sábado, 6 de octubre de 2012

Todos ganadores; todos perdedores.


Este es un tiempo  que ha tentado para  hacer pronósticos; a solo horas de realizarse la jornada electoral en Venezuela, todo se ha dicho, menos  la verdad profunda que subyace en cada uno de estos 14 años de gobierno chavista, más que revolucionario. La oposición, de mantener una postura visceral y sin estrategia, ha ido aprendiendo a guardar la calma, y ha aproximarse a los hechos positivos (enterrados en ineficiencia, corrupción e inoperancia jurídica), que pueden salvarse del actual gobierno.
Finalmente Barrabás y Barrabás Jr. se enfrentarán, y solo uno ganará. Considero, como dije en el pasado, que las encuestas nunca mostraron la verdadera situación de las cosas; el fantasma de la lista Tascón pulverizó cualquier tentativa de prever resultados. La gente aprendió a callar, como en aquellos tiempos de dictadura “perezjimenista”.

Barrabas se enlodó en su propio mundo interno de Venezuelas épicas a lomo de poderosos unicornios; en su campaña no fue capaz de ofrecer algo nuevo; nada fresco; nada que hiciera decir, -a aquellos que no están bajo en control del apasionamiento político-, algo así como “…hum, en verdad que este hombre hará lo que ofrece”.
De este candidato viejo, cansado, enfermo y centro del poder de decisión absoluto en Venezuela, solo limitado, -hasta hoy-, por las elecciones presidenciales,  pasamos al otro extremo, a la presencia de un candidato elegido por elecciones internas primarias, (que no por carisma y liderazgo indiscutible), capaz de concentrar en él, no solo a los apasionadamente opositores a Chávez, sino también a todos aquellos que decidieron castigar al presidente, y a su partido político.
La gente pareciera estar resuelta, en silencio, a salirse de esta calle que prometía una opción distinta  al principio, pero que terminó siendo un callejón sin salida.
Pese a la enorme cantidad de gente dispuesta a pernoctar de por vida en ese callejón, creo que la mayoría se decidió por tomar otro sendero, aunque no se sepa a donde llevará.
Por eso en lo personal, creo que gana Barrabás Jr.
Aunque no he emitido opinión favorable a su posible papel como presidente, (por algo los llamo a ambos Barrabás, por ser los elegidos por la “soberana asamblea popular”, siempre en perjuicio del humilde y anónimo mesías…), por lo menos reconozco que quizás con él en el poder, pueda sacar este blog del anonimato, ¡Y eso sería algo!

Lo cierto en todo caso, es que de ganarle el Barrabás junior  al viejo Barrabás, este tendrá  solo tres años para hacer un papel mejor que el del actual presidente; tres cortos años para dar muestras claras de comenzar a  corregir sobre cada uno de los errores de Chávez, y para desmontar al mismo tiempo el mito que en las mentes de muchos venezolanos, se ha creado en torno a este ya histórico personaje.
De allí en adelante, en caso de no tener éxito sobre esto que digo,  Barrabás Jr. tendrá frente a él, un referéndum revocatorio, no solo con el voto de quienes como chavistas se habrían convertido en oposición, sino también con el de todos aquellos que estarían desilusionados.
En resumen, esto no se trata de un “ganando Capriles, olvidado Chávez”; más bien, ganando Capriles, lo que le queda es sudar sangre.
No estoy seguro de que el joven Barrabás esté claro en este sentido; si no lo está, tendrá que estarlo muy pronto. Le conviene, como a nosotros, porque  sin duda nos ahorraría muchos sinsabores.
Su reloj no tiene una cuenta regresiva de 6 años; solo de tres. Insisto.
Fuera de lo dicho hasta ahora, también considero que si me equivoco y gana el viejo Barrabás, seguramente nuestras posibilidades de llegar al fondo del agujero nacional, se incrementarán exponencialmente. Digo esto con mucha seriedad, porque pese a 14 años continuos de mandato, la verdadera revolución, aquella donde todos acordáramos someternos a la ley y al espíritu constitucional que nos dice como ser venezolanos, aún aguarda por nosotros, y lo hace necesariamente, más allá del propio Hugo Chávez.
Para mi es duro ver hacia atrás y ver tantas oportunidades y recursos dilapidados, pese a los hechos puntuales positivos. Veo que independientemente de quien ganara en el pasado, -cuando ganó Hugo Chávez-, nuestra madurez política y social no nos hubiera llevado a un callejón muy distinto a este. Quiero creer que la justicia social se ha hecho un espacio en la mente de todos los venezolanos, y que el hambre por lo justo y correcto, ha germinado en nuestros corazones. Deseo pensar que hemos ganado en estos 14 años, en más de un sentido, aunque no pueda olvidar las miles de víctimas que tanta violencia e impunidad han dejado sin necesidad. Miles de niños han muerto por no tener para un tratamiento médico o una operación, mientras millones de dólares se regalaban a extranjeros. Millones venidos de otros países tienen ahora cédula de identidad de venezolanos con derecho a elegir presidente, sin  que un gobierno fuera capaz de exigirles fidelidad. Solo podemos sentarnos y apelar a sus corazones para atinar en la elección del “menos malo” de los  candidatos, sea cual sea.
La falta de un régimen electoral de doble vuelta, muestra las costuras en Venezuela, donde siempre la gente termina apostando al ganador, y no al mejor. De todas maneras, en esta oportunidad, no había de donde más seleccionar a un buen presidente. Por eso perdemos todos.

Voten por su respectivo candidato ganador. Pidamos a Dios la sensatez necesaria para que no se derrame sangre cuando se sepa el resultado. Que la vida nos dé una sorpresa y nos muestre una elección y una transición en paz, hacia lo que sea que nos espere en nuestro futuro.
Eso sería signo claro de madurez; por eso ganamos todos.

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