Eso con lo que titulo, es la principal pregunta que podemos hacernos ante los acontecimientos de los últimos días; un sin sentido ante nuestros ojos resulta que un presidente, con todos los poderes que ya de facto posee, (heredados de su padre político, Hugo Chávez), e investido adicionalmente por una asamblea roja rojita con una ley habilitante que le concedía "poderes especiales" cuan súper-héroe de comiquitas, deba esperar no solo que tres años años de su gobierno se le vayan como agua entre las manos para hacer algo bueno, sino que ademas, tiene la sangre fría y el desparpajo para esperar a que se le venza la mencionada habilitante, para ofrecer entonces supuestos y maravillosos cambios de modelos económicos, que "ahora si", arreglarán todo.
El caradurismo es supino; la sinverguenzura también. (Es como el marido mal nacido que después de pegarle a la mujer y empeñarle el carro para darle casa alquilada a la querida, le pide un cheque en blanco a la que aún no se recupera de la golpiza, con la promesa de que ahora si va a arreglar toda la situación)
No me voy a molestar en explicar lo que está haciendo, porque sobradamente hemos hablado de lo que considero los estertores de un periodo tan difuso en nuestra historia reciente, como inútil es, si tratamos de ir mas allá del duro mensaje que finalmente las masas deben aprender: O se tiene moral social-colectiva para controlar y administrar a los "políticos y funcionarios", sometiéndolos al temor de la ley que no acepta impunidades, o los "funcionarios y políticos" nos controlan y mueven como fichas descartables en el jugoso juego del poder compartido entre pocos.
Mientras vemos llegar la hora del momento para el referéndum revocatorio de Maduro, y se ponga en evidencia si los políticos y movimientos opositores realmente harán lo que las mayoría están pidiendo, reflexionemos sobre qué alcaldes y gobernadores han podido y debido pasar por el filo de este instrumento constitucional, y del por qué casi misteriosamente se han salvado de el, ante una sociedad que no sabe exigir cuentas en tiempo real, y se ha contentado insistentemente con la venganza, llegada la efímera fecha de unas elecciones.
Definitivamente, ante lo duro de la realidad que comienza a sacarnos sangre de las mejillas ante sus contundentes bofetadas, más de uno extrañará ahora aquellos fondos en dolares que producto del excedente de la venta petrolera, un día Hugo Chávez decidió que era plata desperdiciada al estar guardada, y que había que darle uso a través de su particular proyecto que ahora comienza a ser percibido como el "bozal de arepas" improvisado que siempre fue, más allá de todas las buenas intenciones que hayamos visto en ello.
Lo peor de este difícil episodio aun no ha llegado, pero se presiente ya en el ambiente; se puede "oler", tanto como la sequía que aun avisada, nos agarra de manera amenazante una vez más, y sin estar preparados. Quiera Dios que el efecto del "Niño Maduro", sea la única oportunidad descarnada y dolorosa que necesitemos para aprender lo básico para mantener una sociedad en justa convivencia republicana.
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