sábado, 24 de diciembre de 2016

¿Y Ahora que en Venezuela?

Es navidad.
La política, personificada al presente por un patético presidente y por un séquito de entusiastas usuarios de la cosa pública y ajena, que cual Grinch nórdico, se han encargado de robar lo pagano de la festividad, se antoja fatalmente herida, padeciendo en los estertores de su comprometida salud, un final imparable y necesario para el surgimiento de una nueva oportunidad republicana.
Y esto es importante, porque siempre lo más determinante en la vida es lo que precisamente está por delante en conjugación con ese presente inmediato que nos obsesiona, y por ello un nuevo año que nos llega es la oportunidad de navegar el universo de las circunstancias venezolanas que se resume sin embargo en enfrentar la gran decisión como sociedad, de resolverse, o bien, a enmendar las cosas que nos han traído hasta esta vacuidad hecha país, o bien, perecer en la sumisión y resignarnos a transformarnos en algo que ya no sería la “Venezuela bonita” que soñábamos pero que sin embargo, nunca fue.
Y lo digo porque debemos aclarar que no podemos ser incautos: Nuestra sociedad siempre fue un “cerdo salvaje” cubierto con un manto de seda blanca. Venimos de una historia plagada de guerras, combates, caudillos, y es por eso que de vez en cuando, en lo que el poder está disponible para todos, la aberración asume el control, y el resultado es el típico que ahora vivimos y padecemos.
Pese a esto, convencido estoy de que tenemos un enorme potencial también para lo bueno y sensato, lo cual por cierto, más de una vez hemos expresado a través de las cosas maravillosas de las que somos capaces como individuos y como sociedad, aunque no por ello volteemos la mirada lejos de las detalles terriblemente viciosos que han hecho vida entre nosotros, -de manera soterrada usualmente-, y que bajo ningún concepto deben ser minimizadas, ignoradas o censuradas; hacerlo sería  darle nuevamente la oportunidad al mesianismo para ocupar el aún fresco “vacío” dejado por Chávez y la laxitud social a ser arreada.
“No hay vicio del que se pueda liberar un alma, sin enfrentarlo primero y aceptar toda su cruda realidad”.
Lo que somos no debemos ocultarlo; hacerlo sería incurrir en el error de otras sociedades que allende a nuestras fronteras han preferido convertir en “estadísticas colaterales”, sus mayores debilidades y fallas. Es cierto que los métodos de la violencia en Venezuela se han visto “enriquecidos” sin que lo pretendiéramos, por las ideas y métodos importados desde Colombia, México o llegados sin resistencia alguna desde la misma TV estadounidense con sus cada vez más retorcidos programas de “entretenimiento”, pero ello no nos resta gravedad frente al hecho puntual de como siendo sociedad, hemos sido cómplice de su tolerante incorporación en el diario vivir de la nación.
Dicho esto, es hora de decidir.
¿Seremos más que nuestra propia historia, o nos dejaremos ahogar en los ya documentados fracasos sociales del siglo XIX y XX?

Si escribo estas líneas y lo hago hoy, cuando me preparo para compartir con mi familia una noche de significado espiritual, es porque definitivamente confío en que si podemos dar un cambio en el rumbo que seguimos, y lanzarnos en una aventura realmente espectacular y emocionante de descubrimiento y reorganización social, sin más sobresaltos que los producidos por la fuerza y profundidad de nuestros sueños morales y éticos.
¿Y ahora qué en Venezuela; cuáles son las opciones?
Ya en el 2012 las manifestaba, y no me detuve para recordárselos allí a mediados del 2016: Es definitivo y necesario el establecer el requisito de acordar el cumplimiento del un decálogo de valores, traducido en directrices concretas, que vayan más allá de los componentes de la sociedad que conformamos, ya que solo las nociones superiores a todos nosotros (pero compartidas por consentimiento mutuo), son capaces de impulsarnos de forma continua y sin cortapisas:
EL “DECALOGO”  DEL COMPROMISO FUNDAMENTAL:
1.- No podemos hacer nada fuera de la constitución y la venezolanidad manifiesta en ella, por tanto, nuestra máxima meta es el bienestar colectivo mediante los más altos valores individuales del hombre/mujer de Venezuela: Dios, honor bolivariano, verdad libertaria y justicia nacional. Esto únicamente podrá ser alterado por el ejercicio soberano de la sociedad venezolana toda, a través de la solicitud y realización de referéndum.
2.- “No pueden gastarse dos Bolívares (y prestar otro adicional), si no se tiene más que un Bolívar disponible para gastar”. Debido a nuestros abundantes ingresos petroleros, estos serán los únicos proveedores de “crédito” para nuestros planes nacionales de desarrollo, organizados mediante la planificación racional del tiempo republicano, sin que ello signifique bajo ningún termino convencional, gastar más de la mitad de dicho ingreso en ello, guardando el resto para posibles etapas sucesivas o extraordinarias, lo cual incluirá la protección de los planes de desarrollo ulteriores para la siguiente generación de venezolanos.
3.- Sólo el gasto social racionalmente necesario y el de desarrollo técnico industrial nacional, puede justificar inversión sin ganancia monetaria neta, a condición de que no viole el segundo postulado. Con ello se ejercerá la verdadera soberanía alimentaria, medica, electrónica y metalmecánica básica, estimulando y propiciando el diseño y la producción autóctona, con el consecuente fortalecimiento de la autoestima como nación, siguiendo una estrategia nacional y de consenso claramente diseñada y refrendada por las mayorías.
4.- Únicamente al satisfacerse adecuadamente los cuatro pilares básicos venezolanos de la estabilidad socio familiar (salud, educación, seguridad laboral y marco jurídico) en el marco de un tiempo razonable a futuro, se podrá considerar el invertir (más no obsequiar) recursos en el extranjero, con fines humanitarios y de desarrollo fuera de los acuerdos legalmente ya suscritos por la nación y tomados en cuenta por la misma constitución.
5.- Cada hombre o mujer relacionada con la administración pública, responsable de uno o más delitos y/o penurias colectivas o individuales en nuestro territorio, una vez debidamente juzgado, se le registrará públicamente su acción e identidad, para nunca ser olvidada. Esto ha de ser incorporado como clausula dentro de cualquier contratación o asignación de cargo público, de manera que su aceptación sea eminentemente voluntaria. No podemos permitir la impunidad.
6.- Nadie podrá pasar necesidad en los cuatro pilares básicos, al estar amparado cada ciudadano y extranjero/visitante por los derechos humanos suscritos por la nación, para lo cual también el estado asistirá y garantizará la manera en que esa persona asistida pueda compensar al colectivo, mediante su voluntario y valioso aporte laboral (Necesario es sembrar la noción de que nada es gratis, aparte del amor). Deseamos una sociedad de colaboradores, no de vividores.
7.- Ante la injusticia y culpabilidad social en el manejo de la nación durante las últimas 7 décadas, una gran etapa de amnistía nacional será aplicada, exceptuando a aquellos cuyas acciones implicaran la muerte comprobada y premeditada de otros, o la dilapidación de extraordinarios recursos económicos, los cuales deberán ser repatriados.
8.- Todo menor de 18 estudiará así trabaje, y todo mayor de 18 trabajará así estudie, salvo los casos excepcionales establecidos por las leyes. El estado garantizará esto a través de todo funcionario asignado para el cumplimiento de este mandato, so pena de ser suspendido del cargo público. Tan importante como aprender la venezolanidad, es que se aprenda el valor del trabajo digno, como elemento clave de progreso personal, y colectivo.
9.- Los trabajos relacionados a las labores de Medicina/salubridad, policía/defensa, educación y justicia, implicados a su vez estratégicamente con los cuatro pilares mencionados, serán los mejores remunerados, fiscalizados y reconocidos, desde el mismo momento en que comience el proceso de estabilización nacional. Todo individuo tomado prestado para la administración de lo público, se le garantizará su reinserción exitosa al campo no político nacional, una vez terminada su función, a fin de evitarle “tentaciones de hurto y corrupción” durante su labor publica. Su disponibilidad a la orden de los consejos nacionales de asesoramiento a crear en el futuro, será una de las recompensas para algunos de los más destacados individuos observados en estas y otras disciplinas fundamentales de la sociedad venezolana.
10.- Ningún cambio constitucional tendrá efecto hasta el siguiente periodo de gobierno, donde su influencia sobre los proponentes no sea mayor que para el resto de la población.

Cosas simples, pero que llevarlas a efecto resultan en una labor titánica, únicamente capaz de ser materializada por hombres y mujeres resueltos a construir, a lograr el derecho a poder decirse constructores de un mundo nuevo.
El estado actual de las cosas posibilita que directrices sencillas permitan generar profundos cambios. Esa es la fortaleza expuesta y a nuestro alcance en medio de la debilidad de una republica disgregada y al borde de la futilidad más absoluta concebible.
Estoy lleno de Fe; hemos llegado hasta aquí con nuestros valores intactos a pesar de la supina estupidez de quienes gobiernan, y solo por ello nos estamos ganando el derecho soberano de lograr proezas que aún muchos ni se atreven a soñar en otras partes del mundo.
No se dejen robar lo único que cuenta en verdad: Los valores que construyen los puentes con los que nuestros hijos exploran sus propias vidas.


Felices fiestas.

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