Es fácil decir decir que alguien tuvo éxito en algo, estando cómodamente sentado a miles de Kms del sitio del suceso, mientras conversa y maravilla a los que políticamente debe enamorar y comprar.
El canciller de Uruguay se equivoca, porque tan solo al darle la espalda al gobierno de Venezuela, y no bien habían despegado de estas tierras rumbo a sus respectivos países, las cosas volvieron al "cause" de la locura y la negación, y esto se explica simplemente por el hecho de que Venezuela esta moralmente fragmentada, y peligrosamente debilitada en su estructura social, económica y política, con lo que a cada día que pasa en medio de abusos, injusticias, arrogancias, heridos y muertos, se aproxima un final cada vez más difícil para esta etapa "cuartarepublicana" que vivimos.
Esta hermosa nación, con el potencial de ser líder de una nueva era socio-política, no ha llegado al momento donde las mayorías acepten que se requiere una tercera vía, aunque ello suponga un doloroso peregrinar que será difícil de evaluar en el futuro.
Les pido que no se dejen saturar en sus juicios, por ser expuestos a los acontecimientos de cada día. No se trata de ignorar los heridos, maltratados y fallecidos, porque de hecho, ellos deben quedar grabados en nuestra conciencia colectiva profundamente, ya que llegará el momento de buscar con justicia, a los responsables que deberán con sus juicios y condenas, cementar las bases de la confianza nacional que aún estamos por construir.
Mientras, no dejen que las exclamaciones pendencieras de Diosdado Cabello, o la más que previsible por ella misma inhalación de gases lacrimogenos por parte de María Corina Machado a las puertas de la asamblea nacional, hoy devenida en templo chavista a la incapacidad, les abrumen; igual sugerencia les hago para las continuas declaraciones sin sentido constitucional de la defensora del pueblo, o la presidencia del TSJ, que ya de ninguna manera deberían sorprenderles.
Centrémonos en un hecho irreductible: Mientras existan pasiones en la oposición que los obliguen a mirar hacia el pasado con nostalgia, o que el oficialismo siga viendo a Chávez como un líder absoluto, incuestionable e infalible, seguiremos sumergidos en los excrementos de nuestras propias soberbias y errores.
Entendamos que ya no pueden esperar cambios significativos de parte del oficialismo o de la oposición. Ambas partes están agotadas e inmersas en los truculentos rituales propios de las negociaciones innombrables que se dan entre todos esos venezolanos que llamadose políticos, se apresuran sin saberlo, a ejecutar el cierre del duro ciclo cuyo final se nos viene encima.
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