camino, pero no se preocupen: Maduro
se sabe el camino.
Espero que el miércoles 5, -o cuando
el gobierno deje de inventar días festivos-, la gente salga a manifestar pacíficamente
como nunca, para así tumbar esta triste estrategia dilatoria, que nos impide
enfrentarnos al problema mayor: nuestra incapacidad para decirnos la verdad. Esa
que Bolívar si nos diría. Por algo está muerto: No son tiempos de superhéroes, mesías,
ni súper líderes.
Solo es tiempo de hombres y mujeres
comunes, jóvenes y viejos, dispuestos a darse las manos.
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