Supongo que muchas cosas vienen a la mente
cuando nos planteamos, en una sola frase, lo que debería poseer un candidato
presidencial, -una persona común y
corriente, que considera tener lo necesario para llevar las riendas de una
nación-, y que se nos antoja como cosas
casi que obvias. Sin embargo, ¿Realmente
es evidente lo que requiere tener un candidato presidencial en nuestro país?
Más aún:
¿Le exigimos, sin
reserva alguna a ese candidato, que tenga un perfil básico y un compromiso
firme a cumplir?;
¿Les hemos dicho que
si no cumplen los ponemos “de patitas” en la calle, sin que valga amenaza de
por medio, sin que valga “amenaza tasconiana” de por medio?
Desde hace meses vengo pensando que más de uno
de nosotros se ha hecho estas preguntas, y a la luz de los comportamientos,
tanto de Chávez como de Capriles, casi quisiéramos poder sentarlos frente a
nosotros para decirles en qué se equivocan, preguntarles qué los motiva a
expresar ciertas cosas, y sobre todo, a manifestarles nuestra convicción de que
de seguir por donde van, solo llegarán a unas elecciones presidenciales donde
los venezolanos, -y los extranjeros
cedulados por millones en el presente gobierno-, decidirán entre el “menos malo” de los candidatos. ¿En verdad debemos llegar a eso?; ¿Es lo que
nos corresponde como nación al día de hoy vivir?
Les doy un pequeño ejemplo de esta conducta
nada deseable, y que se repite como nefasto patrón político electoral: Hace uno
días Chávez realizaba una cadena nacional de medios de comunicación radioeléctricos,
donde distintos grupos de trabajo le mostraban a la nación, (aunque admitamos, que con un liderazgo que raya en la idolatría como
el de Chávez, pues parecían dirigirse exclusivamente al presidente), los
avances de varios proyectos y programas militares, que tocaban adelantos más
bien modestos, pero interesantes en materia de defensa. Por si no lo vieron,
les menciono puntualmente que se trató el tema de la fabricación en el país, de
armas largas (fusiles), para las FANB; municiones, chalecos antibalas, armas de precisión de diseño o construcción autóctonos,
así como la futura construcción de radios para uso militar y civil, que podrían
exportarse en futuras etapas productivas. Se mencionó además el tema de la
infraestructura adelantada en varias regiones militares, y se mostró finalmente
los avances realizados en materia de aviones de vuelo autónomos, aptos para la
vigilancia de las fronteras, sin la necesidad de exponer al personal de la
fuerza Armada, a los riesgos intrínsecos de dicha labor.
El punto que Salió a relucir con este asunto,
obviamente en la mentalidad reinante, es que no podía quedar intacto en manos
de quienes lo adversan, y hasta en manos de quienes lo apoyan (al presidente):
Los que actúan en pro, se deshacían en loas y zalamerías mas propias del
ignorante que busca mantener cuotas de poder al estar cerca del presidente, que
del ser sensato que podría decir: “Estas
cosas básicas son necesarias, pero solo junto con las elementales que debemos
resolver”. Mientras, del lado contrario, los oposicionistas se abalanzaron
a desdeñar todo esfuerzo tecnológico o industrial que tenga que ver con la
actividad militar en Venezuela, (siguiendo
en general, la estrategia de descalificar todo lo que haga el gobierno, como
forma de minimizar su impacto de cara a las lecciones, “minimización” que por
cierto, solo es significativa si admitimos que la sociedad en esta nación, come
mas de cuentos que de hechos reales y verificables, producto de un balance
sensato entre errores y aciertos.)
Aquí llego justamente a los candidatos y los
comportamientos de los que hacen gala: Mientras el presidente hacia
proselitismo a costa de una actividad necesaria pero delicada en la vida de una
sociedad que pretende ejercitar la soberanía que pregona, Capriles se lanzaba
raudo a descalificar la realización de tales actividades, indicando que
Venezuela no sería en su gobierno, un país exportador de armas, sino uno “exportador de petróleo, bananas y utensilios
varios”. (discúlpenme la última frase, que es mía; al no especificar que
pretende hacer con estas actividades industriales y tecnológicas más bien
básicas, deja espacio a cualquier conjetura ciertamente basada en el pasado:
Cero industria militar, aunque solo fuera de defensa: Todo se lo compraremos a nuestros “aliados” extranjeros…, dirá el
seguramente…
Entiendo, como les decía hace rato, que no
puede con facilidad, un candidato opositor a Chávez, apoyar cosas del gobierno que pretende vencer,
como por ejemplo, los satélites adquiridos a China, que aunque ciertamente son necesarios
y tienen un impacto directo y positivo en el desarrollo de nuevos campos tecnológicos,
resultan pese a esto, en la actualidad, difíciles de justificar cuando tantas penurias
se viven a diario sin que medie otra cosa que el subdesarrollo, la impunidad, y
la corrupción ante los errores cometidos, pero reconozco también que en ese
proceso de negación a todo lo del oponente, -sea quien sea este-, hemos caído en
un terreno donde nos resulta difícil ver el conjunto completo que somos hoy
como nación, y ello conlleva riesgos de cara a la correcta escogencia de la
estrategia que debe ser necesariamente aceptada y comprendida a nivel nacional.
En pocas palabras: Lo criticable no son los satélites de comunicaciones y de observación y
detección de recursos naturales; lo criticable es que aún hoy, 14 años después,
sigamos resbalando en los mismos errores elementales.
Son este tipo de cosas las que hacen pensar y
preguntarle a los que adversan con o sin razón a Chávez (y al presidente mismo):
¿Qué pretenden exponer en sus campañas
presidenciales, que demuestre realmente que están dispuestos no a “hacer borrón
y cuenta nueva” al más puro estilo caudillista, sino que están prestos a tomar
TODO lo positivo y mejorable, discutirlo a nivel nacional, bajo la premisa de
que somos una sola nación que merece participar en pleno, para dar exclusivamente,
el siguiente paso aún en la misma dirección, solo que sin los errores fundamentales
y garrafales arrastrados?
¿Por qué razón debe el
oponente político, dedicarse a descalificar sistemáticamente todo lo que haga o
diga el gobierno?; ¿Por qué el gobierno se empecina en renegar de cualquier
crítica, posible mejora o cosa que no venga de la palabra santa del presidente
o del sequito de jala bolas que le rodea, que al final de cuentas son incapaces
de autocriticarse?
Entiendo que la vida nos ha estrellado en la cara
que no es posible ver un gobierno con un Chávez arreglando todo por si solo, de
la misma manera en que no verán a un Capriles solventando los entuertos,
mientras cultiva los aciertos. Comprendo que la imposibilidad de esta idea
encierra la génesis del problema que nos acosa: El de no tener coherencia como sociedad, como un solo pueblo
que conociera sin dudarlo, su identidad, su posición en las circunstancias,
y las acciones requeridas para afrontar el diario vivir republicano: Elegir
entre Dios y la ley, para beneficio social de todos, o entre los esfuerzos,
perfectos o imperfectos, pero esfuerzos al fin, de un solo hombre que por
avatares de la vida, ha contado con la magia del verbo para hacer llegar un
mensaje de esperanza, aunque esta última se ejecutara con torpeza extrema y no
pocos puntos por mejorar urgentemente, a lo largo de 14 años.
Las cosas se resuelven
entre todos, y no individualmente. El punto aquí es que todos deben estar
sometidos a la misma ley y a las mismas consecuencias ante las faltas que se
cometan.
Fuera de esto, no es la vía en lo absoluto, la
descalificación automática de parte y parte. Nadie puede negar que intereses
extranjeros con gusto entran en nuestra vida republicana con este gobierno, de
la misma manera en que otros intereses foráneos penetrarán hasta los tuétanos
nuestra sociedad, en lo que los opositores a Chávez pusieran las manos en el
poder. Por donde lo agarren, estamos aprisionados entre los muros que nuestra
propia “desidentidad” (desvenezolanizacion,
como prefiero llamarla), nacional ha levantado. Nos rodeamos de estiércol,
porque en nuestra vida al margen de la ley y la constitución, nuestra viveza ha
distorsionado todo elemento primario que pueda valorar la convivencia, a
expensas de un sacrificio necesario, dado el estado de las cosas en Venezuela.
¿Qué pedirle a Chávez,
que alteró la constitución a su conveniencia mediante un “re-referendum”, únicamente
para pedir la reelección hasta el infinito de su egocéntrica visión, o a
Capriles, que contando con el apoyo de todos los resentidos políticos y de los
que ansían tomar -o retomar- el poder económico que disfrutaron en tiempos de
la ilusión nacional (la cuarta república), no ha dado signos inequívocos de una
franqueza intelectual, política e ideológica en el marco de la Venezuela que
aspira gobernar, para que podamos entender a su vez nuestra limitación como
colectivo incapaz de caminar aún sin la “muleta” de un presidente “más grande
que todos nosotros”?
El asunto se presenta más complicado de lo que
parece, agravado por la evidente sequia de planteamientos nacionales al respecto.
Como si este escenario, de por si precario, no existiera.
En tierra de ciegos,
el tuerto es el rey, y si habla bonito, es el mesías…
Pese a la burla que desató en su momento,
aquella frase de político venezolano Teodoro Petkoff, “Estamos mal, pero vamos bien”, no resulta ahora descabellada a la
vista de la Venezuela que respira y vive en este momento: Un país que ciertamente
ha progresado en su auto reconocimiento, pero que sigue mal.
Hemos sido incapaces de gestar y administrar un
modelo de gobierno estable en el tiempo, y socialmente aceptable por todos.
(Entiéndase que debe ser por todos; el concepto de minorías no
cabe en este sentido; se es venezolano con las “clausulas contractuales –o sea,
constitucionales- que eso implica, o se renuncia a ello y se emigra). Los
candidatos a la presidencia deben mostrar un básico de sentido común: una
atención invariable y sin justificación posible para los retrasos, en los
cuatro temas fundamentales; los que constituyen “las cuatro patas” de la mesa
familiar y republicana venezolana: Seguridad
(personal, colectiva y jurídica), salud (sistema integrado a nivel nacional; alimentación garantizada), educación (universidades sociales, Tecnológicos, centros de investigación y
desarrollo, además del apoyo irrestricto a la idea del cero niño sin educación
y venezolanidad), y trabajo (mínima inflación permanente; oferta de preparación
y fuentes de trabajo endógenas). Esto sin contar el muy necesario decálogo básico de directivas a seguir, y
sobre el cual les pido clemencia por decidirme a repetirlo en este blog por segunda vez. Me ha
parecido oportuno recordarlo, estando a solo meses de unas elecciones presidenciales.
EL DECALOGO:
1.- No podemos hacer nada fuera de la
constitución y la venezolanidad manifiesta en ella, por tanto, nuestra máxima
meta es el bienestar colectivo mediante los más altos valores individuales del
hombre/mujer de Venezuela: Dios, amor, honor bolivariano, verdad libertaria y
justicia nacional, con dos ideas básicas desde todo comienzo:
I.- Dios,
Justicia y pueblo;
II.- ¡Las
leyes son para cumplirlas!
2.- “No puede gastarse dos Bolívares y prestar
otro adicional, si no se tiene más que un Bolívar disponible para pagar”.
Debido a nuestros abundantes ingresos petroleros, estos serán los únicos
proveedores de “crédito” para nuestros planes nacionales de desarrollo, sin que
ello signifique bajo ningún termino convencional, gastar más de la mitad de
dicho ingreso en ello, guardando el resto para posibles etapas sucesivas o
extraordinarias, lo cual incluirá guardar para la próxima generación de
venezolanos
3.- Sólo el gasto social racionalmente
necesario y el de desarrollo técnico industrial nacional, puede justificar
inversión sin ganancia monetaria neta, a condición de que no viole el segundo
postulado. Con ello se ejercerá la verdadera soberanía alimentaria, medica,
electrónica y metalmecánica básica, estimulando y propiciando el diseño y la
producción nacional autóctona, con el consecuente fortalecimiento de la
autoestima como nación, siguiendo la estrategia nacional y de consenso
diseñada.
4.- Únicamente al satisfacerse adecuadamente
los cuatro pilares básicos venezolanos de la estabilidad socio familiar (salud,
educación, seguridad laboral y jurídica, -mencionados
anteriormente-), se podrá considerar el
invertir u obsequiar recursos en el extranjero con fines humanitarios y de
desarrollo, fuera de los acuerdos legalmente ya suscritos por la nación, y
tomados en cuenta por la misma constitución.
5.- Cada hombre o mujer relacionada con la
administración pública, responsable de una o más delitos y/o penurias
colectivas o individuales en nuestro territorio, una vez debidamente juzgado,
se le registrará públicamente su acción e identidad, para nunca ser olvidada.
6.- Nadie podrá pasar necesidad en los cuatro
pilares básicos, al estar amparada ésta por los derechos humanos suscritos por
la nación, para lo cual también el estado asistirá y garantizará la manera en
que esa persona asistida pueda compensar al colectivo, mediante su voluntario y
valioso aporte laboral.
7.- Ante la injusticia y culpabilidad del
colectivo en el manejo de la nación durante las últimas 7 décadas, una gran
etapa de amnistía nacional será aplicada, exceptuando a aquellos cuyas acciones
implicaran la muerte comprobada y premeditada de otros, o la dilapidación de
extraordinarios recursos económicos.
8.- Todo menor de 18 estudiará así trabaje,
y todo mayor de 18 trabajará así estudie, salvo los casos excepcionales
establecidos por las leyes. El estado garantizara esto, so pena de ser suspendido del cargo público. Tan importante como
aprender la venezolanidad, es que se aprenda el valor del trabajo digno, como
elemento clave de progreso personal, y colectivo.
9.- Los trabajos relacionados a las labores de Medicina/salubridad, policía/defensa, educación y justicia,
implicados a su vez estratégicamente con los cuatro pilares mencionados, serán los
mejores remunerados, fiscalizados y reconocidos, desde el mismo momento en
que comience el proceso de estabilización nacional. Todo individuo tomado
prestado para la administración pública, se le garantizará su reinserción
exitosa al campo no político nacional, una vez terminada su función, a fin de
evitarle “tentaciones de hurto y corrupción” durante su labor publica. Su
disponibilidad a la orden de los consejos nacionales de asesoramiento a crear
en el futuro, será una de las recompensas para algunos de los más destacados
individuos observados en estas y otras disciplinas fundamentales de la sociedad
venezolana.
10.- Ningún cambio constitucional tendrá efecto
hasta el siguiente periodo de gobierno, donde su influencia sobre los
proponentes no sea mayor que para el resto de la población.
Más adelante quizás podría ser recomendable
alguna medida que permitiera a todo funcionario público, igual que diputados,
alcaldes, gobernadores y presidente, demostrar su correcto y honroso desempeño,
para lo cual voluntariamente, aparte de no aceptar otro cargo público durante
ese periodo, entregaría su pasaporte y se comprometería a no salir del país
hasta tanto, se le verifique su patrimonio y actuar público, lo cual debería
cubrir un periodo no mayor de seis meses, en una administración eficiente.
Posterior a esto, el reconocimiento público por su intachable labor, es
necesario.
Una revisión exhaustiva de todos los acuerdos
internacionales (bilaterales o multilaterales) firmados y en vigor por todos
los gobiernos es necesaria. Tanto por lo menos como la ratificación de nuestras
fronteras y de los reclamos que por motivo de ellas tengamos con nuestros
vecinos.
Como en aquella entrada del blog (24 Diciembre,
2010), me permito recordarle también algunos términos elementales en mi humilde
opinión; gustoso los invito a reflexionar en ellos, y mejorarlos, para que en
caso de tener alguno de Ustedes acceso a Chávez, o a Capriles, (y vaya que si
uno se entera de que también esto le fue enviado al otro, no lo leerá
seguramente…) pueda hacerle llegar algunas de estas ideas, ya mejoradas por
quienes leen:
Educación; aprender a exigirle a los
funcionarios públicos, mediante un esfuerzo sistemático por parte de todos nosotros,
de un buen desempeño y una atención permanente a lo que requiere el colectivo
representado, así como a los resultados de cada labor emprendida para cubrir
esas necesidades.
Esfuerzo: No tanto para sobrevivir en medio
de la negligencia de los gobiernos que no cubren efectivamente las necesidades,
sino para hacerle ese seguimiento requerido por los políticos. No será fácil.
No tenemos la cultura de ello, aunque la experiencia de los últimos 10 años ha
servido de manera significativa. Insisto en esto.
Humildad: Porque todos somos responsables
por el país que tenemos, un salto hacia la paz pasa necesariamente por la
expresión de la humildad, y todas sus implicaciones personales, familiares y
sociales.
Credulidad: creer que en verdad se puede.
Creer que en verdad mirar hacia adelante, y mirar hacia allá, implica dar un
paso a la vez, con un pequeño logro seguro en cada ocasión, de allí la
necesidad de la persistencia, de la planificación, y de la unidad con la
venezolanidad como bandera.
Estrategia: necesaria como el aire. Clara como
éste, y “respirada” por todos, por igual.
Presidencia/Presidente: Un mandatario normal, que inspire
respeto por su correcto actuar, capaz de hablar con la verdad a todos, incapaz
de ocultar lo que pasa, y dispuesto cuando lo requiera, a reconocer que
necesita ayuda para cumplir lo necesario para mejorar. Un presidente decidido a
renunciar tan pronto detecte que su trabajo no está rindiendo frutos, pero
también resuelto a señalar cada error y cada individuo involucrado en las
fallas. En definitiva, un tipo capaz de decirles a los funcionarios subalternos
y electos, como a la gente, que si no cumplimos la venezolanidad, la constitución
y las leyes, entraremos silenciosamente en el camino circular del fracaso.
No se detiene a justificar su humildad, ni su
austeridad a la hora de no gastar los dineros públicos en cosas que no
beneficien al colectivo. Su guardarropa no sería mayor que el de un ciudadano
promedio, y reprocharía a cualquier funcionario que actúe en contra de la moral
republicana en este sentido. Por ello se aleja de otorgar cualquier “favor”
especial.
No temerá decirnos cuando está rodeado de
intereses políticos y económicos ajenos a lo que ofreció en campaña, que
pudieran arrastrarnos a todos al fracaso y que necesita por tanto de nuestra
contraloría para evitarlo; tampoco temerá exigir el tiempo que como cabeza de
familia, -si fuera el caso-, requeriría, a fin de mantener su rol como padre,
su entorno y su salud emocional, como cualquier ciudadano normal. Desde el
principio, dejará claro que aborrece a los zalameros y jaladores de testículos,
a quienes no dudará en identificar y alejar; no temerá denunciar cuando algunos
le estén pidiendo favores por el apoyo electoral ofrecido. Nos dirá sin pelos
en la lengua cuando algún factor externo a la nación, pretenda desviarnos de
nuestra venezolanidad en aras de la hipocresía diplomática. Trabajará como lo
que es: un servidor público. Se esmerará en preparar el terreno para un buen
desempeño del próximo que llegue a la presidencia.
No nos pondrá la mano en el hombro como el jefe
que se lleva bien con sus empleados; más bien se dejará poner la mano del
colectivo en el hombro, en clara sumisión al mandato de la sociedad
republicana.
En resumen, será un venezolano (hombre o mujer)
llamado al puesto, y no un político que se sacó el premio.
No esperen queridos compatriotas, que la receta
para mejorar sea mucho más larga que esta; lo básico es también lo más difícil de
lograr; por eso les he hablado insistentemente sobre la revolución que de por
si constituiría el que decidiéramos cumplir con la constitución y las leyes,
todos por igual.
Por eso las leyes son lo que son; por su
“horizontalidad” para ser aplicada sobre todos por igual, en una teoría que
debemos llevar pronta y rigurosamente a la práctica.
Por lo mismo es que las ideas básicas, en
apariencia “asépticas”, como la del ideal de la venezolanidad, pueden tener
éxito sobre otros paradigmas elaborados, más parecidos a convenientes
adoctrinamientos antinaturales que otra cosa. Espero estar siendo claro en este
punto, amigos míos. Lo que no agrede la susceptibilidad, por saberse aplicado a
todos, es más fácil de digerir y practicar.
En esa oportunidad cerraba el artículo con la
siguiente reflexión:
“El
pasado solo es tolerable cuando sus lecciones iluminan lo que forjamos en el
presente; si de alguna manera los eventos del pasado siguen arrastrándose como
excremento fresco de perro pegado al zapato, el presente es maloliente e
incomodo; no nos deja pensar, organizarnos, planificar y construir milímetro a
milímetro los futuros que deseamos.
Límpienle los zapatos
al presente y no culpen al perro; continuemos caminando.”
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Piensen muy bien en las cosas buenas y malas
que hemos vivido hasta el presente que nos ofrece la oportunidad de cambiar de presidente
o ratificar al que tenemos. (…Lamentablemente no existe manera de decirle: “te queremos mantener allí, pero queremos
que cambies esto y aquello que no nos gusta; si aceptas, estás contratado por 6
años más”). Busquen la mejor manera de balancear lo que el sentido común,
sin apasionamiento hacia individuo alguno, nos permita diseñar de cara al logro
de la Venezuela que ya nuestros nietos, mediante nuestros hijos ,-que no
nosotros, llamados a inmolarnos en el
trabajo duro requerido por la nación que debemos sacar de entre los escombros
de nuestras estructuras mentales-.
Piensen
en los pasos a seguir luego del triunfo de cualquiera de ellos, porque arrearlos
y mantenerlos derechos, será el siguiente e inevitable paso, si no queremos
caer en el juego de los políticos, y esto, queridos compatriotas, requiere participación;
del tipo de la que siempre nos ha faltado.
…aun hay tiempo.
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