Bueno, finalmente se dio. Entramos
al MERCOSUR.
No fue de la manera que se
esperaba; tampoco lo fue con la aprobación de todos sus miembros; ocurrió casi
que aprovechando una coyuntura; un momento en el cual, y no por coincidencia, el único estado miembro que se oponía a la
entrada de Venezuela, (Paraguay), era “temporalmente” suspendido de la organización,
debido a la destitución de su presidente, por mecanismos constitucionales, por
propia “ocurrencia” de su congreso nacional. (Apelo al humor de aquellas tierras para ilustrar esta entrada al blog).
Ya parecen haber quedado atrás los
tiempos en que se criticaba nuestra salida intempestiva de otra agrupación: la
Comunidad Andina de Naciones. Ahora nos guste o no, estamos de cabeza metidos
en una organización que asocia a dos de las tres economías mas grandes de Latinoamérica,
como ustedes ya bien saben.
No ha sido una asociación con
otros del mismo nivel; lo ha sido con Brasil y Argentina; países cuyas
industrias y comercios de hecho, ya mantienen poderosos y duraderos lazos
comerciales (con nosotros como compradores) con Venezuela.
No pretendo ser negativo, ni sonar
antichavista, pero ni modo, debo decirlo: Esto viene siendo como tener un tratado
de libre comercio con USA. ¿Qué
ofrecemos?, ¿Con qué nos inundarán?
…si vives con gigantes, corres y
creces con apuro, o te aplastan.
Ahora, el siguiente punto: El
presidente manifestó que se disponía a nombrar una comisión presidencial para
proseguir con la incorporación al MERCOSUR. Esto genera varias preguntas:
1.- ¿No debería existir desde hace
tiempo, una comisión que evaluara primero, la conveniencia de nuestra incorporación,
y luego, materializaran una estrategia nacional y de conjunto de todos los
sectores productivos, para comprender
bien las reglas y exigencias de dicho MERCOSUR?
2.- Si se nombra una comisión, -aunque
sea a destiempo-, ¿Por qué debe ser presidencial?; ¿Por qué el presidente debe
bañarse en todos los charcos?; ¿Es la manera de hacer sentir su omnipresencia?;
¿No debería ser solo una comisión nacional?
3.- ¿Es sano entrar “por la puerta de atrás” de una organización
regional que buscar por sobretodo, vender sus productos, originados en sus enormes y masivas maquinarias productivas
nacionales, predominantemente dominadas por el sector privado (caso de
Argentina y Brasil), aún así, y pese a ello, más por razones políticas, que económicas?
MERCOSUR necesita de un comprador,
y Venezuela es ese “cliente” relleno de dólares. Si apartamos a las industrias denominadas
por el presidente como “escuálidas” en nuestro país, -incluyendo a grupos de poder como Industrias Polar-, yo necesito
que el mismísimo presidente me diga: ¿Quién nos queda para sacarle provecho a
esta alianza? Sé que las pequeñas y medianas empresas le podrán sacarle
beneficios a esta organización suramericana en alguna pequeña medida, pero, ¿Tendremos algo mas para afrontar esta
realidad, sin vernos a nosotros mismos por sobretodo, como simples y
compulsivos (políticamente hablando), compradores de productos argentinos,
brasileños, uruguayos y paraguayos?
No soy economista, pero estoy
claro con algo: Independientemente de las estrategias y promesas, si gastamos en comprar, más de lo que
ganamos vendiéndoles a ellos, nosotros seremos los perdedores (y los
compradores), en esta alianza que nos une al MERCOSUR.
Hay que estar atentos con este
asunto. El presidente puede haber hecho algo positivo, a expensas de algo
negativo: Entramos a MERCOSUR, saliéndonos de la CAN. Las razones para esto último
no están claras.
El problema nuevamente, estriba en
que es el presidente el que decidió la cosa. No hubo poder popular de por medio.
No hubo consulta nacional. Por eso yo me pregunto: ¿Qué diferencia a un “dedazo” izquierdista, de un “dedazo” derechista?
En mi opinión, nada, cuando están de por medio los mismos petrodólares y los
mismos y “selectos” beneficiarios de tales decisiones.
Un punto más a evaluar por cada
uno de nosotros.
No dejemos que se “suponga” que hay beneficios, solo
porque un tal Chávez o un tal Capriles lo digan. Ellos no se las saben todas.
Por eso se supone que existen varios mecanismos de gobierno nacional
funcionando a la vez, todos elegidos en elecciones, directa o indirectamente, monitoreándose
al mismo tiempo todos, para garantizar que la arrogancia o la estupidez (la que aparezca primero), no tomen el
control de las cosas.
Con el arranque de la campaña
presidencial en Venezuela, difícil va a ser meditar con cabezas frías estos
asuntos. La debilidad baila entre nosotros.
Una vez más, será una asamblea popular, en acto “soberano”
de elección, la que elegirá entre “Barrabás
y Barrabás junior”.
Ah, y no es un error; Jesús no es
uno de ellos. No hay mesías.
¿De qué otra manera puedo expresar que hemos resumido el asunto electoral a
elegir al menos malo?
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