Mucho se ha dicho de este organismo del
estado, y particularmente ahora cuando se aproximan unas nuevas elecciones.
Como dicen, "ríos de tinta" han corrido tratando de describir lo que el CNE
hace, -como rector y protagonista-, en
pro, y en contra, de la llamada, pero
no bien entendida, "voluntad popular".
Yo mismo he
descargado por esta misma vía en contra de un Consejo Nacional Electoral por lo
que me parece, -en la humilde opinión que un venezolano de a pié puede tener en
base a lo que ve-, que ha sido en su rol de ente rector de las elecciones, como
un factor clave para que la actual crisis política, social y económica se
manifieste, en una clara muestra incluso, de
retroalimentación en el desarrollo del descalabro nacional, y del que el
CNE es a la vez víctima, al estar corroído desde adentro por sus propios
rectores, que no dejan de padecer, como cualquier venezolano llegado a esas cúspides
del poder político nacional.
Ahora, en estas fechas en las que esta
institución de rectores rellenos de prebendas económicas y de beneficios que
rayan en lo indecente, se adaptan políticamente a las necesidades
presidencialistas del momento, y cuando se aprestan a realizar los simulacros
"electorales", me parece que es la oportunidad para recordar, (en
estos tiempos extraños que parecieran marchar a veces hacia una era militar post-Maduro), el camino
que se ha iniciado en esta oportunidad con la sistemática ejecución de los
simulacros "extraoficiales” (para lo interno del CNE), que con su
metodología cada vez más refinada, han determinado los resultados electorales
en las últimas dos décadas cuando menos, (pese a no ser de la mano de los
mismos rectores, quienes sin embargo, aparentemente motivados por las mismas
razones personalísimas de sus sucesores, terminaron adaptando los hilos
electorales, a sus conveniencias políticas, haciéndose en el proceso, la vista
gorda ante cualquier ilegalidad cometida).
Supongo que a estas alturas se preguntarán
que son los simulacros "extraoficiales".
Bien, permítanme decirles que estos ejercicios
electorales no son más que la preparación técnica y logística para los
verdaderos “simulacros”, de lo que todos
llamamos cándidamente como “elecciones”.
Como he comentado en otras entradas del blog, desde los adecos y copeyanos con sus “Acta mata voto”, hasta la revolución
bonita con sus “clic en ratón de
computadora mata voto”, lo cierto es que no ha habido una elección donde no
se diera alguna distorsión muy seria en sus resultados o métodos para llegar a
ellas: Abuso de recursos ilegalmente
desviados, redistribución de poblaciones electorales, forzamiento de fechas
para realizar o postergar elecciones, ojos cerrados ante la violación de la ley electoral, división de comicios, masificación del
voto regional y presidencial para los inmigrantes colombianos ahora cedulados como
venezolanos de nacimiento; reubicación de votantes fuera de sus periodos
legales de migración, registro electoral viciado, etc.
Todo simulacro se ha vuelto entonces una oportunidad para
medir influencias, compra de votos, capacidad de transportar votantes, viáticos
para los testigos, motorizados, vigilantes, sondeos, y cuanta cosa sea
necesaria para forzar un resultado electoral, llegado el momento.
Cuando el CNE hace simulacros, solo está preparando junto
con el partido de gobierno y el gobierno mismo, el terreno para procurar el
triunfo, con la certeza de quien no admite confiar únicamente en el voto
conciencia.
Pero no se confundan: La oposición hace lo mismo, solo que
a menor escala, dada la menor disponibilidad de recursos. De estar en la posición
de gobierno, lo harían exactamente igual.
La situación sigue enredándonos la existencia nacional,
mientras que rueda precipicio abajo en esta loca carrera hacia lo que parece
ser una seria coyuntura anunciada.
Por ahora, sigamos contemplando en el silencio al que la
impunidad, la persecución y la indolencia nos obligan, como nuestra vida nacional se vuelve
toda ella un triste simulacro de resultados conocidos.
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