Actualmente, los caraqueños
mantienen la discusión sobre qué hacer con el antiguo aeropuerto que existe en
el corazón de la ciudad; los proyectos van y vienen, ofreciendo desde parques
multitemáticos y centros de comercio y convención, hasta enormes y macizos
complejos habitacionales, que tienen todos ellos la característica común de incrementar
los requerimientos de energía, agua, y disposición de aguas servidas, a la
ciudad en su conjunto. Ciertamente, cualquier gran complejo elegido, generará
una cantidad importante de empleos temporales, permanentes, directos e indirectos, lo cual no es materia
para desechar de entrada, pero la pregunta
que lleva al centro del asunto es:
¿Un par de miles de empleos, que se pueden generar en todo caso, en otra aérea
económica que no resulte en una asfixia para una ciudad tan grande, justifica
terminar con la única área real de atención de emergencias de la Gran
Caracas?
Otra pregunta:
¿Se olvidan que tarde o temprano, Caracas será azotada por un gran
terremoto que volcará cerros sobre cerros, haciendo a La Carlota, el principal
punto en potencia para rescatar y atender a los caraqueños?
Políticamente, por cosas de querer
mostrar alguna necia novedad, cualquier proyecto faraónico es atractivo, pero
lo cierto es que en lo que seleccionen un proyecto que sea distinto al de dejar
eso así en su distribución básica, por ejemplo, dejándolo como un gran aérea abierta
y despejada, tipo parque natural, en ese momento, estarán condenando a la
muerte a miles de ciudadanos que una vez ocurrido el terremoto, no tendrán: 1.-Donde
ser llevados para atención medica masiva, con vía efectiva de evacuación aérea;
2.- Donde acampar a cielo abierto, ante las probabilidades ciertas de replicas sísmicas;
3.- Donde almacenar, administrar y distribuir adecuadamente los insumos de emergencia:
4.- Donde acumular fallecidos.
Los caraqueños están llamados en
estos meses electoreros a reflexionar profundamente sobre las consecuencias de
sus decisiones políticas para el resto del país, están a tiempo de reflexionar
sobre su propia planificación, de cara a enfrentar un evento que es inevitable, aunque desconozcamos su tiempo
exacto de ocurrencia.
Enterrar los abiertos terrenos de
La Carlota, bajo concreto y acero, por celebrarle las payasadas a un gobernante
de turno, será sin duda, enterrar antes de tiempo, la única cosa que salvaría vidas
llegado el terremoto: La sensatez.
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