No les voy a hablar de lo obvio y de lo ya dicho.
Sabemos que mucho falta por contar de aquellas fechas en nuestra historia reciente; Todos presentimos que ambas partes participaron abierta o encubiertamente en esos eventos. Nadie a estas alturas duda de los intríngulis que existieron y que aún hoy se arrastran como serpientes envejecidas y gordas entre nosotros.
Todos estamos claros que fue un golpe, pero… “una estupidez de golpe”.
Nadie sabe como por TV salen un poco de militares diciendo cuanta cosa se les ocurría, mientras el presidente daba muestras de no poder controlar la situación (!), al tiempo que sindicatos, iglesia católica y petroleros devenidos estos últimos en especie de mafia extorsionadora, daban “partes de guerra” con la anuencia diaria de los medios de comunicación y del propio gobierno.
En esos días, miles de personas, como no se ha visto antes (o después) en Venezuela, mostraban su descontento con las políticas en vigencia del gobierno de Hugo Chávez, (aunque no supieran con claridad cual era la alternativa, cosa que a su vez propició los abusos que vimos en esas mismas jornadas), en las calles, al tiempo que quizás los más radicales entusiastas del gobierno de turno rodaban en motos, defendiendo al presidente de no sabían que cosa.
En el ínterin, la mayoría presenciaba desde sus casas y trabajos, -con cierta incredulidad-, los eventos que se sucedían, como quien no acierta a creer que del escándalo Protagonizado entre las partes, se pasaría a esto, sin que supiésemos de los planes que cada lado, desencadenándose por fin el desorden cuando aquel célebre general lanzó su lacónica frase “…el presidente renunció…”.
De allí en adelante, el caos, la muerte, la mentira, el tráfico de poder y los intereses de no pocos venezolanos y extranjeros, así como representantes y diplomáticos de naciones que corrían sin control en la Caracas del momento, procurando tomar posición estratégica para lo que viniera.
“La estupidez de golpe”, se había concretado.
En un instante dado, un inoportuno y ridículo Pedro Carmona Estanga, con toda la parafernalia propia de Fedecamaras, se reúne con un grupo, -no menos ridículo- , de gentes, todos huérfanos del poder que los cobijó y apadrinó en algún momento. Allí, en cadena conveniente de medios a nivel nacional, “Pedro el breve”, -como lo llamarían luego-, deshace de un plumazo todo lo que se había hecho en materia de reformas, sin importar su efectividad o no, en medio de autoproclamaciones y vítores de quienes estaban presentes, celebrando de antemano el regreso del statu quo del que gozaron.
¡Como se veían locos por volver al pasado, renegando lo sucedido como si de una pesadilla para sus parcelas de poder se tratara!
Del otro lado de la ecuación, un gobierno nacional débil, desdibujado, sin brújula propia, pedía orientación, mientras el presidente era conducido mansamente a un cómodo exilio temporal y circunstancial, en la isla de la Orchila, desde hace décadas, refugio vacacional para cuanto familiar presidencial quisiera armar fiestas.
No mucho debió hacer el gobierno; la fortuna hizo que todo aquel parapeto por lo mal armado que estaba, monumento a la improvisación y a la estupidez de lo que lleva la marca “hecho en Venezuela”, se cayera definitivamente por sí solo.
La estupidez de golpe había terminado.
Resultado: un gobierno que se levantó con un radicalismo predecible, y una oposición que se lanzó al oposicionismo torpe y visceral.
Conclusión: Pérdida de tiempo para todos, valores desdibujados y la Venezuela que tenemos hoy entre manos, con sus virtudes y sus males medulares intactos.
Casi 10 años después, nos vienen sectores del gobierno y del estado, con eso de que van a acelerar las investigaciones, o que van a investigar esto o aquello.
¡Hipócritas! Pedro Carmona tiene años en Colombia y nada que lo piden en extradición, (al menos, con la misma resolución que al delincuente Makled), pero eso si, como se “afincaron” con los peones de ese triste ajedrez que jugaron en esos días y que hoy purgan condenas emergidas de juicios de dudoso proceder.
A juicio van los mas pendejos, o el que no tiene con qué pagar. Punto.
Les digo algo: Los principales actores del momento, básicamente salieron tranquilos, como si no pasara nada.
Son 5 los personajes emblemáticos que nunca fueron tocados por su participación de forma directa, pese a que sus acciones u omisiones agregaron combustible al fuego:
Lucas Rincón, quien siendo el de mayor jerarquía dentro de la institución castrense, dijo tranquilamente por TV, que el presidente había renunciado, desencadenándolo todo, para acto seguido, desaparecer misteriosamente.
Pedro C. Estanga, por auto coronarse presidente y haber sido el estúpido de esa jornada.
Manuel Rosales, por haber firmado el despreciable decreto siendo un gobernador en representación de los otros firmantes. ¡Qué distinta seria su imagen si en medio de esa cadena de medios, y estando en frente de Estanga, le hubiera roto en la cara el miserable decreto, al tiempo que lo llamara golpista!
Diosdado cabello, que siendo vicepresidente, fue a esconderse como si el asunto no tuviera que ver con él. Ante la falta del presidente, tenía que haberse presentado con firmeza, para asumir el mando. Distinto hubiera sido todo entonces.
Por último, y con el respeto que su investidura merece, Hugo Chávez, por haber permitido, la suma de eso eventos. El fue el principio y el fin de este cuento que no sabemos si nos lo contaron, o si lo inventaron.
¿Astucia extrema o suerte de principiante?
Nota: El resto de los firmantes deberían estar siendo procesados, y sus nombres publicados, pues al firmar, no renegaron del presidente en ejercicio, sino de toda la estructura jurídica de la nación
En todo caso, y volviendo al presidente, la providencia quiso que tuviera 10 años de gobierno extra, lo que a nosotros, pasado el mismo periodo, nos dio un mayor grado de madurez política, para acompañarlo o despedirlo.
Les recuerdo que no soy historiador ni reportero; solo les cuento lo que yo vi por televisión como cualquier otro: Las cadenas de Globovisión con su aterrador tema musical de fondo permanente; los medios impresos luchando por la primicia, y algunos periodistas muy contados, señalando los errores que se estaban cometiendo, a través de la radio.
Solo recuerdo mi renegar frente al TV, por un sonriente Estanga mientras se sentía presidente de la república. “No es posible”, me decía; “Esto va a terminar mal”, “¿Quién les dio el derecho a violar también la constitución?”, me repetía…
El resto de la historia, como les decía, la conocemos todos. Hago esta breve reflexión porque no quisiera queridos compatriotas, que nuestra débil memoria terminara siendo “ayudada” por las “muletas” que son las versiones “históricas y convenientes” de una parte u otra.
Considero que estos personajes deben hacerse un profundo examen de conciencia; al menos, tan profundo como el que debe hacerse cada buen venezolano sobre este territorio. Sabemos por tanto comentarlo, que ningún error se rectifica, sino se acepta primero la responsabilidad de lo sucedido, y la obligación de rectificar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario