Debo reconocer que pese a la poca fe que les tenía a ambos candidatos, Hugo
Chávez resultó ganador y yo equivocado. Errado en cuanto a quien ganaba, aunque
aún convencido del sendero que sigue trazando la nación. El país seguirá
cosechando el fruto de lo que por décadas sembró, mientras ahora bebe el
destilado que aquellos mismos frutos ofrecieron, no sé si para curar algún mal,
o para embriagarse en una ilusión.
Todo es posible en este mundo, y quizás las cosas mejoren. Seguramente
enfrentaremos tarde o temprano algunos reajustes de precios y hasta devaluaciones,
pero solo a su tiempo veremos las consecuencias de ello, sean cuales sean.
Mientras, el corazón del presidente, ese "corazón venezolano" como decía su propaganda, latirá con un solo ventrículo, pues medio país electoral lo rechazó. Gran lección se guarda allí, para quien quiera verla.
La iniciativa gubernamental de cedular a millones de extranjeros sin pedirles nada a cambio, ha tenido su recompensa política, y ello muestra que el presidente tiene razón en algo: Irreversible es el camino ya para Venezuela. Lo que vaya a ser esta nación, ya no depende en mi opinión exclusivamente de aquellos que nacieron en esta tierra. Un conglomerado distinto al que la épica de nuestra historia independentista pasada sugiere, está naciendo y formándose. Las consecuencias son impredecibles; por lo menos para nosotros, tanto como lo fueron en su momento para nuestros libertadores.
Las cosas no cambian hasta que se hace algo distinto, y en este caso, es hasta que alguien enseñe a como dar el siguiente paso, más allá de la cuarta; mas allá de la quinta.
La iniciativa gubernamental de cedular a millones de extranjeros sin pedirles nada a cambio, ha tenido su recompensa política, y ello muestra que el presidente tiene razón en algo: Irreversible es el camino ya para Venezuela. Lo que vaya a ser esta nación, ya no depende en mi opinión exclusivamente de aquellos que nacieron en esta tierra. Un conglomerado distinto al que la épica de nuestra historia independentista pasada sugiere, está naciendo y formándose. Las consecuencias son impredecibles; por lo menos para nosotros, tanto como lo fueron en su momento para nuestros libertadores.
Las cosas no cambian hasta que se hace algo distinto, y en este caso, es hasta que alguien enseñe a como dar el siguiente paso, más allá de la cuarta; mas allá de la quinta.
Solo me resta decir que a la luz de todos estos acontecimientos, este blog continuará navegando en el anonimato. Quizás solo fue una banalidad de mi parte, desear por un momento decirle al mundo quien soy, pues al fin y al cabo, solo soy un venezolano; uno de esos que aún quedan.
Esta es una sola nación; no deben haber dos pedazos. Lo que queda es dialogar, acordar y construir.
Esta es una sola nación; no deben haber dos pedazos. Lo que queda es dialogar, acordar y construir.
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