Verán que esta pregunta va mucho más
allá de la noticia sobre el mega-negocio que le tocó ahora a los chinos, hacer
en Venezuela: Vendernos más de 5000 camiones.
EL UNIVERSAL
lunes 18 de agosto de 2014 11:39 AM
Hefei, China.- China, el Ministerio de Transporte Terrestre
venezolano y CORPOVEX S.A. acaban de firmar un contrato para la adquisición de
5.239 camiones pesados de la compañía JAC Motors, por un valor total de 274 millones
de dólares.
Sin mencionar lo que incluya ese
negocio con los chinos en términos de apoyo técnico para repararlos,
mantenerlos o conducirlos, (IMPORTANTE:
Igual da que hubiera sido con los
estadounidenses, cubanos, europeos o rusos), finalmente tiene que
resultar obvio que los perdedores somos nosotros, (no por cierto aquellos
que seguramente habrán cobrado sus respectivas comisiones en dólares), puesto
que:
1).-Supone salida de dinero, en $, no ingresos.
2).-Estimula la producción china; anula la producción venezolana de
camiones.
3).-La compra se erige como el monumento conmemorativo a la incapacidad de la
cuarta y la quinta republica, para organizar al país en dirección de unos
objetivos estratégicos y tácticos realistas, medibles y vendibles a la población,
en términos de un producto terminado, como sería… un camión.
4).-Promueve la corrupción.
5).-Deja en claro que no hemos estructurado ni levantado el aparataje técnico
industrial, (ni estatal, ni privado), capaz de diseñar maquinaria en este
sentido, contando con nuestras propias patentes tecnológicas, pese a lo elemental
de la técnica necesaria para crear vehículos de combustión interna.
Algunos podrían afirmar que hay que
entender que somos una nación limitada por los imperios, y por las “guerras” de
todo tipo (menos de las que disparan balas y matan gente que vienen de afuera
de nuestras fronteras), y que por ello, no nos ha sido posible crear nada. A
eso podríamos decir que en teoría, 15 años por lo menos de patria bonita,
grande y soberana, como tanto afirmaba Chávez, deberían haber sido suficientes
para haber creado un aparataje técnico industrial y humano, socialmente justo y
equilibrado, capaz de por lo menos, de estar en capacidad ya de diseñar los
componentes básicos de un vehículo a motor de combustión interna, mostrando
para estas fechas, los primeros prototipos autónomos, sólidos y viables.
A esto con toda certeza podrían decir
que es únicamente una versión egoísta de
mi parte, y que en realidad, hay multitud de explicaciones (todas con culpables
externos a nuestras fronteras), para justificar el actual estado de las cosas.
Ante eso, debería preguntar: ¿Qué pueden decirme entonces que justifique el
actual estado de las cosas? ¿Qué garantiza que en los próximos 10 años,
digamos, esto no siga siendo exactamente igual a los 10 años precedentes?.
Necesito como respuesta a estas
cuestiones, un elemento tangible; no un sueño, no una interpretación rebuscada
de una posible carambola de eventos que finalmente pueden casi por azar, lograr
el establecimiento de “algo” que pueda finalmente llevarnos a construir algún vehículo,…como
un camión.
NOTA: Si a alguien se le ocurrió, les
digo que no pueden usar como ejemplo de “hecho en Venezuela”, el vehículo militar
“Tiuna”: Ese camión liviano, pese a los grandes esfuerzos entusiastas de
nuestros ingenieros y técnicos nacionales, en realidad cuenta con transmisión,
sistemas eléctricos, de frenado, de rodamiento, de motor y de iluminación,
comprados en el exterior. Fabricar carcasas, chasis y asientos, como lo hacen,
no es la respuesta a los planteamientos que aquí hacemos, ni a lo que
necesitamos en la gran escala de la nación.
Sé que este tema da para escribir un
libro completo, si pretendiéramos incluir todas las políticas y decisiones
necesarias para eventualmente lograr crear y producir un camión autóctono,
viable y duradero. Sin embargo, no por ello nos debemos cerrar a mencionar
algunos lineamientos básicos, -sin orden ni rigidez de cara a futuros análisis y
estudios profundos-, por donde comenzaría todo esfuerzo mensurado y realista:
1).- Establecer qué necesitamos, y
qué podemos producir, por áreas básicas estratégicas: vehículos, medicinas, electrodomésticos
(como neveras y lavadoras, más tv, por ejemplo); luego:
2).-Establecer un censo nacional de
necesidades en cantidades de vehículos o equipos a construir en plazos de
tiempos medibles y verificables. Proyectar costos y posibles amortizaciones
(aclarando que el gasto no reembolsable, referido a I+D, iría a cargo del
estado)
3).-Establecer dónde, cómo, con
quienes y por cuánto tiempo, crearíamos los diferentes centros de I+D y fabricación,
que requeriríamos implementar a nivel nacional (algo así como motores, en
Valencia, software en Caracas, Transmisión en Bolívar; Electrónica en Aragua,
motores eléctricos, compresores y frenos en el Zulia, por citar algunos
ejemplos aleatorios).
4).-Crear una oficina nacional de transferencia
de tecnología a los centros de producción privados, mediante corporaciones de
capital accionario nacional y particular, que garantice finalmente que la tecnología
y la infraestructura creada, sirva a nuestros propósitos, y no al
enriquecimiento de pocos, custodiando y controlando el cumulo de patentes resultantes.
Solo son algunas ideas, que en
definitiva requerirían de una ingeniera monumental, y de equipos de trabajo humano
enormes, conformados por nosotros mismos, y repartidos estratégicamente en el país,
sin color político, sin control político, y sin control gubernamental
capaz de sacar beneficio político para sí mismo. Esto tendría que estar
enmarcado en el nuevo contexto constitucional que reiteradas ocasiones he
definido como el camino a seguir mas allá de la cuarta y quinta republica
ficticias sobre las que nos arrastramos testarudamente.
Por esto, es que aun hoy, estos
proyectos e ideas de diseño, conciliación de esfuerzos y trabajo en equipo, parecen
meras utopías: Aun queriéndome equivocarme, entiendo que no hemos llegado a ese
estado de madurez necesario para semejante proyecto nacional, y por ello, los
chinos, -y cualquiera que venda algo que necesitemos en medio de nuestra
inercia a no hacer nada-, seguirá viviendo de “costillas” como las nuestras.
La decisión sigue pendiente, en
nuestras manos, por cierto.
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