Recuerdo esa casi graciosa expresión de algún político venezolano hace unos años, refieriendose a las organizaciones "civiles", en su mayoría -si no todas-, formadas ante alguna necesidad real o inventada, y que termiron en general asociadas a la oposición. Me vienen a la mente por cierto, por el papel que veo, comienzan a tener junto al nuevo “hormiguero”, -que no llega ni a chiripero*-, que se está formando con la atomizada oposición venezolana. No lo digo por despreciarlos ni mucho menos claro está; más de una vez les he comentado sobre la necesidad de una o varias voces alternas a la linea mantenida por el gobierno, que logre con el contraste y a veces con la coincidencia, mejorar lo referente a la politica administrativa del estado, aunque todos ellos deben estar invariablemente dentro de lo constitucional.
Esto por lo menos, será hasta tanto podamos deslastrarnos de los extremismos por lo cuales, solo existe la oposición y el oficialismo, no dejando opciones refrescantes y congruentes entre ambas.
Esta entrada al blog es un poco un resumen de lo que hemos hablado ya: dos personajes remando en sentido contrario en un mismo bote, girando sobre el mismo punto de manera inútil, sin la menor intención de ponerse de acuerdo y remar en la misma dirección. Un remero ignorando cualquier buena idea del otro; un remero odiando al otro. Un remero que solo concibe un bote sano y prospero, si el otro remero sucumbe a sus pies o se lanza por la borda.
Mientras, la realidad aplastante de un país dividido, ignorado y distraido, sigue aguardando por la justicia y la prosperidad que no dependa de una coyuntura o de un momento politico en particular.
La gente no quería dadivas, ni becas regaladas a cambio de fidelidad y votos, ni bolsas baratas de comida luego de dos o tres horas de colas. Lo que querían, -y aún quieren-, es trabajo, seguridad, salud y educación. No podemos fastidiarnos por mencionar una y otra vez esto, porque perder el norte de nuestras aspiraciones, es entregarnos a la derrota que nos está de cualquier manera por cierto, negada.
Ahora, lo único relevante es que seguimos esperando por esto, y por los proyectos realistas, con pautas y tiempos de ejecución bien definidos que consigan nuestras metas básicas y comunes, exaltando por fin, y sin objeciones, la venezolanidad.
Como ustedes, yo no quiero concebir con demasiado pragmatismo conceptos como sociedad civil. No me parece lo mas adecuado en nuestro país, aceptar que se llame así a la gente que se organiza bajo un registro notariado o gubernamental, buscando un fin distinto al que ya como colectivo nacional, con constitución y leyes claras, hemos establecido. Allí comienza la falla: si algo no se está atendiendo correctamente, no puede llegar un grupo de gente y decir: “¡Ey, agrupémonos y busquemos solución por nuestra cuenta!”; eso en parte es lo que se hace actualmente tambien con los consejos comunales. Si lo hacemos, estamos negando nuestro colectivo, y el respeto y mando que por su poder originario, tiene. La sociedad no puede dividirse en sociedad civil, sociedad comunal, sociedad militar, o cosas por el estilo; la disgregación nos va minando en lo elemental, al agruparnos de esa manera, aunque suene paradógico.
Una sola sociedad existe; un solo colectivo que no puede dejarse pisotear por quienes dentro de ella misma, con viveza, desean diferenciarse del resto. En una sociedad sana, clara de su identidad y orgullosa de su andar, unicamente se acepta una diferenciacion entre sus individuos y colectivo: la de los que obedecen la constitucion y las leyes, y la de los que no lo hacen, y deben por la autoridad asignada para eso, imponerles el correctivo y la sancion necesaria. Solo con el orden superior de Dios y la constitución se mantiene la cohesion del colectivo nacional; solo con orden, los talentos y aspiraciones individuales, pueden conseguir prosperar en armonía nacional.
(*).El llamado “chiripero” recordarán, fue aquella agrupación de partidos políticos que se reunieron para apoyar al entonces candidato, el ex-presidente de la republica Rafael Caldera, y quienes por lo menos tenían un “proyecto de país”. Era un proyecto torpe, inviable por su rigidez y bases ortodoxas, pero aún hoy, resulta tristemente superior al que la actual, y casi atolondrada oposición venezolana tiene, más en medio de la excitación presente que les produce escoger a los “elegidos” para llegar a la asamblea nacional, muchos de ellos, por cierto, veteranos ya de otros fracasos de la oposición.
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