miércoles, 19 de agosto de 2015

Maduro: ¿Se hace, o es pendejo?

Corrijanme si me equivoco: ¿Si yo publicamente digo que tengo las pruebas de la intención por parte de alguien, de planificar un asesinato, de una persona plenamente conocida, y me lo reservo, no infrinjo con ello alguna ley?.

Por lo menos estoy seguro que moralmente estaría cometiendo una falta grave, y en el plano de la etica que debe tener un presidente, pues la omisión seria mayor. 

¿Qué explica entonces que el adjudicado presidente Nicolás Maduro se atreva en acto publico a declarar que el tiene la prueba de una intención de asesinato, y que no la hace del conocimiento porque está esperando el momento historico para ello?.

¿No es ello suficiente para que un tribunal lo llame y le inste u obligue a dar la información?; 
¿Cómo es que si alguien me quiere matar, y el presidente se entera, en vez de poner preso a los que planifican y se prestan a ejecutar la acción, me pondría preso a mi para "protegerme"?

Panorama, 18-08-2015:
"El presidente de la República, Nicolás Maduro, afirmó la noche de este martes, tener la grabación de “un dirigente de oposición que dio la orden de matar a Leopoldo López”, antes de ser encarcelado en Ramo Verde, el pasado 18 de febrero de 2014".

NOTA: Y esto no lo comento por defender a Leopoldo Lopez, a quien considero corresponsable de este desastre por acción y omisión.


En definitiva, algo está fallando en el particular modo de pensar de Maduro; una perla más para exigir su renuncia.


martes, 18 de agosto de 2015

La verdadera alianza perfecta, es la de todos los venezolanos.

Lejos están personeros políticos de oficialismo (Jorge Rodríguez), o del oposicionismo (Jesús Torrealba o Henry R. Allup) de la verdad y la realidad, cuando con grandilocuentes discursos, anuncias alianzas perfectas que seguramente según ellos, los llevará a la victoria política electoral igualmente “perfecta”.
Y no, no es coincidencia que esa afición a utilizar la palabra “perfecta” sea compartida por oposición y oficialismo: Todos ellos están de una forma u otra relacionados con el poder en Venezuela, y solo reflejan con sus discursos, la particular visión que tienen de lo que es “perfecto”, “exitoso” o “justo”.

Decir “perfecto”, es sumirse en la arrogancia de quien concibe el mundo únicamente desde la perspectiva de sus propios intereses.

No hay nada perfecto en la manera en que se están haciendo las cosas; no lo tiene la manera en que se hizo en los ochenta y noventa; tampoco en la primera década de los dos mil, y muchísimo menos, vemos alguna connotación que evoque semejante termino, en el presente gobierno del adjudicado por el CNE (que no por el pueblo), Nicolás Maduro.

No hay un ápice de humildad en el verbo político que predomina en Venezuela al presente, como no lo hubo en las últimas décadas; solo hemos sido testigos,- convidados de piedra, si lo prefieren-, en esta fatigosa arenga de políticos ávidos por figurar y conseguir cuotas de poder político, capaces de ser transadas posterior y silenciosamente, por beneficios económicos preferiblemente en dólares.

No logramos dar pie con bola, porque no logramos tampoco crear un verdadero sistema operacional, con un único propósito republicano, entre los diferentes componentes que constitucionalmente están llamados a interoperar para conseguir un único y permanente propósito: la confianza nacional en un valor institucional de justicia e identidad por encima de todos nosotros.

No existirá alianza perfecta en Venezuela, en tanto constituya su población, publico para dos espectáculos políticos distintos, pero presentados al mismo tiempo, como si de un multiteatro se tratara.
Al principio de este blog les decía que no puede haber dos remeros en un mismo bote, remando tercamente en direcciones contrarias, sin obtener únicamente como resultado a una embarcación girando inútilmente sobre el mismo punto, mientras que “corrientes” más fuertes que ellos dos en su antagonismo “perfecto”, los llevan juntos hacia un destino incierto.

Así estamos como nación: partida en dos trozos, cada una tirando en dirección opuesta, mientras que cada individuo en las respectivas mitades, desenfadadamente, y considerándose “afortunado por su suerte y viveza”, recoge egoístamente del suelo las migajas que la lucha por el control de las riquezas en los niveles del verdadero poder, dejan caer al suelo, un poco por descuido, y otro poco por premeditación.

No hay alianza perfecta, sin una sociedad que se una bajo un mismo propósito, aun sabiendo que diferirán en las personas que deseen llevar a los cargos de elección popular para ejecutar la estrategia consensuada.

No le crean a esos individuos (e “individuas”, como seguramente diría el Sr. Presidente adjudicado), o agrupaciones políticas que se rasgan las vestiduras cuando en realidad solo buscan el poder por los beneficios que ofrecen para ellos mismos, mientras utilizan palabras, frases y oraciones que nos permiten detectar sus verdaderas intenciones:
alianza perfecta”; “por amor al pueblo”; “poder popular”; “enchufados”; “comunas”; “expropiado”; “misiones”; “gratis”; “zonas de paz”;  “por mi comandante supremo”; “SIMADI”; “gasolina gratis”; “somos un gobierno que lucha contra la corrupción”; “todo ha sido por el pueblo”; “unión cívico militar”; “general ministro”; “el pueblo es chavista”; “el pueblo todo me apoya”; “aprobado”; “solo ellos han sido corruptos”; “el pueblo manda y nosotros obedecemos”; “elecciones limpias y cristalinas”; “registro electoral depurado y perfecto”; “fiscal”; “defensor del pueblo”; “justa inhabilitación”; “se hizo justicia”; “nosotros defendemos el Esequibo”; “consenso de base”, “elección de base”; “ser rico es malo”, entre otras…

No lo olviden compatriotas: Solo hay una alianza perfecta, y es la resultante de toda una sociedad sensibilizada ante cada uno de sus problemas, decidida a buscarles solución bajo la sombra justa de la institucionalidad republicana que hemos elegido para la Venezuela que deseamos dejarle a nuestros hijos.

Es simple: Mientras Roy Chaderton siga siendo embajador, la ética está desaparecida del gobierno.

Vamos para seis meses desde que este funcionario, (como ejemplo “supremo” de aquellos que detentando cargos públicos notorios, pueden violar la más elemental forma de ética y aún seguir impunes), expresara con los términos más soeces posibles aquel desprecio por quienes le adversan, y aun así logra mantenerse inamovible en el alto gobierno, como muestra fehaciente de que quienes le rodean, aceptan y convalidan dicho lenguaje y actitud.

Entiendan que esto es un asunto elemental; tanto como lo es en una familia, el que un hijo/hija maldiga sentada o sentado a la mesa, y los padres no hagan nada para corregirlo y hacerle ver su falta.

Si existe otra escala para medir la desfachatez social y gubernamental que existe, es precisamente esta situación, y desde ya propongo que graduemos este nuevo instrumento con la “Escala Chaderton”


(P.D: La escala de inutilidad, propongo que la establezcamos en grados “Maduros”; la del caradurismo, debería venir en grados “Cabello”)

domingo, 16 de agosto de 2015

Maduro: Cuando no renunciar, se vuelve acto de traición a la patria, y motivo de enjuiciamiento.

…Mismo tratamiento requieren todos y cada uno de los que conforman su tren ministerial, primera dama, presidente de asamblea y presidentes de institutos “autónomos”, sin olvidar directivas del CNE, TSJ, Defensoría, Fiscalía, Contraloría y alto mando militar.
Una verdadera “revolución” requeriríamos para comenzar a enmendar el camino estéril que pretendemos continuar transitando.
Sabemos que no se trata ya de chavismo ni oposicionismo, sea “light” o “heavy”, de “centro”, de “derecha” o de “izquierda”; “moderado” o “radical”, o en fin, como prefieran catalogarlos. No sirve un Maduro, como tampoco un Diosdado, o un Falcón, Capriles o Ledezma. No cuenta una Machado, ni un López, ni mucho menos alguno de los Chávez que se sientan con derechos monárquicos o dinásticos.
Como les vengo comentando desde hace tiempo, el asunto vivido hoy no es más que la consecuencia directa del vacío conceptual y moral que predomina en la sociedad venezolana. Este “flotar en la nada” del que les hablaba en la entrada anterior al blog, ilustra el estado amorfo y atemporal que parece vivir Venezuela y los que dicen habitar en ella, en la actualidad.
Tan mal están las cosas, que si aun mañana Maduro decidiera rectificar, lo correcto éticamente hablando sería separarlo igualmente del cargo y juzgarlo por incompetente, al haber dejado pasar tantos meses para tomar las medidas que desde el principio de su mandato, resultaban obvias e impostergables. Cuando consideramos además, que esta inacción es adrede y consensuada con su círculo de poderes que lo rodean cual sistema de control nacional, teledirigido desde Cuba (como en la cuarta lo era el control desde otras latitudes), nos enfrentamos entonces a una tragedia sin parangón, que requerirá de una actuación judicial como nunca se ha visto en este país, si se quiere por cierto,  tener al menos una mínima esperanza de restituir algún nivel realista y “operable” de confianza social en el sistema republicano.

Las elecciones del venidero Diciembre, no son la panacea que muchos políticos se apuran en declarar, pues el verdadero cambio deseado vendría únicamente con la salida de Nicolás y su combo, seguido inmediatamente de una profunda reestructuración del modelo de hacer las cosas, y que no tiene nada que ver por cierto, con el anhelo de algunos de “volver al pasado”; tendrá que ser algo superior (y distinto), a lo que los “autodisgregados” cuartos y quinto republicanos, han podido ofrecer; requerirá de un profundísimo acto de humildad, como filo necesario por donde pasar antes de aspirar siquiera a la unidad nacional, esta vez “colgada” de un único hilo: La constitucionalidad de la identidad republicana, como único camino para execrar de nuestro imaginario colectivo, la viveza como único patrón de vida individualista exitoso.

Mientras, el “cáncer” resultante que virtualmente nos come desde adentro, y que está constituido por la impunidad, la omisión continua de lo legal, unido al bachaqueo como forma de vida que se yergue ante todos como pedestal al más abyecto egoísmo social y gubernamental, consume lo que va quedando como nación, viendo únicamente mitigados sus efecto por la increíble cantidad de riqueza material que pese al ritmo de extracción y robo, queda aún para reconstruir a una gran nación, …cuando nos demos cuenta de qué es necesario para serlo.

Esta elección que se nos viene encima en Diciembre queridos compatriotas, no es más que la “perra” en celo que les comentaba en una anterior entrada del blog, y detrás de cuyos “aromas” (siempre en dólares), vienen excitados y desbocados, cuantos intereses políticos deseosos de poder, existen en nuestro país. Ninguno de ellos viene por cierto con un proyecto de país bajo el brazo; ni siquiera el chavismo pasó de ser siempre un proyecto personal, al que nunca más del 60% de la población, -y eso en su mejor momento-, apoyó, aunque no por ello tuviera jamás en realidad,  “luz verde” para remodelar la institucionalidad de la nación.
La razón estuvo en que la división fue su principal herramienta de trabajo, convirtiendo con ello en el enemigo visible, a quienes difirieran en criterio o razón, táctica que al mismo tiempo que daba frutos, se convertía también en su mayor desgracia y garantía de fracaso, al no unificar, bajo distinta cosa que no fuera el chavismo; en fin, resultado inevitable al ser la visión de un hombre deseosa de hacerse nación por encima del resto.
Lo cierto es que sea chavista o sea oposicionista la bancada que termine predominando en la Asamblea luego de esas elecciones, el guiso de la inmoralidad, de la ética vilipendiada, seguirá haciendo fiesta, entregando únicamente a las masas algunas prebendas que garanticen la ilusión del día a día (uno a la vez). Las medidas libertarias, las verdaderamente revolucionarias, seguirán azuzando los sueños de aquellos izquierdosos que habiendo rozado el poder, se despertaron fueras de si, al ver la dura y “pesetera” (como dirían los viejos españoles) realidad que nos desborda en la dirección en que miremos.

No sigan esperando de aquel que es incapaz de dar alguna rectificación que a estas alturas rayaría más bien en lo milagroso; Nicolás Maduro no dará lo que solo podía ofrecer teniendo a Chávez vivo: adulación, y eso porque simplemente él se encuentra en la cúspide de la cadena presidencialista de poderes en Venezuela. (De allí por cierto, su necesidad soterrada de frecuentar a figuras que él considera superiores, como es el caso de los hermanos Castro, en Cuba).

Maduro debe renunciar, y no por cierto para instalar en su sitio a un López; Capriles pese a haberse puesto la camisa presidencial por un instante, esta se le salió, al no saber dar las precisas y finas puntadas que permitieran fijar los “botones” para su cierre: Las ideas razonablemente sensatas que construyen entre si, un plan nacional de progreso.

La INAMOVILIDAD LABORAL no puede existir para la figura presidencial; incluso el instrumento del referemdúm revocatorio, se ha convertido en un corsé que asfixia al pais cuando la gestion de un elegido es caotica y desastrosa, ...como la de Maduro.

Maduro debe renunciar, porque es casi una grosería tener que esperar a un revocatorio el próximo año para sacarlo. Eso de por sí, constituiría un acto sádico de parte de quienes detentan el poder en Venezuela, vivan aquí o no.
En definitiva, sigue siendo el panorama venezolano difícil en los días que se alcanzan a ver en el porvenir, aunque no sea nada que no pueda superarse con trabajo, educación y el necesario sacrificio que implica el hacer cumplir la ley.
El resto del sequito que se distribuye el poder en Venezuela, deberá renunciar y enfrentar la justicia; no esa “justicia” de la que hombres como Diosdado se agarran para imponer una demanda de 1000 millones de Bolívares; ningún humilde como usted o yo, -ciudadanos de a pie-, podríamos hacer ese osado y multimillonario acto de reclamo legal. ¿Por qué Diosdado si puede?; ¿De dónde saca el dinero para respaldar una demanda de esa magnitud, con los honorarios legales que ello supone?

Vivimos tiempos difíciles y oscuros, solo porque nosotros mismos lo hemos permitido. Qué tan responsables hemos sido por lo que pasa, será pregunta dolorosa de responder, pero ineludible hasta para el que mas vivaz se perciba, porque como lanza erguida al final del estrecho pozo, nos aguarda a todos al final de esa oscuridad que hemos construido/tolerado/aceptado/ignorado/apoyado, de alguna manera en este país.
El asunto es en resumen, el no desperdiciar tiempo pensando en cómo evitar la afilada e inevitable lanza de la verdad, sino en usar el tiempo en diseñar una estrategia que nos permita ver cómo nos recuperamos de tan profunda herida, sin dejar a nadie moribundo en el camino.