Dia tras dia, y como retando hasta la misma calma a la que estaba acostumbrado el colectivo humano de Venezuela en estas fechas, la cosecha de tantos "desaciertos" sembrados sigue su curso, y con ello el desconsuelo de las masas que todavia no encuentran sentido al descalabro que derrumba todo alrededor.
Tarde o temprano toda sociedad que centra en un solo individuo la suma de sus decisiones importantes, -en detrimento de su estructura institucional-, termina arrojada por el abismo de la improvisación y de la perdida innecesaria.
¿O no es innecesaria?
Los ciclos sociales existen; eso no hay que explicarlo, pues de sobra lo han hecho ya los estudiosos del tema. Nuestra sociedad (que no el país, que tan solo es un "reflejo" en el espejo humano de la vida como colectivo), que pasa por una transición cíclica de enormes consecuencias, y cuyo desenlace se pierde en la oscuridad de los años por venir, se debate ahora entre los estertores de un fin anunciado, y un nacimiento no esperado.
Los actores políticos lucen agotados y desgastados, sin ideas claras; los medios de comunicación nunca habían "descomunicado" como ahora; los periodistas jamas habían estado tan "circunscritos" a describir eventos, sin adentrarse en las consecuencias o en las causas, mientras que las instituciones se han empeñado sin coordinación predeterminada, a formalizar la impunidad y el trampa como forma de organización social que ha pretendido ser elevada al rango de república, con las terribles consecuencias que ahora vemos entre la ética y la moralidad que se pierden, cual hilos de sangre que descienden por un cuerpo herido y atormentado.
Cuando la improvisación se hace pan diario sin que exista castigo por los daños causados, sabemos que estamos cerca del final de algo; cuando los políticos se ven mas contundentes a través de los twiter que escriben que por lo que hacen en la calle, intuimos que algo esta desahuciado y presto a concluir.
Ver a un presidente negar toda responsabilidad ante los acontecimientos, (al igual que su séquito de zalameros políticos que asumen lo que haya que asumir para mantenerse en el intimo circulo de poder), es también ver como pretende eternizarse la cadena de malas decisiones que une mediante sus patéticos eslabones de anarquía y atraso político y económico, a toda la sociedad.
No hay excusa para vivir de error en error, independientemente de que "algo" en medio, salga medianamente bien.
No hay excusa para vivir de error en error, independientemente de que "algo" en medio, salga medianamente bien.
Debe comprenderse lo que asomé hace unos instantes: El "país" es reflejo en el "espejo" de la "sociedad". No al revés.
De nuestra claridad en la necesidad de las estructuras institucionales, e inmediatamente en la igualmente necesaria muestra de compromiso inobjetable a ejercer la vida social a través del amparo de estas instituciones, teniendo como piso a la constitución y como cielo a nuestras creencias, depende la estabilidad misma no del país como república, sino de la república misma como forma de luz que "refleja" nuestra "imagen social" en el espejo que da forma al país (ahora si), que proyectamos y aspiramos como camino para la prosperidad.
Contemplen de esta manera las cosas, y entenderán el por qué Maduro sigue en el poder tres años después de llegar a el, pese a su pésimo trabajo y actuar.
Piensen así y deducirán rápidamente las causas del pobre desempeño de la Asamblea Nacional, de la MUD, y del PSUV.
Usen ese angulo y entenderán el por que del torpe movimiento que ha significado el cono monetario, la inflación, el billete de 100, la frustración popular hecha acción anarquica (ante la falta de liderazgos congruentes), un TSJ silente, un BCV invisible, y unas FANB solo en modo represivo.
Observen la inacción de todos los políticos, y comprenderán los intringulis que limitan conceptualmente cualquier despertar moral en medio de una explosión de honestidad y cooperación supra partidista.
Mientras, los escollos no dejan en pie a nadie que pretenda seguir el camino ya andado. El cambio a de llegar, si se pretende mantener alguna coherencia como nación. No somos Libia, ni Siria, pero no estamos muy lejos de traer a la mente la imagen de una colonia de esclavos, centrada en seguir las instrucciones de su amo: Ese que ven en el espejo, y que no es mas que imagen distorsionada de si mismos.
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