Siguen los
acontecimientos desarrollándose sin un rumbo claro en lo que a una tercera vía
estratégica se refiere, necesaria para salir del atolladero político donde el
oposicionismo y el oficialismo nos mantienen desde hace ya varios años. Sin
embargo, son varias las cosas que llaman la atención, y no porque sean
positivas: Los fallecidos, los heridos, la muerte del ganado que tuvo la
desventura de volcarse con el camión que los llevaba, y la posible presencia de
tropas cubanas en suelo venezolano, sin autorización constitucional para ello.
Quiero protestar de
forma total ante el caradurismo gubernamental ante lo que considero un mediocre
manejo de la situación, y de lo que por donde lo mire, resulta un brutal ataque
con equipos militares y cartuchos que no son para nada, de fuego no letal. No
hay diferencia entre un viejo fusil FAL 7,56, y una escopeta de repetición disparada
a menos de 5 metros de distancia con proyectil metálico. La muerte y las
lesiones son inevitables cuando se usan las mismas actitudes, -o quizás peores-, que aquel terrible 27
de febrero.
Ahora bien, lo de hace
unos días en la carretera Morón-Coro, no tiene nombre. No hay excusa para
semejante desprecio ante el sufrimiento de un animal que ha sido víctima de un
accidente automotor. La falta de
autoridad, -como la falta de un valor que
frene los impulsos salvajes de caerle encima a cualquier cosa que se accidente
en la vía, cual escena de una película apocalíptica post guerra atómica-,
dejan ver el estado mental de la sociedad, allá donde le dejan suelta a sus
anchas. Entiendo que la mayoría de los dueños de grandes explotaciones pecuarias
han sido tradicionalmente gente “explotadora” de los humildes trabajadores que
ellos contratan, pero eso aun así no da derecho a que se tome a un animal
herido o vivo en todo caso, y que como turba eufórica por el festín ante sus
ojos, (si ello es posible), le rodeen y le sacrifiquen en el altar del dios de la estupidez.
¿Dónde quedó la línea
de lo ético y moralmente correcto?
Por ultimo, el espinoso
asunto de dispersos y aún sin evidencia informes que indican que grupos elites
de fuerzas militares cubanas podrían estar en el país, es tema extremadamente
serio, pues resulta obvio que si fuese cierto ello tan solo en un 10%, estaríamos
ante una traición a la patria reiterada, que exigiría la detención y
enjuiciamiento de todo aquel que sabiéndolo, no lo denunció, lo cual
seguramente salpicaría hasta el bigote al mismísimo Maduro.
Desde los tiempos
de Hugo Chávez, el cinismo se instaló cómodamente en Miraflores, al expulsar a
los asesores gringos, solo para darles esos puestos a los asesores cubanos, y eso
compatriotas, es pura porquería injerencista.
Tener a elementos
cubanos pululando por todo el país en un sinfín de actividades que
estratégicamente son vitales para la nación, es tan corrosivo para el orgullo
nacional, como si de cualquier otra nacionalidad se tratara.
Entiendan que esto
no significa ser radical-nacionalista:
¡Significa gritarles a todos ustedes que necesitamos
encargarnos de nosotros mismos para poder salir realmente adelante!
Yo entiendo a los
cubanos, que necesitan empoderarse de todo aquello que les sea útil para su país.
Es lo que hacen todas las naciones cuando se refiere a otras, incluyéndonos a nosotros,
pues hemos abordado a otras naciones siempre con intereses políticos propios de
por medio: Esa es por lo menos la justificación menos “dolorosa” cuando
pensamos en los millones de dólares que hemos entregado al exterior, sin que necesariamente
todo ese dinero llegue a gente necesitada en realidad.
Seguimos la marcha
a paso forzado hacia el gran choque nacional; el impacto que dejará desnudos a
todos a quienes con argumentos fútiles, pretenden justificar el deplorable
estado de las cosas por efecto de una falsa división que nunca debió llegar a
ser tal.
No hay opción
sensata que no se mantenga a igual distancia del oposicionismo y del
oficialismo; No hay manera de que ellos resuelvan el problema.
Seguiremos
contemplando como la Guardia Nacional ya no es “del pueblo”, mientras la mayor interrogante que va construyéndose a
nuestro alrededor, es sobre quién planteará el verdadero camino del equilibrio social
(y por cierto, allí sí que bolivariano y
cristiano), en Venezuela.
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