Como
en una cosecha, necesitamos aprender a recoger solo lo bueno.
A
lo largo de estos años, hemos precisado la condición que han personificado,
primero los que fueron gobierno durante la “cuarta república” (AD, COPEI y el Chiripero restante), y luego a los que
viniendo del vientre de ese periodo (más o menos de 1958 a 1992), dieron origen
a una “quinta república” (MVR, PSUV y su respectivo “Chiripero”), caracterizada
por ser como un “espejo” del primero (pero con los colores y los personajes
invertidos), pues estaba constituida por personeros que resultaron educados en, o conversos por, ese periodo cuartorepublicano,
llevando esto como resultado al levantamiento y caída (una vez más), de
otro periodo de gobierno a expensas fundamentalmente del buen precio petrolero
y de la consecuente capacidad para inyectar recursos económicos en una sociedad
que ha permanecido incapaz de exigir y aprovechar estos dineros entregados (con las respectivas “alcabalas” de intereses
grupales de poder por medio), en una construcción que resultase coherente
hacia el futuro, más participativa y honorablemente representativa.
Ahora,
cuando estamos a todas luces de pie entre
los escombros de una sociedad y un país, mientras que los últimos locos que
la llevaron a este estado las cosas (gracias
a nuestra tolerancia infinita a la mediocridad), se hace necesario mirar
hacia adelante para planificar y así marcar una línea divisoria entre el
presente y el pasado, para comenzar a construir un futuro coherente y
comprobable con cada hito que se marque en esa dirección.
Las
evidencias que caminan entre las mayorías depauperadas de hoy muestran que el futuro
que deseamos no se puede construir con las mismas actitudes del presente;
tampoco con esta sensación omnipresente de impunidad (cual sensación de “muerte” que se siente al oler la descomposición de
la carne a la distancia), que flota entre nosotros, al saber que los
culpables de la debacle, disfrutan intocables e incólumes las mieles obtenidas
de la corrupción.
Es
por eso que algo tan elemental para cualquier cambio, como lo es la puesta en
práctica del dialogo, en el caso de tener a Maduro como presidente y auto
proclamado “moderador y parte” de estos, resulta que aunque declare una y otra
vez con su actitud de “teletubbie” que “solo
a través del dialogo pueden buscarse los caminos de paz” (El Nacional,
viernes 24 de junio de 2016), lo cierto es que sus palabras terminan siendo siempre
letra muerta sobre un papel, pues su
pasado inconsistente y prepotente, ha demostrado una y otra vez su incapacidad
para avanzar en algo constructivo, por lo que se hacen necesarios nuevos
protagonistas de comportamiento imparcial como moderadores, y partes
representantes únicamente con la constitución y las leyes como viaducto
para transitar en lo que inicialmente se prevea sea un arduo camino.
Un
dialogo medianamente creíble, pasa por condiciones previas que el gobierno,
como protagonista que tiene “el sartén agarrado
por el mango” por su poder militar y policial, amparado por un TSJ
parcializado con quienes detentan el poder ejecutivo, necesariamente debería
cumplir al menos con concesiones como estas: 1.- El reconocer a la Asamblea
Nacional con sus mayorías y minorías, sin condicionamiento alguno; 2.- Declarar
como medida de resolución hacia el dialogo, actuaciones gubernamentales
ajustadas al derecho de los demás, como la de permitir la libre manifestación
en cualquier punto de la nación por el bando que sea, aplicando la ley a quien
atente contra esas manifestaciones y no a los manifestantes; 3.-Llamar a la
conformación de un verdadero y apolítico consejo federal de gobierno (no
confundir las políticas públicas con la política del partido gobernante).
Ahora
bien, como sabemos que ESO NO PASARÁ con casi total y lamentable certeza, lo
que veremos en la realidad es que muy en el fondo, (allá donde lo “medular” duerme el sueño de los justos en espera de la
sociedad venezolana), ambos bandos seguirán disparándose sus “tiros” entre
sí, mientras caminan por una ruta que no es la que la mayoría quiere seguir.
Con
sus actitudes, Maduro y todos sus secuaces políticos, (al igual que los
oposicionistas a ultranza), son piedras en el camino para el dialogo, y como
tales, hay que molerlas en la molienda de
la arrogancia, para hacer con ellos polvo que resulte en nuevos ladrillos
que permitan a su vez construir algo distinto. El Referéndum Revocatorio era (y
es) la “molienda” natural y constitucional (aparte
de la renuncia voluntaria y posterior enjuiciamiento político o penal del presidente
renunciante) para lograr estos cambios en relativo control de la situación
(las asonadas militares solo reinician el ciclo pérfido del muy largo camino
social hacia la rectificación por las
malas).
La
sistemática lentitud adrede que exhibe
la directiva del CNE para impedir el cumplimento de forma directa y rápida con
este mandato constitucional revocatorio (en
abierta parcialidad política, claramente definible como hecho punible),
logrando con ello posponer el inicio de la solución a tan drástica debacle
socio económica y política, no ha servido para otra cosa que para crispar el
ánimo social y paradójicamente, poner en evidencia PRIMERO: La verdadera intención del CNE inmerso en el trafico de
poder, y SEGUNDO: La cada vez más
efectiva organización de la MUD en apoyo a la gente que ha querido firmar para
revocar a Maduro. (Ni lo uno ni lo otro
era necesario que emergiera en el panorama político, pues en una nación
republicana sensata, bastaba con que el “Soberano” hablara para que las
instituciones actuaran en los tiempos previstos)
Vista
así las cosas, irreductiblemente debemos volver ante todo al asunto de
enfrentar lo verdaderamente medular, para luego pasar a la aplicación de una
serie de medidas no del todo convencionales, al estar estas “casadas” con la
necesidad de actuar de manera distinta sobre aquellos aspectos realmente críticos
que pueden quebrar los arquetipos republicanos del pasado. Nuevamente surge por
ello la idea del “decálogo” como la directiva necesaria a seguir.
Es
requisito indispensable establecer junto con el marco legal vigente, un
conjunto de indicaciones fáciles de divulgar y aprender por todos. Estas
eran las que postulaba el 19 de Junio del 2012 en este mismo blog:
EL “DECALOGO”:
1.- No
podemos hacer nada fuera de la constitución y la venezolanidad manifiesta en
ella, por tanto, nuestra máxima meta es el bienestar colectivo mediante los
más altos valores individuales del hombre/mujer de Venezuela: Dios, amor, honor
bolivariano, verdad libertaria y justicia nacional, con dos ideas básicas desde
todo comienzo:
I.-
“Dios, Justicia y pueblo”;
II.-
¡Las leyes son para cumplirlas!
2.- “No
pueden gastarse dos Bolívares (y prestar otro adicional), si no se tiene más que
un Bolívar disponible para gastar”. Debido a nuestros abundantes ingresos
petroleros, estos serán los únicos proveedores de “crédito” para nuestros
planes nacionales de desarrollo, sin que ello signifique bajo ningún termino
convencional, gastar más de la mitad de dicho ingreso en ello, guardando el
resto para posibles etapas sucesivas o extraordinarias, lo cual incluirá la
protección de los planes de desarrollo ulteriores para la siguiente generación
de venezolanos.
3.- Sólo
el gasto social racionalmente necesario y el de desarrollo técnico industrial
nacional, puede justificar inversión sin ganancia monetaria neta, a condición
de que no viole el segundo postulado. (De allí que lo mejor es acumular
riqueza para luego usarlas como base para “créditos nacionales”). Con ello se
ejercerá la verdadera soberanía alimentaria, medica, electrónica y metalmecánica
básica, estimulando y propiciando el diseño y la producción autóctona, con el
consecuente fortalecimiento de la autoestima como nación, siguiendo una
estrategia nacional y de consenso claramente diseñada y aceptada por todos.
4.- Únicamente
al satisfacerse adecuadamente los cuatro pilares básicos venezolanos de la
estabilidad socio familiar (salud,
educación, seguridad laboral y marco jurídico) en el marco de un tiempo
razonable a futuro, se podrá considerar el invertir (más no obsequiar) recursos
en el extranjero, con fines humanitarios y de desarrollo fuera de los acuerdos
legalmente ya suscritos por la nación y tomados en cuenta por la misma
constitución.
5.- Cada
hombre o mujer relacionada con la administración pública, responsable de
uno o más delitos y/o penurias colectivas o individuales en nuestro territorio,
una vez debidamente juzgado, se le
registrará públicamente su acción e identidad, para nunca ser olvidada. Ha
de ser incorporado como clausula, dentro de cualquier contratación o asignación
de cargo público.
6.- Nadie
podrá pasar necesidad en los cuatro pilares básicos, al estar amparado cada
ciudadano y extranjero/visitante por los derechos humanos suscritos por la
nación, para lo cual también el estado asistirá y garantizará la manera en que esa persona asistida pueda compensar al
colectivo, mediante su voluntario y valioso aporte laboral (Necesario es
sembrar la noción de que nada es gratis, aparte
del amor). Deseamos una sociedad de colaboradores, no de vividores.
7.- Ante la injusticia y culpabilidad
social en el manejo de la nación durante las últimas 7 décadas, una gran etapa de amnistía nacional será
aplicada, exceptuando a aquellos cuyas acciones implicaran la muerte comprobada
y premeditada de otros, o la dilapidación de extraordinarios recursos
económicos.
8.- Todo
menor de 18 estudiará así trabaje, y todo mayor de 18 trabajará así estudie,
salvo los casos excepcionales establecidos por las leyes. El estado
garantizara esto a través de todo funcionario asignado para el cumplimiento de
este mandato, so pena de ser suspendido del cargo público. Tan importante como
aprender la venezolanidad, es que se aprenda el valor del trabajo digno, como
elemento clave de progreso personal, y colectivo.
9.- Los
trabajos relacionados a las labores de Medicina/salubridad, policía/defensa,
educación y justicia, implicados a su vez estratégicamente con los cuatro
pilares mencionados, serán los mejores remunerados, fiscalizados y
reconocidos, desde el mismo momento en que comience el proceso de
estabilización nacional. Todo
individuo tomado prestado para la administración pública, se le garantizará su
reinserción exitosa al campo no político nacional, una vez terminada su
función, a fin de evitarle “tentaciones de hurto y corrupción” durante su labor
publica. Su disponibilidad a la orden de los consejos nacionales de
asesoramiento a crear en el futuro, será una de las recompensas para algunos de
los más destacados individuos observados en estas y otras disciplinas
fundamentales de la sociedad venezolana.
10.- Ningún
cambio constitucional tendrá efecto hasta el siguiente periodo de gobierno,
donde su influencia sobre los proponentes no sea mayor que para el resto de la
población.
¿Tienen
algunas mejores ideas?; ¡pues
propónganlas!; para eso debe ser el dialogo y el acuerdo producto del
consenso nacional.
Recuerden
lo siguiente, porque debe ser explicado a cada ciudadano en tanto se compruebe
que la “sonda anal” de la dependencia y el sometimiento al gobierno de turno,
le es retirada voluntariamente:
Si
alguien logra meter de contrabando en las negociaciones para la “Venezuela 2.0”,
los viejos vicios de la cuarta y la quinta república, todo se volverá a caer o
cuando menos, volverá más pronto que tarde a someternos a los escarnios de la
crisis devenida del error social que habríamos nuevamente generado, indicando
con ello que el “tiempo” de la quinta república aún no ha terminado.
NOTA: No lo olviden: Con
impunidad, no hay cambio posible. Necesariamente la “sexta república” será una de transición, de deslastre, de
liberación y por tanto, de construcción, no exenta de sacrificio y dolor, pues
esas cosas deberán pasar si queremos llegar a una “séptima república” universal, equilibrada y prospera.
Hay
muchas cosas buenas que salvar de la cuarta y la quinta, porque en ellas a
pesar de los errores y las oportunidades perdidas con cada actor que tuvo
oportunidad de hacer algo, se apuntalaron algunas políticas públicas
fundamentales para la correcta atención de la sociedad, mediante el entramado
de deberes y derechos que la sustentan en lo constitucional. No es cuestión de
alcahuetear ni estimular la dependencia por el aparato burocrático que más bien
debe ser disminuido al máximo, -como bien decía el maestro Arturo Uslar
Pietri-, sino de hacerle entender a los ciudadanos la imperiosa necesidad de
que con cada mano extendida para pedir, ha de estar la otra dispuesta a trabajar
y compensar por lo recibido en el contexto de una sociedad justa. Si no hay equilibrio, (como en un bote donde todos se colocaran
del mismo lado), casi ineludiblemente este se voltearía, arrojando a las
embravecidas aguas de la estupidez, a todos los que estuviéramos a bordo, (aun
si no estábamos en desacuerdo con las mayorías capaces de elegir una y otra vez
a un Barrabás como presidente, gobernador, diputado, juez, o funcionario a fin).
Lo
curioso de la vida de las sociedades, es que casi siempre hay chance para
cambiar las cosas, aún si el fin de todo llegara y estuviera precedido por
terribles guerras o conflictos menores pero igualmente sangrientos.
Siempre
el viejo axioma, (con palabras más,
palabras menos), vuelve a darnos lección desde el pasado: “Las sociedades hacen la guerra y ponen sus
muertos, pero son los vivos quienes deben firmar la paz”
Al fin, Mientras
haya más gente honesta que corrupta, el cambio del paradigma republicano
será posible.
La
pregunta inevitable en este tiempo donde necesitamos trascender los envejecidos
e inoperantes arquetipos de la cuarta y la quinta república es:
¿Hay
más gente honesta que deshonesta en Venezuela?
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