Nuevamente el tiempo pasa y los políticos, actores secundarios detrás de
esta obra de tercera categoría en la que se ha vuelto la “gerencia” pública del
país, se frotan las manos al ver como la memoria de los actores primarios (la sociedad toda, extranjeros cedulados
incluidos), dejan el tema de los famosos audios incriminadores en el olvido.
Por ello es que debo preguntar:
¿Qué acuerdo pudo haber tras
candilejas, en este “teatro” que se cae a pedazos, para archivar esa segunda
parte?
¿A quién benefició?
¿Cómo se supone que algo que
pregonaron los oposicionistas como “impactante”, y que “removería” al gobierno
en sus cimientos, termina enterrado por ellos mismos?
Yo veo que lo único que les puedo decir ante estas situaciones, es que mientras
la negociación política que conviene a pocos esté por delante de la verdad y de
la justicia que conviene a muchos, siempre habrá espacio para lo escuro, para
lo inmoral. Como la grabación de Mario Silva, hay otras igualmente
comprometedoras, -seguramente realizadas de la misma manera ilegal-, que no
hacen más que rasguñar con su mera existencia oculta, a la corruptela presente.
Quizás de la misma manera permanecen celosamente resguardadas, las grabaciones
que a manera de testamento, habrá dejado Hugo Chávez, porque nadie me va a decir que un hombre con semejante verborrea y
protagonismo absoluto como el de él, que podía intuir su “secuestro” por parte
de su más intimo circulo de lame pelotas antes de su muerte, no dejar ni una
palabra grabada para la posteridad...
…eso, en lo “humanamente Chávez”, es imposible de concebir. Ergo, alguien tiene escondidas esas
grabaciones también.
En todo caso, (y sea como sea), tenemos que entender que no habrá cambio en
esta distorsión social, y en esta conspiración contra la nación y su historia,
si no comenzamos en algún momento determinado, -aunque lamentablemente será luego
del inevitable crujir de dientes que aún tenemos por delante-, a levantar un verdadero y blindado sistema
judicial que valiéndose de la transparencia, -allá donde exista corrupción,
sea roja, o del color que sea-, pueda arremeter con la constitución y las leyes
en las manos, contra este flagelo mortal. Solo en ese momento, y nunca antes
de eso, la gente comenzará a recibir un mensaje claro, contundente y simple: de
esos que devuelven la confianza ante la certeza de que un cambio a comenzado.
Es ese tipo de mensaje del que los venezolanos no reciben uno desde hace
mucho; me atrevo a decir que desde aquellos de Simón Bolívar.
“La verdad no ha sido dicha”, parafraseándolo.
Admitámoslo.
Mientras, pareciéramos obnubilados ante la miseria de un país que no
despierta, para tristeza de muchos, mientras que pocos se llenan sin rubor
alguno, con los millones de dólares de la nación. Solo una guerra fratricida puede
ser más terrible que esto que vive Venezuela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario