Las cosas que
ocurren en Venezuela hoy en día, realmente no son cosas que no hayamos
mencionado o previsto. En multitud de ocasiones hemos hablado de cómo
insistimos como sociedad disfuncional en caminar directamente hacia un
inevitable choque con la pared de la realidad, junto a la cual se mantiene el
enorme hueco donde todos cabremos junto al país, una vez que hayamos impactado
con ese obstáculo infranqueable que representa en la vida republicana de esta
nación, nuestra ceguera de un ojo, acompañada por la soberbia de lo que
interpretamos con el otro.
Los vaivenes
siempre inútiles y casi por inercia del adjudicado Nicolás Maduro; las
arrogantes, desatinadas y contradictorias declaraciones hasta con su mismo jefe, de una ministra de asuntos
penitenciarios, sobre lo fundamental que resultan las hordas motorizadas y
armadas (llamadas eufemísticamente como “colectivos”), pasándole por encima con
sus palabras incluso a las mismas fuerzas armadas, no son más que muestra del
catatónico estado de las cosas.
La parálisis no es
solo gubernamental: En la oposición, un Leopoldo López que insta a la calle, a sabiendas
de los choques que se pueden suscitar debido a los infiltrados que nunca faltan
de lado y lado, secundado por una siempre estridente y ultraderechista Maria
Corina Machado, para que los estudiantes caigan en muchas ocasiones como carne
de cañón mientras que ningún “líder” se pone al frente, (repitiendo los errores
de anteriores marchas estudiantiles), ponen en evidencia la carencia de un
mensaje que pueda trascender a lo que ya hayan dicho oposicionistas y
oficialistas.
Contra todo pronóstico,
y pese a su incapacidad para igualmente avanzar en su discurso, Capriles
Radonsky pareciera al menos intuir que solo “mandando a los demás a formar
bochinche”, no se arreglan las cosas.
Muy mala la reacción
a todo esto en ambos bandos: López al ocultarse al principio (porque es lo que ha hecho), al
solo mencionarse una orden de captura, se ve tan visceral como lo está siendo
Maduro, quien al despreciar a cualquier protesta que intente alzar la voz, retribuyéndoles
con "generosas" dosis de gases lacrimógenos, agua y abuso mediático gubernamental,
no hace más que mostrar la doble cara de todo aquel que viniendo de una
intentona golpista, le tiene miedo a otra que pueda ir contra él, como si unos
golpes fueran buenos (los de ellos), y otros fueran malos (los de aquellos que
vayan contra ellos).
(Por si acaso,
aclaro que no apoyo golpes de ningún tipo)
Obviamente es soñar
el visualizar a un Maduro llamando a nuevas elecciones, en un arranque de moral,
a fin de sincerar el panorama político venezolano. Eso ni en la fantasilandia
de Walt Disney, que tantos boliburgueses han disfrutado discretamente, sería
posible. Sin embargo, debemos estar claros en que de no cambiar el actual
sendero económico, social y político, la solución a todo esto se ira acercando
paulatinamente a esta opción, como la menos traumática, sobretodo al contrastarla
con un golpe de estado, que a la luz del estado de descomposición que menciono,
resultaría muy probablemente, cruento y perturbador. (Importarte: Los golpes siempre son militares; nunca civiles)
Que la gente
manifieste es necesario si pretendemos cultivar la convicción de no dejar que grupito político alguno, imponga su tesis de
poder; ahora, que la manifestación se haga con violencia, definitivamente no es
lo correcto ni la vía sensata frente a un gobierno que se ha preparado durante
años para sobrevivir a cualquier precio.
Lo que no podremos
evitar, dada la polarizacion reinante y los sectores extremistas y violentos (escudados muchas veces en el anonimato de una capucha, que no te deja saber si es un civil, un policía infiltrado, un ex guerrillero colombiano, o un elemento de inteligencia militar), que existen de lado y lado, es que se produzcan choques, atizados por las
mismas fuerzas del orden gubernamental, carentes de ética al momento de
obedecer las instrucciones de reprensión del heredero de la presidencia.
Ambas partes
afirmarán que hay manipulación conspiradora; fotos manipuladas, (sin que se
sepa si el mismo denunciante fue el que las subió a la red previamente); versiones
falsas de informaciones o ataques “anónimos” a instalaciones de parte y parte, no
hacen otra cosa que enturbiar el ambiente que justamente el gobierno, está llamado
a mantener claro y honesto, no mostrando en lo absoluto, el sistemático comportamiento
defensivo que vemos día a día.
Es por estas cosas que
ambos modelos, -enmarcados todos en la cuarta república, insisto-, están
totalmente agotados. Eso es bueno desde una perspectiva amplia, porque como he
mantenido en el pasado reciente, ello nos pone en la ansiada posición de
enfrentar los cambios que son necesarios (esto por supuesto, hablando en la
escala de tiempo de la nación, y no de los humanos: Por eso es que les hablaba
hace tiempo de cómo el “respirar” de una nación, puede abarcar generaciones).
Así vistas las cosas, estamos entonces en aquel momento comprendido entre el término
de una inspiración, y el comienzo de una exhalación nacional.
Es también momento de decir las cosas que se piensan, y
sobretodo, es momento de decir que hay que buscar un dialogo, pero no para que
un bando ceda a favor de otro, sino para que ambas partes cedan a favor de un
nuevo modelo equilibrado, que sea realmente inclusivo, por tener esta vez en
cuenta a todos los que no comparten el modelo de injerencia extranjera, venga
de donde venga.
Cuando ese dialogo
se de, no será entre los que detentan el poder y los que amenazan con tomarlo; NO: deberá ser un dialogo nacido de la humildad que permitiría
aceptar que TODOS por igual han cometido errores, y que los responsables
directos, ya muertos están.
La muerte debe
significar el cierre de un gran ciclo, que da paso con un nacimiento, a uno
nuevo, más elevado en sus valores y moral.
La muerte no debe
ser motivo de regocijo por la desaparición de alguien; mas bien un respetuoso
silencio que preceda a un mirarse a los ojos, y ser capaces de darse la mano,
porque se saben ambas partes, gobernadas por la misma ley; por la misma
constitución. Cuando ambos se sepan iguales ante la justicia, por no haber impunidad
capaz de esconder fechorías, corrupción, muerte o abuso, verán que Venezuela
emergerá como una potencia; como la primera potencia verdadera del nuevo
milenio, aunque aún nadie lo entienda.
Ya no tiene sentido
enarbolar banderas de progreso bajo el ala del oposicionismo recalcitrante que
ha existido hasta ahora; tampoco tienen sentido las amenazas del gobierno
venezolano de “radicalizar aun mas la
revolución”, cuando lo único que radicalizarían seria la soberbia, la
impunidad, la injusticia y el abuso propios de aquellos regímenes que sin
llamarse dictaduras, originadas en golpes de estado, lo son.
Ver a las
tanquetas, (compradas en China con endeudamiento externo), reprimiendo a
muchachos que manifiestan y que crecieron
y adquirieron conciencia en la era chavista, no es menos que patético.
Ver a Maduro
blandir el mazo de la improvisación cubana, mientras que con su incapacidad
para dejar fluir de su boca 5 palabras a la vez, advierte que arroyará con “el
poder del pueblo” a esos jóvenes que manifiestan, causa nauseas.
Aquí no hay un político
que no sea doble cara, en menor o mayor medida, como no hay un luchador social que no este acallado por
la amenaza del sistema. No hay un cabeza de poder gubernamental en Venezuela, (fiscalía,
contraloría, defensoría, legislativo, judicial), capaz de decir todas las
verdades que habría que decir, pues se saben “prescindibles” cuando se trata de
un gobierno nacido de la esperanza, pero corrompido por las tentaciones del
poder que no ven necesidad aún de entregar.
Maduro, como el más
conspicuo sucesor del ahora convertido en trono presidencial, hace alarde de su "buena" suerte, como si
bastase ella solamente para mantenerlo al frente de un gobierno. Estoy
convenido que a no más tardar el 2016, de seguir esta cadena de errores y
sandeces presidenciales y partidistas, y asumiendo que el referéndum revocatorio fuera legal y
ajustado a la ética constitucional, (Cosa prácticamente imposible en las
condiciones vividas actualmente en el presente régimen de las cosas), Nicolás saldría del poder, pero solo para
arrojarnos a la dura realidad de carecer de un hombre o mujer capaz de enmendar
la situación social, política y económica, sin obedecer a un bando o interés político
soterrado. (Estemos claros: Ninguno de los precandidatos a las primarias de la
MUD, fueron, -ni son-, elegibles como presidente, y en el PSUV, no hay un
dirigente en su cúpula al que tan siquiera pueda dársele la espalda).
Nicolás Maduro aún
tiene la oportunidad de no pasar a la historia contemporánea de Venezuela como
el único “sucesor” al trono presidencial visto por las generaciones actuales,
pero para ello, debería dejar a un lado la noción del líder supremo con la que
arropa a un hombre cuyo balance de gestión, es mas negativo, que otra cosa:
Chávez mostró ser lo mas cercano que se podía estar a ser un rey en Venezuela, en términos de poder absoluto y
sumisión o lisonjeria de quienes le rodeaban, y aún así, no pudo evitar dejar este mundo
siendo para siempre, el hombre de las oportunidades perdidas.
¿Palabras duras de
mi parte?; en realidad no tanto como las que nuestros hijos y nietos podrán
decir de nosotros y del calamitoso estado en que dejamos llegar las cosas para
de todas maneras, tener que levantarnos, sacudirnos el polvo, y tener que
seguir andando.
Ojalá llegado el
momento, seamos capaces de crear un gobierno breve y verdadero de transición,
basado en por lo menos, un tripartito capaz de gerencia y liderar los cambios
fundamentales necesarios. Cualquier gobierno unipersonal que sucediera a este,
bajo una figura presidencial, solo supondrá que esta etapa cuarta republicana
no ha terminado aún, como tampoco lo habrá hecho en realidad, la exhalación de
la nación.
No se si las
manifestaciones lograrán ofrecer un resultado positivo a todos esos miles de
jóvenes que marchan y no ceden a las amenazas de un nervioso presidente, pero
si estoy seguro de que estos hechos han demostrado que aquellos venidos de un
golpe, le tienen miedo a otro. Como dicen en mis tierras: “El que ha sido mordido
por culebra, brinca cuando ve un bejuco”.
El gobierno tiene
mentón de cristal. No soporta el impacto de las verdades que zumban a su
alrededor y que ellos mismos cultivaron y ahora deben cosechar. No había
necesidad de llegar a este estado de las cosas.
Pero nada es por
azar: la respuesta ruda y tajante hacia todos los que protestan al gobierno,
mientras que se ignora a los que
delinquen, es signo claro de un camino equivocado para una nación y de un
gobierno que puede ser cuestionado profundamente.
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