La solución a la terrible encrucijada donde como sociedad disfuncional y país sin rumbo nos encontramos, pasa inevitablemente por una acción que producirá dos vertientes de trabajo; la acción es: Reconocer que estamos divididos, atomizados, fraccionados, y que únicamente mediante la aplicación de la constitución, podremos volver a colocar algo válido por encima de todos nosotros.
El fraccionamiento es tan profundo, que ya no hay manera en que una facción política, pueda asumir el control y restituir la justicia como valor rector de la sociedad. Opocisión y oficialismo son solo fracciones rígidas, cuyo daño interno ya no les hace posible rectificar y adecuarse a este precepto, y que solo mantienen el poder por las viejas y corruptas estructuras que aún permaneciendo viva, permite la sobrevivencia de la dictadura reinante en todos los niveles de gobierno en Venezuela, como consecuencia de la subyugación de lo justo.
No hay manera en que la oposición o el chavismo puedan reinventarse; no hay atajo para esquivar la desgarrante realidad que nos espera adelante. Ya los intereses que prevalecen allí, los orgullos y el poder que la corrupción ha permitido amasar, hacen imposible reconstruir esas torres de Babel donde el único lenguaje común es el del egoísmo de los pocos que manejan el poder político y económico.
No hay revolución rectificable; ni porque resucitara Chávez. No hay MUD que pueda refundarse, porque no tiene quien la refunde. La realidad que existe aún es difícil de excrutar entre la polvareda que de manera inutil nuestras propias acciones levantan, y que en todo caso, nos golpeará con una fuerza insospechada. El único camino, la única solución real para Venezuela, pasa por el consenso nacional, que jamas podría venir de la mano de padrinazgos internacionales, lideres de la supuesta cuarta o quinta república, ni de facción alguna que pretendiese levantarse como custodio de la verdad absoluta.
La solución a los problemas de Venezuela, pasa por algo que aún no somos capaces de reconocer como sociedad, por estar atomizados e inmovilizados en medio de nuestras carencias no entendidas.
La caída de todos los líderes, es a la vez la oportunidad no entendida para la muerte y resurrección.
El desierto que se nos abre frente al horizonte, solo puede ser atravesado por una sociedad que aprenda a lidiar con gerentes mas que con líderes mesiánicos. No hay pueblo sobre esta tierra que supere sus miserias, si no se somete a un valor que puedan todos, poner sin reparo ni condiciones, sobre sus cabezas. Solo una cosa hemos hecho capaz de estar en ese sitial: nuestra constitución. El alma escrita de la nación.
Dejemonos de gozarnos en nuestras propias soberbias, y dediquemos a discernir el asertijo que la vida republicana nos ha exigido resolver para poder convertirnos en sociedad verdaderamente coherente : Dios, Justicia y Pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario