lunes, 18 de agosto de 2014

¿Por qué en vez de comprar camiones, no los hacemos nosotros mismos?

Verán que esta pregunta va mucho más allá de la noticia sobre el mega-negocio que le tocó ahora a los chinos, hacer en Venezuela: Vendernos más de 5000 camiones.
EL UNIVERSAL
lunes 18 de agosto de 2014  11:39 AM
Hefei, China.-  China, el Ministerio de Transporte Terrestre venezolano y CORPOVEX S.A. acaban de firmar un contrato para la adquisición de 5.239 camiones pesados de la compañía JAC Motors, por un valor total de 274 millones de dólares.

Sin mencionar lo que incluya ese negocio con los chinos en términos de apoyo técnico para repararlos, mantenerlos o conducirlos, (IMPORTANTE: Igual da que hubiera sido con los estadounidenses, cubanos, europeos o rusos), finalmente tiene que resultar obvio que los perdedores somos nosotros, (no por cierto aquellos que seguramente habrán cobrado sus respectivas comisiones en dólares), puesto que:

1).-Supone salida de dinero, en $, no ingresos.
2).-Estimula la producción china; anula la producción venezolana de camiones.
3).-La compra se erige como el monumento conmemorativo a la incapacidad de la cuarta y la quinta republica, para organizar al país en dirección de unos objetivos estratégicos y tácticos realistas, medibles y vendibles a la población, en términos de un producto terminado, como sería… un camión.
4).-Promueve la corrupción.
5).-Deja en claro que no hemos estructurado ni levantado el aparataje técnico industrial, (ni estatal, ni privado), capaz de diseñar maquinaria en este sentido, contando con nuestras propias patentes tecnológicas, pese a lo elemental de la técnica necesaria para crear vehículos de combustión interna.

Algunos podrían afirmar que hay que entender que somos una nación limitada por los imperios, y por las “guerras” de todo tipo (menos de las que disparan balas y matan gente que vienen de afuera de nuestras fronteras), y que por ello, no nos ha sido posible crear nada. A eso podríamos decir que en teoría, 15 años por lo menos de patria bonita, grande y soberana, como tanto afirmaba Chávez, deberían haber sido suficientes para haber creado un aparataje técnico industrial y humano, socialmente justo y equilibrado, capaz de por lo menos, de estar en capacidad ya de diseñar los componentes básicos de un vehículo a motor de combustión interna, mostrando para estas fechas, los primeros prototipos autónomos, sólidos y viables.
A esto con toda certeza podrían decir que es únicamente  una versión egoísta de mi parte, y que en realidad, hay multitud de explicaciones (todas con culpables externos a nuestras fronteras), para justificar el actual estado de las cosas.
Ante eso, debería preguntar: ¿Qué pueden decirme entonces que justifique el actual estado de las cosas? ¿Qué garantiza que en los próximos 10 años, digamos, esto no siga siendo exactamente igual a los 10 años precedentes?.
Necesito como respuesta a estas cuestiones, un elemento tangible; no un sueño, no una interpretación rebuscada de una posible carambola de eventos que finalmente pueden casi por azar, lograr el establecimiento de “algo” que pueda finalmente llevarnos a construir algún vehículo,…como un camión.
NOTA: Si a alguien se le ocurrió, les digo que no pueden usar como ejemplo de “hecho en Venezuela”, el vehículo militar “Tiuna”: Ese camión liviano, pese a los grandes esfuerzos entusiastas de nuestros ingenieros y técnicos nacionales, en realidad cuenta con transmisión, sistemas eléctricos, de frenado, de rodamiento, de motor y de iluminación, comprados en el exterior. Fabricar carcasas, chasis y asientos, como lo hacen, no es la respuesta a los planteamientos que aquí hacemos, ni a lo que necesitamos en la gran escala de la nación.
Sé que este tema da para escribir un libro completo, si pretendiéramos incluir todas las políticas y decisiones necesarias para eventualmente lograr crear y producir un camión autóctono, viable y duradero. Sin embargo, no por ello nos debemos cerrar a mencionar algunos lineamientos básicos, -sin orden ni rigidez de cara a futuros análisis y estudios profundos-, por donde comenzaría todo esfuerzo mensurado y realista:

1).- Establecer qué necesitamos, y qué podemos producir, por áreas básicas estratégicas: vehículos, medicinas, electrodomésticos (como neveras y lavadoras, más tv, por ejemplo); luego:
2).-Establecer un censo nacional de necesidades en cantidades de vehículos o equipos a construir en plazos de tiempos medibles y verificables. Proyectar costos y posibles amortizaciones (aclarando que el gasto no reembolsable, referido a I+D, iría a cargo del estado)
3).-Establecer dónde, cómo, con quienes y por cuánto tiempo, crearíamos los diferentes centros de I+D y fabricación, que requeriríamos implementar a nivel nacional (algo así como motores, en Valencia, software en Caracas, Transmisión en Bolívar; Electrónica en Aragua, motores eléctricos, compresores y frenos en el Zulia, por citar algunos ejemplos aleatorios).
4).-Crear una oficina nacional de transferencia de tecnología a los centros de producción privados, mediante corporaciones de capital accionario nacional y particular, que garantice finalmente que la tecnología y la infraestructura creada, sirva a nuestros propósitos, y no al enriquecimiento de pocos, custodiando y controlando  el cumulo de patentes resultantes.

Solo son algunas ideas, que en definitiva requerirían de una ingeniera monumental, y de equipos de trabajo humano enormes, conformados por nosotros mismos, y repartidos estratégicamente en el país, sin color político, sin control político, y sin control gubernamental capaz de sacar beneficio político para sí mismo. Esto tendría que estar enmarcado en el nuevo contexto constitucional que reiteradas ocasiones he definido como el camino a seguir mas allá de la cuarta y quinta republica ficticias sobre las que nos arrastramos testarudamente.

Por esto, es que aun hoy, estos proyectos e ideas de diseño, conciliación de esfuerzos y trabajo en equipo, parecen meras utopías: Aun queriéndome equivocarme, entiendo que no hemos llegado a ese estado de madurez necesario para semejante proyecto nacional, y por ello, los chinos, -y cualquiera que venda algo que necesitemos en medio de nuestra inercia a no hacer nada-, seguirá viviendo de “costillas” como las nuestras.

La decisión sigue pendiente, en nuestras manos, por cierto.

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