Quisiera comenzar retomando unas palabras que
compartí con ustedes hace unas semanas:
“Chávez solo pierde
por una razón posible: Sus propios y torpes errores.
Chávez solo gana por
una razón posible: La estúpida estrategia de “oposicionista acérrimo”,
que gente como usted, (Julio Borges), asumen”
Así están aún las
cosas en mi opinión. No hay más.
Está de más casi que
recordar que estamos a un mes de aquella fecha que muchos consideran la de un
cambio para Venezuela, sea porque ratifiquen a Chávez y termine de “fundar” lo
que denominan revolución, sea porque gane Capriles y se monten en el aparato burocrático
todos los que ansían despertar de un supuesto mal sueño de 14 años. En lo
personal, no veo en realidad mayor cambio; ya lo he dicho. No hay manera de que
alguien me garantice que con el próximo gobierno, independientemente de su
color, las cosas vayan a tener un viraje importante hacia esa dirección
magnifica y comprometedora de la que tanto hemos reflexionado en este blog; una
rectificación profunda en palabras cortas. Pero no; ni siquiera la necesidad
real de concebir una rectificación se visualiza con fuerza en el horizonte de nuestras
expectativas. Ya en un plano más amplio, y quizás filosófico, podríamos ver que
lo que se ha dado hasta hoy, pareciera ser justo lo posible en función de la poca
claridad que tenemos como sociedad en lo que respecta a nuestras metas,
expectativas y propósitos. Está de más volver a decir que no sabemos aún
desarrollar un gobierno estable sin un líder presidencialista que esté encima
de todos nosotros.
Por eso es que
continuaremos observando sin rubor alguno, en mi humilde opinión, esta precaria
situación en donde por cada “ladrillo” bien hecho, pero mal pegado en
la estructura del progreso nacional, cinco son rotos, y cuatro “desaparecen” en
el proceso, yendo a veces a parar a bancos de “ladrillos” de Europa y EEUU…
Hemos sido testigos
de una lucha que es salvaje y por ello sin decoro alguno, de un lado y del otro
observamos como usan los recursos del estado, de la gobernación o de la alcaldía, -como a sus respectivos funcionarios-,
para realizar todo aquello que justamente la ley prohíbe. La política
partidista, que exige cualquier esfuerzo y justifica cualquier atropello que
pueda ser medianamente maquillado o desmentido luego por un vocero oficial,
lleva a las maquinarias electoreras a su máxima eficiencia, y al país en ese
proceso, a su mayor dispersión social.
Seguramente han
notado como ni los oficialistas, ni los oposicionistas, logran ir a unas
elecciones mediante una tarjeta unitaria; el interés de mantener cuotas de
poder individuales en sus respectivos clubes políticos, puede más que cualquier
argumento colectivo. Los ejemplos saltan a la vista de manera escandalosa, y
solo veamos dos: Primero justicia cree que ganando Capriles, ellos determinarán
todo en la repartición de los cargos, cuando en realidad, solos como partido,
sin el apoyo del resto, no llegarían ni a la esquina; igual cosa ocurre con
Chávez y su PSUV, donde primero, se niegan a compartir poder con sus demás
socios estratégicos, y luego, terminamos viendo como la gente se inscribe más
por tener el carnet partidista que facilite cualquier trámite burocrático, que
por convicción política alguna, pese a lo que cualquiera de su enquistada cúpula
de mando y poder, pueda tratar de desmentir, y todo esto en el más puro y
rancio estilo del viejo partido Acción Democrática.
Luego de todo este
cuadro, y al entrar en las estrellas del show electoral, lo cierto es que tenemos
a un Chávez agotado en su capacidad para “revolucionar” las cosas. No puede
inventar mucho más; no quedan muchas cosas a las que no le haya cambiado el
nombre ya. Al presente, no puede enderezar lo que ha crecido enrollado en torno
a si mismo durante 14 años. Solo él lidera, y a los demás únicamente les ha
quedado la opción cruda y sin sentido de ser burocracia partidista donde
pelearse entre ellos por ver quien encabeza la jaladera de bolas
presidenciales. 14 años han permitido encostrar la cultura del no reclamar, del
no criticar, y en definitiva, del no proponer mejores opciones a la que la
línea presidencial, -irónicamente casi siempre desviada y manipulada por
quienes jalan más duro debajo de Chávez-, imponga. Solo una revolución dentro
de la revolución, si ello aún fuera concebible, (que en lo personal dificulto
ya), que sea capaz de llevarse por los cachos al mismísimo Chávez si fuese
necesario, podría salvar de entre los escombros de la ya vieja revolución, a
los buenos “ladrillos” aún enteros.
En aquel otro lado,
-el derecho-, de la política venezolana, Capriles no logró despertar su musa
estadista; no fue capaz de ir más allá de sí mismo y de las limitaciones de Chávez,
para ofrecer, no algo distinto, sino algo más adelantado, más cercano a la
sindéresis que se esperaría de un presidente que hubiese aprendido lecciones
importantes de este periodo de aciertos y errores revolucionarios de gobierno.
Capriles, dejándose rodear
de personajes insulsos como Aveledo, Borges o Briquet, (y pese a mantener
distancia de M. Machado), no hizo más que ponerse plomo en las alas que la
experiencia deseaba entregarle para otros propósitos. Tan nefasto son estos
personajes para él, como lo son para Chávez Rafael Ramírez, Jorge Jiordani o Jorge Rodríguez, sin
saberlo quizás.
No digo con todo
esto que exista una alternativa a estos dos personajes; eso no existe. No en
este momento. Lo que hago es poner el dedo sobre una llaga de la que muchos
se quieren hacer los desentendidos: La mayoría terminará votando porque
están apasionados con Barrabás o con Barrabás Jr., o porque quieren castigar a
uno, poniendo al otro. Nada más; así de elemental termina siendo nuestra
concepción del mundo: Buscar al menos
malo.
Quizás por eso es
que nadie dirá:
“Ey!, hay que
corregir esto en la revolución, caiga quien caiga”; o
“Chávez, te has equivocado
en esto y en aquello; corrige ya o te despedimos de tus funciones!”;
“Chávez, las
cárceles y la inseguridad están en el reino del caos; has fracasado en eso.
Admítelo”;
“Chávez, has
fracasado en controlar la inflación; jamás pudiste bajarla del 10 o del 20%, en
14 años!”;
“Chávez, ¿Eres
capaz de contabilizar todos los dólares dilapidados en tus 14 años de gobierno?
“Chávez, ¿Cuántos corruptos hay presos en estos
14 años?;
¿Recuperamos el Esequibo?; ¿Ya nadie roba oro?
O quizás alguna frase así:
“Capriles, por
qué no te deslindaste de todos esos dinosaurios políticos?”; “¿Cuál fue
el miedo?”
“Capriles, ¿Por
qué no eres capaz de explicar en una conferencia de tres horas corridas, tu
visión de lo que debe ser la republica?”
“Capriles, ¿Por
qué no fuiste capaz de erigirte como candidato alternativo a Chávez, sin la
necesidad de ir a unas primarias para medirte con aficionados?”
“Capriles, ¿Por qué en un momento tan aciago,
permites que otros expliquen y justifiquen por ti?”
“Capriles, ¿Por qué dejas que tus asesores
engañen a la gente con lo de las misiones, si sabes que de funcionar el
gobierno como debería ser, estas no serian necesarias sin afectar a nadie?;
¿Por qué hacer demagogia tal como la hace la revolución de Chavez?
Es obvio para
ustedes seguramente, que no termino de estar conforme con ninguno de los dos
candidatos; creo que pueden reconocer que yo solo estoy sumando aquello que en
privado me diría un fanático chavista, de la oposición, y viceversa. (El
problema es que cuando un solo individuo resume ambas perspectivas y las dice,
todos lo quieren amedrentar y ridiculizar, como castigo por semejante blasfemia).
El caso, pese a los deseos de las partes con respecto a la otra, es que Capriles
por la forma en que ofrece hacer las cosas, -con el saco de gatos que lleva a
sus espaldas-, y Chávez por lo que ofreció y finalmente no entregó, (dejando
tras de sí una enorme lista de acciones incapaces de mostrarse con la cara
limpia de culpa, de injusticias, o de marañas), es por lo que ambos candidatos
tienen rabo de paja. Hace un tiempo les decía que Chávez es como el
médico especialista que identificó e intervino quirúrgicamente todas las áreas ciertamente
afectadas del cuerpo nacional con éxito, pero por tener la mala maña de no
lavarse las manos antes de operar y de hacerlo sin usar guantes, todo lo
infectó, y ahora el paciente está de pronóstico reservado. Irónicamente, frente
a esto, Capriles luce más como un médico limpio y cuidadoso, pero recién
graduado de la misión Barrio Adentro.
Cada quien con la
posibilidad de votar, debería reflexionar sobre nuestro pasado, presente y
futuro, para buscar comprender por donde y hacia donde debemos ir, pese
a que a fin de cuentas, todos tengamos finalmente que pararnos frente al vacio del
abismo que siempre se interpone entre nosotros y la esperanza, para votar y
seguir con esta evolución nacional, que va mas allá de las escalas de tiempo de
los individuos, y de las sociedades que en sus momentos conforman.
Para concluir, no
quiero dejar de dirigirles unas palabras a los dos candidatos, a los
venezolanos, y a quienes también votarán con nosotros:
Chávez, a ti te digo:
“Mancillaste tus aciertos con los errores y las oportunidades desperdiciadas;
aún no hablas con toda la verdad que logras entender; entregaste soberanía y
justicia a cambio de apoyo y pleitesía. No has sido capaz de propiciar a una
generación de relevo; una que no tenga que rendirte honores, que sea capaz de superar tus propias
carencias y limitaciones”
Capriles, a ti te
digo: “Tu pasado pareciera pesar más que tu presente o tu futuro; el
primero es difuso; el segundo es claro como el cristal que deja ver a los
parias que en torno a ti danzan pese a tus buenas intenciones; muchos de ellos son
representantes del pasado que precisamente trajo a un Chávez al poder, cuando tú
eras más joven. El último, -el futuro-, se te ve disperso, como incapaz de
generar con claridad un compromiso que pudieras escribir con tu propia vida
frente al país”
A los venezolanos: Les
ruego una vez más, analicen a donde hemos ido a parar, con todo lo bueno y todo
lo malo, y en cómo debemos dar los siguientes pasos. Este blog está dedicado a
ustedes.
A los millones de
amigos venidos de otras tierras, y a quienes se les regaló la ciudadanía
plena y con ello el derecho a elegir presidente, les pido encarecidamente:
Voten con sensatez;
vean las fallas con que ya inevitablemente llegamos a estas elecciones, y
escojan a quien pueda corregir los errores de los que fueron también testigos
en sus respectivos países de origen. Les pido que con la sensatez que no
aprendieron aquí, escojan junto a nosotros a quien nos va a gobernar,
(no a representar), bajo este ambiente que pese a todo esfuerzo, sigue teñido
de desorden e injusticia, pues la ley aún es más débil que el sentido de viveza
nacional.
Suena duro, pero es
la realidad. A esto hemos llegado, y no hay signos de que vayamos a rectificar
pronto. Medítenlo.
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