domingo, 28 de marzo de 2010
La sociedad civil: ¿Con qué se come eso?
Una elección de parlamentarios; si ocurre… ¿A quien vamos a elegir?
sábado, 20 de marzo de 2010
100 entradas en el blog; 100 reflexiones de vida y nación.
No dudo que entre millones y millones de paginas en la Internet, el que algunos se detuvieran a reflexionar conmigo, en silencio, fue poco menos que asombroso. Gracias.
Como hace un tiempo les dije, no puedo eternizar este blog; no al menos, en su forma original. Sería casi inevitable volver sobre ideas ya manifestadas, aunque quizás más detalladas. Quizás podría ir más adelante, describiendo los cambios que se esten dando, siempre desde la perspectiva de un venezolano, viviendo su vida, junto con su familia, en esta amada tierra.
Esta botella lanzada al mar de la esperanza, llena de mensajes, seguirá navegando, aunque por cualquier razón yo dejara de escribir. Reafirmo mi convicción por ofrecer un ángulo humilde de reflexión sobre Venezuela. Nada más. Debo luchar para no convertirme en aquello que tanto he remarcado como negativo: Un hombre que se considere infalible e imprescindible, ¡por lo menos esto de imprescindible no más allá de mi propia familia, e incluso sólo hasta que estén mayorcitos!. Dios los bendice siempre, a todos ustedes.
El verdadero poder popular es el poder de uno.
¡Dios Justicia y pueblo!
El centro del asunto que se sigue sin tocar: la natalidad descontrolada y sin sentido, como evidencia de descomposición social y moral.
El país donde debe haber espacio para que todos digan lo que quieran, siempre que no atenten contra la venezolanidad.
miércoles, 17 de marzo de 2010
Expropiando galpones: ruta correcta de trabajo, o la manera más simple de ignorar que las ciudades siguen creciendo descontroladamente.
¿Mejorará la condición de vida de los vecinos de esos galpones hipotéticos, si se destruyen y ponemos en su lugar a vivir allí, 500, 1000 o 1500 familias más?
¿Los servicios públicos, -siempre subdesarrollados y por detrás de las necesidades reales-, no se verán colapsados ante la nueva presión producto de la improvisación?
Bueno, creo que no es necesario recordar que antes de estar en plenos centros urbanos, las zonas industriales y sus mencionados galpones, -como en cualquier ciudad del país-, se encontraban inicialmente en la periferia de la ciudad, enmarcado ello en una incipiente planificación de las ciudades hace ya varias décadas, que vislumbraban una estructura comunal y urbanística organizada, hasta que precisamente, las invasiones, barrios y urbanizaciones nacidas caprichosamente y al margen de lo reglamentado, los hicieran –a las industrias y sus galpones-, estar en medio de todos nosotros. La génesis del problema hemos de buscarlo allí, en nuestras fallas al planificar, y en el desorden imperante.
Una absoluta anarquía, donde no existe castigo para el infractor, ni asesoramiento para el que lo necesita y lo busca.
En fin, esas son las preguntas frías que hay que responder.
Volviendo a las interrogantes, podríamos afirmar que si me dicen que no influye el expropiarlos (mecanismo que de por si ha resultado beneficioso en muchas oportunidades, y se debe reconocer), pues háganlo. Asáltenlos y tómenlos en nombre de esa patria desenfocada en la que corremos y nos tropezamos sin cesar.
Si por el contrario, me dicen que influyen negativamente esas tomas, pues entonces debo decir que, como de hecho, ni ustedes ni yo podremos hacer nada para detener esa y otras expropiaciones, si ellas resultaran contraproducentes (y por cierto, en lo particular me parecería poco relevante que una mega empresa como Polar, nacida de las oportunidades desgarradas a otros durante décadas, perdiera millones de dólares, si no fuera porque probablemente cientos de personas podrían perder sus empleos…), lo que nos queda es analizar las consecuencias de ello, y lo que se pudo haber hecho antes, o incluso lo que se puede hacer después, no necesariamente para devolverlos, sino para aprovecharlos con sensatez, luego del frío análisis necesario.
El mayor problema estriba actualmente en que primeramente, no siempre se expropia para mejorar la calidad de vida de un sector del colectivo: en realidad, se hace para distraer, para ocupar la mente de las personas siguiendo una “cartilla” mediática que busca mantener al colectivo, o a un sector de éste, masticando un caramelo, es decir, ocupado en lo que yo como estratega desee.
Luego, cuando se logra el propósito mediático y psicológico deseado, queda lo material, lo físico, o en otras palabras, usando el ejemplo presente, los galpones expropiados. (Aunque claro, pudiéramos hablar de una finca, una casa, o un negocio cualquiera.). La solución inicial como ejecutor de esa cartilla, que al mismo tiempo es la más básica de las soluciones, y la que da mayores dividendos políticos con menos inversión a futuro, es la construcción de viviendas. Los servicios públicos necesarios, como decíamos antes, no serán la limitante. El factor mediático es el relevante.
Ciertamente, el terreno de esos galpones, o las instalaciones mismas, una vez establecido que la permanencia de ellos es contraproducente para la ciudad, podrían muy bien utilizarse para crear centros culturales, plazas o parques para la población, o incluso, centros de apoyo comunitarios, estaciones de policía, bomberos o ambulatorios adscritos al sistema nacional de salud. Quizás también la guardería que tanto hacía falta, o el centro de divulgación científica que podría construirse para el beneficio de nuestros muchachos.
Pero no, eso no gana votos como el choque comunicacional, la demostración de autoridad indiscutible, la distracción psicológica, y la entrega de casas a muchos miembros del colectivo venezolano; individuos de ese mismo colectivo que, algunos de ellos a falta de buena orientación o familia en el pasado, terminaron procreando indiscriminadamente niños y niñas, y aun estando sin empleos o mayor educación, y con sólo alguna definición borrosa de lo que ser venezolano es, esperan que ese gobierno, o ese estado, en su también confusión de las funciones constitucionales a desempeñar, les diera cómo recompensa a esa falta de planificación familiar, a la no preparación y el desempleo, una esplendida casa.
No perdamos durante esta reflexión las perspectivas: esos individuos, venezolanos y extranjeros por igual habitando en nuestra tierra, no son necesariamente culpables; en su mayoría, son victimas justamente de la distorsión que comentábamos hace días. Son la consecuencia humana y social, de la incoherencia en la que vivimos. Hace ya una década, y después de tantos años de vivir a oscuras, alguien logró ver el mundo a través del fondo de una botella vieja y eso fue suficiente para elegirlo como presidente, pese a que, con esa limitada y distorsionada visión, hemos pretendido ahora construir una nación, ignorando toda sensatez histórica, y sobre todo, ignorando cualquier noción lógica sobre el hecho de que quizás, arrojando la botella, -que no al presidente-, y usando nuestros propios ojos desnudos, con la claridad que solo la fe en Dios, en la justicia y en la constitución, podríamos ver la verdad de nuestro entorno.
Los galpones de una mega empresa, y los actos involucrados en su confrontación mediática, son el ejemplo de lo que estamos haciendo con el país.
sábado, 13 de marzo de 2010
“Chávez propone dar facultades legislativas directas al pueblo”, (El Universal, 13/03/10). Pero, ¿Por qué no mejor le damos el poder ejecutivo?
Sencillamente, en Venezuela ningún cargo de elección popular esta rodeado del sentido de representación de un colectivo, y de la sumisión a este, que debe tener para su correcto proceder.
Cuanta herramienta de “traspaso del poder al pueblo” se ha inventado, no ha sido más que una argucia para desbaratar toda jerarquía de gobierno existente entre la presidencia y el colectivo nacional, buscando fundamentalmente con ello, establecer un nexo afectivo y de dependencia que haga del primero, una pieza inamovible y necesaria.
Mientras, observamos como los cabecillas del resto de los poderes, amoldarán mansamente sus respectivos poderes constitucionales a los deseos del líder al que sigan, no por convicción, sino también por conveniencia personal, a fin de mantenerse bajo el control de su propia micro parcela de poder.
Todos, absolutamente todos, siguen el terco camino de ignorar que el problema no esta en la estructura de administración de las necesidades del colectivo, sino en su actitud de inoperancia frente a la resolución de esos problemas. El verdadero poder popular, el poder de uno, es pisoteado cada vez que un individuo, por genuina motivación propia o en representación de su colectivo, busca solución a un problema y termina ignorado y burlado. La solución no puede ser robarle tiempo de vida y de familia para que lo dedique a resolver el mismo esos problemas, con el dinero convenientemente aportado por la presidencia de la republica. La estructura administrativa nacional debe cumplir su función.
Oficialismo y oposicionismo siguen tras la sombra de sus propios fantasmas, mientras todos ellos insisten en ignorar la majestad de nuestra constitución, de esa constitución anónima en su acción, y venezolana en su motivación. La necesidad de ser reconocidos y de destacar, prevalecen en los políticos, sobre lo que debería ser su superior sumisión al espíritu nacional y al alma escrita de nuestra nación. Mal generacional que nos arrastra a los esfuerzos perdidos, y los recursos desperdiciados.
jueves, 4 de marzo de 2010
“La pirámide de Heinrich” en “la política nacional”
Quizás alguna vez hayan escuchado de esta técnica demostrativa de los comportamientos de datos en masas; su adaptación al terreno político, pese a su origen en otras ciencias de investigación, nos grafica con crudeza, lo que como tendencia dominante tenemos en el país.
Lo bueno de este tipo de técnicas de análisis, -fuera del uso inicial que pudiera dársele-, es siempre lo gráficamente sencillo que resulta entender donde se encuentra el problema que nos interesa, o nos desvía la atención hacia lo que nos debe interesar.
Quizás sea una lastima que lo que menos enseñan en las escuelas, a parte de la constitución y la venezolanidad propiamente dicha, sea la manera de identificar, analizar y resolver problemas para mejorar las cosas. País de más innovadores tendríamos entonces.
Aquí sin embargo, detengámoslos en el optimismo que generalmente caracteriza al venezolano, y pensemos en como aplicar estas cosas a partir de ahora.
La técnica aquí mencionada nos introduce en el análisis de datos masivos, aunque enfocado a los accidentes laborales, desde donde es mayormente conocida, y con lo cual podemos encontrarle sentido a lo que parece no tenerlo en esa rama investigativa. De dicho análisis, emana la posibilidad de detectar las causas del problema que nos ocupa, y ello a su vez, nos da la capacidad de explicárselo a los demás con basamento, buscando un cambio de conducta o proceso.
Volviendo a la política, y a Venezuela y su venezolanidad (estas dos últimas palabras no son sinónimos entre si, cuando existe debilidad de identidad, como hemos mencionado en el pasado), lo relevante en este tema es la tendencia significativa que encontramos hacia la veracidad de la afirmación que nos indica que la mayoría del aparato burocrático –que no administrativo siempre-, esta dañado, y que sin comenzar por el mea culpa necesario, dicha tendencia no será detenida, ni mucho meno revertida.
Las consecuencias de tal omisión, seguirán siendo dramáticas: incapacidad para innovar sin derrochar, incapacidad para operar sin dilapidar recursos, incapacidad para administrar sin malversar, incapacidad para mantener sin destruir primero, y sobre todo; incapacidad para generar confianza y respeto.
Todo comienza bien por lo general cuando ingresa un funcionario público a dicha administración; pero ya muy temprano, durante su inducción y entrenamiento a los procesos del mismo, se ve expuesto y adherido a la cultura retorcida ya existente, donde la lealtad al antivalor del manejo de influencias y favores, prevalece sobre todo. Si es honesto, tendrá que hacerse el ciego ante las trampas, sordo ante los tráficos de influencias, así como mudo ante los canales de alerta anticorrupción, oxidados ya por tantos años de no uso. Al final, “si era honesto”, ya no importa, pues igual consintió la permanencia del flagelo nefasto entre nosotros.
No pretendo por estas líneas afirmar la ruta a seguir para deslastrarnos de tanta miseria burocrática y administrativa; Si algo no puedo permitirme, es ser justamente como el caudillo de turno en cualquier época de nuestra republica, que marcó con su soberbia, la pretensión del camino a seguir por todos.
Lo que si es cierto, es que existen mecanismos legales ya instaurados en Venezuela, inspirados en su constitución, y cuya única traba real para su exitoso desempeño, es la incapacidad que hemos demostrado para aplicarla, para accionarla con firmeza. No hemos podido evitar saltarnos cada alcabala que la ley nos pone en frente; nos resistimos visceralmente a ello. La gente de a pie lo quiere; los que tienen el poder legal declaran hacerlo aunque sea mentira, pero los que tienen el poder político y económico por sus conexiones y manipulaciones, no hablan con la verdad, y menos aún cuando se está en tiempos de campañas políticas.
El resultado: lo que justamente tenemos entre manos en Venezuela hoy: La corrupción como hecho de vida cotidiano a todo los niveles en el país.
Creo que como yo, notan que cada vez que nos aproximamos más al centro del “blanco” donde queremos “atinar” la reflexión, mas rápido llegamos al tema primordial; como si de la distancia menor al centro, se debiera a su vez, la cada vez más frecuente recurrencia del tema de la venezolanidad en estas páginas.
Será inevitable llegar al centro del asunto; hacia allí nos dirigimos todos.
Quizás se estén preguntando ¿Que pasó al final con la pirámide de Heinrich?: Bueno, en realidad sigue allí, demostrando con un simple grafico piramidal, como la magnitud de los hechos de su base, se interrelacionan, dependen y a su vez generan, la recurrencia del mal mayor: No la del caudillo solitario en la cúspide, sino la de su aplastado y maltratado fondo, como si de una pirámide alimenticia mas bien se tratara, teniéndonos a todos como el “plancton” que todos se comen en la base de dicha cadena alimenticia, pero esta vez, de cuanto venezolano vivo y deshonroso ha usado a sus congéneres para escalar poder.
Yo creo que no existen muchas otras opciones en la política y en la interpretación de lo venezolano como algunos políticos quieren verlo; sólo existen dos cosas, de entrada, y negamos incluso que existan ambas: -La política pasada y actual-, ambas dependiente la una de la otra, donde vivimos jugando a que no somos venezolanos, o que eso es hasta accesorio. La otra, -la única que nos hará nación verdadera y ya si con personalidad-: la de los hombres y mujeres que estudiaron la venezolanidad desde pequeños; la de los hombres y mujeres a los que se les enseñaron la constitución con tanto celo como sus dogmas religiosos de libre elección, y donde Dios, y la justicia, no son meros adornos en el cielo, sino que son, el cielo y el sol donde nuestra comunidad nacional, crece y prospera. Ya lo hemos dicho. No hay más.
Romper la estructura de la pirámide que estudiábamos, resolviendola, es la forma de sacarle provecho.