sábado, 27 de octubre de 2012

El punto no es que ganaras; es como se ganó.


En Venezuela ya no importa la voluntad popular reflejada con más o menos sabiduría en la constitución y las leyes. Lo que importa es lo que interpreten unos pocos en nombre de una mayoría que no atina en entender su futuro, y  de esa manera lanzarse a ganar como sea en unas elecciones para mantener  la ilusión de poder, y la ilusión de prosperidad.  Lo digo por lo que he visto en estos días en la calle; en la actitud de los que en medio de su frustración, se sienten caídos, como en la de los ganadores, que insisten en darle la espalda a la necesidad de acordar, y no imponer, y también a propósito de las palabras de uno de los cómodos rectores del CNE, (que puede jugar a los “imparciales” mientras les pagan una millonada impronunciable), en torno a la reubicación de electores, fuera de la pauta legal para ello, y con lo cual continuo esta entrada:
Vicente Díaz: "Cambios de centro de votación son irregulares"
CNE admitió que los candidatos del PSUV a gobernadores cambiaran de centro de votación después del 15 de abril.
EUGENIO G. MARTÍNEZ |  EL UNIVERSAL
Jueves 25 de octubre de 2012  08:24 AM
Caracas.- El presidente de la Comisión de Participación Política y Financiamiento del Consejo Nacional Electoral, CNE, Vicente Díaz, sostiene que los cambios extemporáneos en los centros de votación asignados a seis candidatos a gobernadores del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, son "absolutamente irregulares".

Díaz declaró que estos cambios "forman parte de los obstáculos que ha de superar la sociedad democrática para recuperar el equilibrio de poderes indispensable para la vida república".

No hay palabra honesta, ni pretexto legal y de justicia social que valga a la hora de intentar justificar el cambio de centro de votación para algunos candidatos del PSUV, sus familiares y allegados, mientras miles de electores “comunes y corrientes”, son impedidos de hacer lo mismo, apelando el CNE para ello a las pautas legales establecidas.
Es justamente eso, la esencia del tercermundismo y la soberbia que nos corroe como nación. He allí el detalle, como decía el mexicano y siempre recordado, Cantinflas.

Agréguele a eso lo que pudiera interpretarse de la fotografía que he subido (Hacer click para ampliar), y tendrán el cuadro casi completo: Un camión de la misión vivienda Venezuela, -un vehículo del gobierno-, llevando maquinas electorales. Quizás solo era parte de una caravana militar donde no habían podido montar todas las maquinas en el camión disponible, o quizás para nuestro pesar, resultara ser tan solo una muestra  de cómo la desfachatez puede exhibirse sin reparo alguno. En todo caso, ¿Qué hacen maquinas electorales a bordo de un camión oficial, forrado de propaganda política, mas de 10 días después de las elecciones presidenciales?

Usando el lenguaje beisbolero del presidente; ¡van dos strike!
Al día siguiente de las declaraciones del rector Díaz, ocurre lo que era de esperar; la ratificación oficial del acto ilegal: ¡Ni más ni menos que el tercer strike!

  Octubre 26, 2012 - 3:31 pm
Al Día |Nacionales |Política
CNE sobre migración de candidatos: “Se modificó para que pudieran votar”
La rectora el Consejo Nacional Electora, Socorro Hernández, en rueda de prensa, respecto a la migración de las 106 personas de centro de votación, dijo “se trata de una situación excepcional donde se dieron postulaciones luego de cerrar el Registro Electoral”.
“Nosotros recibimos una comunicación donde nos solicitaban la posibilidad de que los candidatos que se habían postulados puedan ejercer su derecho al sufragio, son casos excepcionales”.
“No hay algo ni que diga ni que no diga, eso es simplemente un análisis que podemos hacer, nosotros tenemos la potestad para hacerlo (…) nosotros somos el Poder Electoral y nosotros tenemos ciertas atribuciones”, aclaró.

Bien por la rectora. Sus palabras vayan por delante y sean una por una,  voceros de sus actos. Sin embargo, ella debe aclarar, ante lo que parece un atentado a lo honesto, algunas cosas:
¿A qué se refiere con “Casos excepcionales”?;
¿Quiere decir que hay “ciudadanos excepcionales”, o “excepciones a la ley”?
Si puede referirse a ambas partes de la última pregunta sería bueno: ¿Se refiere a que si soy un allegado a un político, -por no decir que soy un político-, tengo algunas consideraciones más allá de la ley?; ¿No es eso lo mismo  que reconocer que como mínimo, existen dos niveles de venezolanos?;  Si es así, ¿Dónde queda realmente el concepto de democracia?; ¿Dónde queda el verdadero poder popular, que es el poder de uno (el de cada uno de nosotros).
Fuera de cualquier interpretación, la rectora debe reconocer que mover electores fuera del periodo legal, es deshonesto; tiene que reconocer que ver maquinas electorales a bordo de un camión del gobierno, casi dos semanas después de que se supone que el plan republica las recogió y almacenó, es como mínimo, irregular.
Y a propósito, con todas estas máquinas nuevas y tan sofisticadas con las que se realizaron las elecciones de octubre, creo que tenemos derecho a preguntar:
¿Qué ha pasado con las máquinas anteriormente utilizadas?;
¿Cuánto costaron las nuevas, las viejas  y ha donde fueron a parar?;
¿Terminaron revendidas a algún otro país y recuperamos la inversión hecha, o están oxidándose en algún almacén gubernamental?

Lo esencial de nuestro progreso sigue escapándose de nuestras manos; disfrazar nuestros fracasos con misiones tipo comunales, mientras que la estructura burocrática se hincha y se hace más lenta y torpe, al tiempo que lo difuso de nuestras concepciones sociales no desaparece, no nos llevará al destino seguro al cual anhelamos sin saberlo con claridad. El oficialismo y la oposición siguen perdiendo el tiempo. Ninguna de las dos representa el sendero correcto. El poder sigue burlándose de cada ciudadano, insistiendo en tratarnos como manadas de hombres y mujeres que se contentan con poco, al no haber conocido nunca, lo que es mucho de algo bueno.

domingo, 14 de octubre de 2012

Gana Chávez; gana el continente.


Esto con lo cual título esta entrada,  no lo digo definitivamente en apoyo a la reelección del Presidente Hugo Chávez o en desagravio a la derrota de Capriles, y allí mismo al referirme al continente, no lo hago con alegría. Lo digo únicamente como una respuesta irónica a propósito de lo que recientemente expresara el  candidato ganador, en función de la derrota de su oponente, durante su primera reunión con la prensa internacional:



"Nosotros no sólo derrotamos a Capriles sino a una coalición internacional"
EL UNIVERSAL
Martes 9 de octubre de 2012  01:56 PM
Caracas.- "Si alguien quiere ver una democracia vigorosa, sólida, venga a Venezuela". Así inició Hugo Chávez la rueda de prensa con los medios internacionales en el Salón Ayacucho del Palacio de Miraflores, a dos días de haber sido reelecto como Presidente de la República.

Yo pregunto: ¿Cuál democracia, Sr. Presidente?

La Wikipedia nos dice de la Democracia:
Democracia es una forma de organización de grupos de personas, cuya característica predominante es que la titularidad del poder reside en la totalidad de sus miembros, haciendo que la toma de decisiones responda a la voluntad colectiva de los miembros del grupo. En sentido estricto la democracia es una forma de organización del Estado, en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que le confieren legitimidad a los representantes”

En lo que resta de esta entrada al blog, trataré de explicar por qué lo expresado por Chávez en referencia a una “coalición internacional”, y sobre una “democracia vigorosa”, es simplemente proselitismo político, solo posible en Venezuela por el estado de deterioro republicano existente.

Necesito, en beneficio de mi salud mental,  parafrasear al Sr Presidente,  y decirle lo que debió   en sana verdad, expresar sobre su  triunfo:

“Nosotros no ganamos solos; lo hicimos con una coalición internacional”

Sé que esta afirmación no es sencilla de digerir, y menos aún separarla de la velocidad  y dirección con que los acontecimientos desde las elecciones presidenciales han sucedido. Es solo ahora que reconozco poder ver un poco mejor la escena completa que se presenta frente a mí, y les digo que esa frase tiene mucho significado. Encierra el camino que ha tomado la nación; refleja lo que la oposición no ha terminado de entender. Sugiere el conjunto de factores que han influido; oculta una verdad que insinué en la pasada entrada, escrita mientras masticaba mi impotencia humana al saber que por ahora, las cosas seguirían iguales, o casi…

No quiero entrar en detalles sobre esto, sin antes comentar lo que ha ocurrido en estas elecciones, de manera muy simple y directa, para que cualquiera entrando al blog desde donde sea en este mundo, entienda lo que pasó:
Primero: El mecanismo de elecciones utilizado en Venezuela fue hoy más avanzado y tecnificado, pero no más claro, pues se siguió basando en un registro electoral viejo y amañado,  no exento en todo caso, de componendas políticas. 
Segundo: Las elecciones fueron dirigidas y dinamizadas, no por los votantes, sino por las maquinarias partidistas; es decir: No fue un acto 100% espontaneo y libre, carente de presión alguna.
Tercero: Las elecciones se hicieron sobre una premisa ilegal para una de las partes: la reelección indefinida. Esta modificación a la constitución no podía plantearse nuevamente en el mismo periodo presidencial donde fue ya hecha, y como en efecto se hizo argumentando un ardid jurídico (2006-2012).
Cuarto: Chávez mintió en el 2000, luego de la aprobación de la nueva constitución, cuando dijo que 12 años eran suficientes para gobernar, y que más tiempo seria una distorsión a lo posible.
Quinto: El presidente no mostró pruebas desde alguna fuente neutral médica, que garantizara que no está enfermo como para cumplir efectivamente con 6 años más de gobierno.
Sexto: Totalmente adrede, el gobierno decidió dividir en tres partes las elecciones, cuando bien pidieron hacerse dos: Presidente y gobernadores; luego Alcaldes y concejales. Esto se hizo con la única intención de que todos los partidarios, -incluyendo autoridades regionales y nacionales-, no se “distrajeran” con sus propias elecciones, en perjuicio del candidato presidencial.
Séptimo: Todos los recursos del estado se concentraron ilegalmente en darle ventaja a Chávez: Cadenas, propagandas, material impreso, radio, televisión e internet.

Ahora, deteniéndome en lo primero, pese a la vergüenza que me produce de cara a quienes lean esto en el exterior del país,  digamos que la “fortaleza” del mecanismo electoral actual, obedece tristemente en realidad a la tracalería de la que somos capaces, si en una mesa, en cualquier centro de votación, algún testigo se ausenta o no va, dejando el campo abierto al contrincante para modificar los resultados, al más puro y viejo estilo del “acta mata voto” utilizado cuando la votación era a papel.
Simple y crudo, pero cierto.

Con respecto a lo segundo, nadie puede negar que como buen alumno de los viejos partidos políticos venezolanos, el PSUV se graduó con honores en esto de utilizar sin medir ética ni pudor alguno, los recursos privados y estatales, así como a los empleados, para conseguir un absoluto control de sus miembros y simpatizantes, no solo convidándolos a votar, sino llamándolos telefónicamente para hacer el seguimiento respectivo, y llevarlos a sus centros de votación de ser necesario, en función de las tendencias que por sondeos en tiempo real, se fueran observando.
El resultado fue el visto en Venezuela: Fundamentalmente, unas elecciones limpias en sus procedimientos, pero no en su proceder.
Me cuesta creer que esta no sean las elecciones con la campaña electoral más cara de la historia en Latinoamérica, por no decir sin validarlo primero, que  del mundo.

No hubo reparo alguno en usar y abusar de los empleados públicos, de los vehículos gubernamentales, y de una colosal cantidad de dinero, salido de las mismas empresas públicas, (PDVSA, CORPOELEC, Ministerios, etc.), para mover todo lo que fuera necesario de cara a garantizar el triunfo de Chávez.
 Nada existía en la administración pública, más importante que eso. Todos los demás aspectos de la vida nacional pasaron a segundo plano. Nadie podía reclamar nada, aunque su derecho fuera claro de acuerdo a las leyes; cualquier acto reivindicativo en esos días era automáticamente tomado como acto contrarrevolucionario y de traición a la patria, ganándose quien osara a ello, el calificativo de escuálido o majunche.
Así las cosas, no pude observar un proceso de elecciones libre y pleno de conciencia. Fue el voto de los que les convenía mantener a Chávez, por razones emotivas, ideológicas o económicas, contra los que deseaban castigarlo por lo que consideraran una mala gestión, así como por antipatía o por convicción ideológica contraria, aglutinados en una heterogénea oposición.

Ahora bien, no ganamos (o perdimos) solos
Esto lo digo con total convicción y dolor: El voto de no menos de  quizás dos  millones de extranjeros cedulados indiferenciables de los venezolanos por nacimiento, -particularmente amigos colombianos-,  decidieron el triunfo del presidente.
En otras breves y tristes  palabras: Estas fueron unas elecciones internacionales. Latinoamérica votó.
No fue determinante el voto de los venezolanos, (que no significa en lo absoluto, que la mitad de ellos no esté con el presidente). Ante esta situación sin embargo, no bastaría el voto de los oposicionistas, ni de los que utilizaron el voto como castigo. Muy en el fondo, la desvenezolanización logró  actuar en toda su extensión y cúmulo de consecuencias: Fue determinante el sentimiento de agradecimiento del extranjero ahora hermanado con nosotros,  (incapaces de encontrar un discurso realista que les conviniera en la voz de Capriles, lo cual no es extraño debido a lo poco profundo de su propuesta), para que Chávez obtuviera este triunfo.
El presidente,-como su oponente ahora perdedor-, saben esto, pero no lo dirán. (¿Por qué creen que el presidente de Colombia es “nuestro nuevo mejor amigo”?; ¿Por qué creen que los candidatos de oposición se reunieron con Santos?)
Duro fue también en esos días de desilusiones ante la cruda realidad republicana que vive Venezuela,  ver como el ministro del interior decía que por motivo de las elecciones, habían “cerrado” la frontera. ¿Qué frontera?; la de Venezuela no es: Miles de toneladas de contrabando y gasolina pasan semanalmente entre ambos países, y lo mismo ocurre con la permanente corriente de personas que transitan libre e impunemente. No es difícil imaginar ese domingo pasando gente por los caminos verdes (y no tan verdes) hacia Venezuela, solo para votar. El transito es libre e indiscriminado.
Estemos claros desde ya, (para evitar sobresaltos xenofóbicos), que mientras no tengan antecedentes delictivos, todos los amigos que vienen del exterior de Venezuela tienen derecho a ser ciudadanos del país, pero siguiendo para ello, -obviamente-, un esquema que los integre a nuestra cultura y leyes, garantizando que sean individuos que construyan y aporten, (incluso prestando el servicio militar y con ello estar dispuestos a derramar su sangre por esta nueva patria), y no lo que pueden terminar siendo, con el método que el presidente autorizó hace años, donde con solo una carta de residencia, (lo he visto con mis propios ojos), autenticada por una agrupación de vecinos, es suficiente para justificar su nacionalización y cedulación (y también lo he visto con mis propios ojos). El resultado de esto ha sido la incorporación sin ningún tipo de tapujos, de todos aquellos que de esta manera no se integran a un modelo de venezolanidad, sino que arrastran consigo sus propios valores y culturas.

Traten por favor, sin apasionamientos, de observar la imagen de las recientes elecciones en toda su plenitud:  Una de las más bajas abstenciones; el mayor control posible por parte del PSUV sobre sus miembros y cautivos; la campaña con mayor cantidad de recursos económicos por parte de un Estado que se hizo uno con el gobierno de turno, hasta ese momento pretendiente de otro mandato; una oposición aún ingenua, capaz de creer que tras 14 años, todas las misiones no serian suficientes para atornillar al presidente en su silla, contando para ello únicamente con un candidato opositor que no pudo  ofrecer mucho más que lo mismo de Chávez, con lo que finalmente no fue capaz por ello, de estructurar una alternativa con beneficio para todos, más allá de lo visto hasta ahora, y sobre todo para los aún más desposeídos.
Ni Capriles ni nadie más, fueron diligentes en demostrar que las misiones se habían convertido en una “carpa de pernocta en medio de la nada” donde quedarse a vivir, en vez de ser utilizadas como prácticos puentes para transitar desde la ineficiencia reinante desde hace décadas, hacia una estructura  de gobierno y servicios realmente funcional.  Seguramente esa fue la intención inicial de las misiones, pero los dividendos políticos que produjeron fueron simplemente demasiado novedosos y tentadores para los políticos de turno, y fue así que se institucionalizaron en el tiempo, como prueba viva del “interés de los gobernantes por su  pueblo”.
Una doble burocracia había nacido. Doble gasto; doble ineficiencia.
¿Qué mejor idea para crear empleos artificiales,  “oportunidades” de “negocios” y la ilusión de tener control popular para aquellos que de todas maneras siguen viviendo en barrios sin servicios ni seguridad?
Creo que muchos políticos de oposición cayeron en  la trampa de proponer como alternativa a estas cosas, planes y propuestas más acordes a países desarrollados que al nuestro. No comprendieron que quisieron vender maravillas del primer mundo, en una nación sumergida en el tercer mundo.

Es un hecho ya a mi entender, que los opositores y ejecutores del voto castigo (IMPORTANTE: que no apoyan a Capriles, aunque votaron por él), no son suficientes para ganarle a Chávez y a los 5 o 6 millones de venezolanos que lo apoyan (No, no es un error de matemáticas: la diferencia de votos la ponen los extranjeros cedulados).
Tampoco hay manera, durante la revolución “misionera” actualmente en curso, de sacar de la comodidad a esos mismos amigos, al momento de hacer su elección electoral.
Tenemos que entender que no es culpa de ellos. Es nuestra.
Ellos no desean invadir terrenos para construir un rancho de lata, pero lo hacen como cualquier venezolano desposeído, sabiendo que casi seguramente no hay castigo, -ni opción alguna a ello-. Al contrario: las misiones llegarán en su auxilio, cambiando algunos ranchos por casas, hambre por comida barata, y salud a cambio de nada. En un país como el nuestro, donde lo elemental resulta ser como un lujo inalcanzable para muchos, no podemos esperar algo distinto que la derrota sistemática de la oposición al actual presidente. Por lo menos, mientras no convenzan de que ofrecerán garantías de algo mejor, y no solo la promesa de devolverle la señal de RCTV, a sus acaudalados dueños.
Pero antes de maldecir al presidente, los mayores de 30 años deben preguntarse el por qué no hicieron nada por evitar que estas cosas de ahora, nacieran como respuesta a las profundas injusticias de los 70, 80 y 90. ¿Por qué no protestaron a los políticos que permitían el crecimiento desordenado de las ciudades, la inmigración desmedida, los caminos verdes, el contrabando, la falta de educación, la inflación, el matraqueo, o la vida ilusoria de querer ser opulentos “Made in America”, sin las leyes y reglas de los gringos?;
¿Cómo podíamos tener éxito, sin aplicar nuestras propias reglas, para lograr aquel necesario estado de cosas donde NADIE esté por encima de la constitución y las leyes?

La REVENEZOLANIZACIÓN.

Ahora no veo otra opción; la Venezuela que quieren los de oposición y otros, más allá de personalismos, de líderes imbatibles o de sociedades incoherentes, no se encuentra ya en nuestros recuerdos, ni mucho menos en el presente, aunque sin entenderlo, estemos caminando hacia ello. Quiero decir que la oposición nunca podrá ya volver a lo que era la nación, de la misma manera en que los chavistas nunca llegarán a aquel país prometido a través de una revolución que se alimenta a sí misma de esperanzas, sin que por ello arribe a  puerto alguno.
Una muestra de esta situación contradictoria que vivimos, podemos palparla muy bien en lo que el presidente decía hace poco:
Aquí estoy parado firme. Mándeme el pueblo, que yo sabré obedecerle. Soldado soy del pueblo, ustedes son mi jefe
Sabemos que si se refiere al “pueblo”, tendría que hacerle caso a 8 millones que votaron por él, mas 6 millones que no lo hicieron, aparte de otros 14 millones sin derecho a voto por su edad. Sabemos que esto no es así. Si yo como elemento del pueblo le planteo algo que vaya en contra de sus designios o acciones, rápidamente encontrará la manera de reducir mis planteamientos a la nada, o seré victima de discriminación política por la osadía de mis palabras. Entonces, ¿Cómo puede el presidente afirmar eso, y no estar dispuesto a cambiar ni un ápice su actual proyecto político, incluso ante las peticiones de millones de venezolanos?; obviamente, esa llamada hecha al perdedor, -Capriles-, donde se mencionó la palabra dialogo, no significa para nada que lo vaya a haber; cuando más, el “dialogo” se reducirá a escuchar, pero no a concretar, si ello supusiera cambiar la base del proyecto político, y eso es comprensible; como mínimo, para 8 millones de habitantes, aunque con ello desnude la realidad que nos aleja precisamente de aquella temprana definición de democracia que les mencionaba.

Estas cosas Chávez definitivamente no las visualiza. Por eso la paradoja que nos muestra a un presidente dispuesto a reacomodar todo alegando la prosperidad de las futuras generaciones, siendo quizás el hombre más atado al pasado que existe en Venezuela; muy pocos por eso logran ver más allá de la actual polarización resultante de esta muy real “miopía política y conceptual” que vivimos, mientras que la inmigración libre y sin guía, de a poco y sin pretenderlo, socaba todo aquello que nunca fue tema serio de consenso nacional, en la conciencia difusa de nuestra sociedad.

Quiero proponerles que consideren la REVENEZOLANIZACION, como única manera de tomar la sindéresis y la coherencia que necesitamos. Tenemos que aceptar nuestras limitaciones y errores, para poder valorar nuestros aciertos y nuestras potencialidades.
Ninguna decisión correcta en nuestro país será tomada si no logramos que por mayoría venezolana, se tome una decisión política.
Solo una mayoría contundente, cercana en una votación a ese mítico 10 millones de votos irónicamente tantas veces pedido por el presidente para sí mismo, logrará cambiar el rumbo; eso y un proyecto político distinto al actual oficialista y oposicionista.
Ignoro si será un llamado a una constituyente, o si obedecerá a la presencia de un nuevo candidato, nacido en las cenizas de ambas tendencias y métodos de manejo político vividos. Ignoro si ello será posterior a algún evento traumático nacional. Quizás obedezca a una secuencia de hechos, que no impliquen sobresaltos colectivos. Simplemente, no sé.

De lo que si estoy seguro, es de que es la única manera: saltando ambos estilos de hacer política y de cometer errores. Tenemos que llegar a un estado de cosas, donde podamos buscar y castigar a todos los corruptos, sin que parezca una cacería de brujas de la cuarta o de la quinta republica; es necesario el castigo a los delitos; es menester dar el ejemplo, pues solo así la sensación de que la ley y la constitución, están por encima de todos, permitirá cohesionar en una sola sociedad, a nuestro pueblo.

Tenemos muchas virtudes; enfrentamos un futuro brillante incluso si luego miramos a latinoamericana. Hay mucho por hacer, pero solo cuando aceptemos nuestra mediocridad hoy omnipresente, y nuestra impresionante capacidad para marañar y excusar atajos e infracciones a lo legal, a lo ético, a lo honroso.
Bolívar aún cabalga delante de nosotros, pese a estar muerto, y eso debe ser motivo de vergüenza para todos, pues su deseo era que lo superáramos; que fuéramos capaces de ver sobre sus hombros, hasta donde el mismo no fue capaz de ver. La existencia humana se centra en ese fenómeno, que deja tras de sí, solo historias escritas de pueblos que allí donde fueron sensatos, obtuvieron glorias y reconocimiento, y donde fueron ciegos y necios, debieron conformarse con rechinares de dientes.

Esta elección presidencial fue un trago muy amargo, tomado de un vaso aparentemente cristalino. No hubo ética; no hubo recato. Todos los políticos, con sus caras hipócritas, lo saben.
No tiene por que ocurrir de nuevo. 
El registro electoral debe ser hecho de nuevo, pero esta vez con foto, cédula y partida de nacimiento de venezolano en la mano. La nueva cedulación deberá exigir pruebas irrefutables de nacimiento en el país, de manera que a los nacionalizados, podamos legalmente identificarlos y hacerlos nuestros conciudadanos, aunque debamos diferenciarlos y apartarlos de las únicas cosas donde no pueden participar por ahora, dada nuestra frágil identidad nacional: Constituyentes refundadoras, referéndum nacionales, elecciones presidenciales y elecciones de gobernadores en estados fronterizos.

Todos podemos ser ganadores, si descubrimos como librarnos de la soberbia que nos intoxica hoy en día como nación, fragmentada y débil, más allá de lo que logramos entender.
Aún hay tiempo.

domingo, 7 de octubre de 2012

Llega a su fin el proceso de elecciones: Chávez es el presidente.


Debo reconocer que pese a la poca fe que les tenía a ambos candidatos, Hugo Chávez resultó ganador y yo equivocado. Errado en cuanto a quien ganaba, aunque aún convencido del sendero que sigue trazando la nación. El país seguirá cosechando el fruto de lo que por décadas sembró, mientras ahora bebe el destilado que aquellos mismos frutos ofrecieron, no sé si para curar algún mal, o para embriagarse en una ilusión.
Todo es posible en este mundo, y quizás las cosas mejoren. Seguramente enfrentaremos tarde o temprano algunos  reajustes de precios y hasta devaluaciones, pero solo a su tiempo veremos las consecuencias de ello, sean cuales sean.
Mientras, el corazón del presidente, ese "corazón venezolano" como decía su propaganda, latirá con un solo ventrículo, pues medio país electoral lo rechazó. Gran lección se guarda allí, para quien quiera verla.

La iniciativa gubernamental de cedular a millones de extranjeros sin pedirles nada a cambio, ha tenido su recompensa política, y ello muestra que el presidente tiene razón en algo: Irreversible es el camino ya para Venezuela. Lo que vaya a ser esta nación, ya no depende en mi opinión  exclusivamente de aquellos que nacieron en esta tierra. Un conglomerado distinto al que la épica de nuestra historia independentista pasada sugiere, está naciendo y formándose. Las consecuencias son impredecibles; por lo menos para nosotros, tanto como lo fueron en su momento para nuestros libertadores. 
Las cosas no cambian hasta que se hace algo distinto, y en este caso, es hasta que alguien enseñe a como dar el siguiente paso, más allá de la cuarta; mas allá de la quinta.

Solo me resta decir que a la luz de todos estos acontecimientos, este blog continuará navegando en el anonimato. Quizás solo fue una banalidad de mi parte, desear por un momento decirle al mundo quien soy, pues al fin y al cabo, solo soy un venezolano; uno de esos que aún quedan.

Esta es una sola nación; no deben haber dos pedazos. Lo que queda es dialogar, acordar y construir.

sábado, 6 de octubre de 2012

Todos ganadores; todos perdedores.


Este es un tiempo  que ha tentado para  hacer pronósticos; a solo horas de realizarse la jornada electoral en Venezuela, todo se ha dicho, menos  la verdad profunda que subyace en cada uno de estos 14 años de gobierno chavista, más que revolucionario. La oposición, de mantener una postura visceral y sin estrategia, ha ido aprendiendo a guardar la calma, y ha aproximarse a los hechos positivos (enterrados en ineficiencia, corrupción e inoperancia jurídica), que pueden salvarse del actual gobierno.
Finalmente Barrabás y Barrabás Jr. se enfrentarán, y solo uno ganará. Considero, como dije en el pasado, que las encuestas nunca mostraron la verdadera situación de las cosas; el fantasma de la lista Tascón pulverizó cualquier tentativa de prever resultados. La gente aprendió a callar, como en aquellos tiempos de dictadura “perezjimenista”.

Barrabas se enlodó en su propio mundo interno de Venezuelas épicas a lomo de poderosos unicornios; en su campaña no fue capaz de ofrecer algo nuevo; nada fresco; nada que hiciera decir, -a aquellos que no están bajo en control del apasionamiento político-, algo así como “…hum, en verdad que este hombre hará lo que ofrece”.
De este candidato viejo, cansado, enfermo y centro del poder de decisión absoluto en Venezuela, solo limitado, -hasta hoy-, por las elecciones presidenciales,  pasamos al otro extremo, a la presencia de un candidato elegido por elecciones internas primarias, (que no por carisma y liderazgo indiscutible), capaz de concentrar en él, no solo a los apasionadamente opositores a Chávez, sino también a todos aquellos que decidieron castigar al presidente, y a su partido político.
La gente pareciera estar resuelta, en silencio, a salirse de esta calle que prometía una opción distinta  al principio, pero que terminó siendo un callejón sin salida.
Pese a la enorme cantidad de gente dispuesta a pernoctar de por vida en ese callejón, creo que la mayoría se decidió por tomar otro sendero, aunque no se sepa a donde llevará.
Por eso en lo personal, creo que gana Barrabás Jr.
Aunque no he emitido opinión favorable a su posible papel como presidente, (por algo los llamo a ambos Barrabás, por ser los elegidos por la “soberana asamblea popular”, siempre en perjuicio del humilde y anónimo mesías…), por lo menos reconozco que quizás con él en el poder, pueda sacar este blog del anonimato, ¡Y eso sería algo!

Lo cierto en todo caso, es que de ganarle el Barrabás junior  al viejo Barrabás, este tendrá  solo tres años para hacer un papel mejor que el del actual presidente; tres cortos años para dar muestras claras de comenzar a  corregir sobre cada uno de los errores de Chávez, y para desmontar al mismo tiempo el mito que en las mentes de muchos venezolanos, se ha creado en torno a este ya histórico personaje.
De allí en adelante, en caso de no tener éxito sobre esto que digo,  Barrabás Jr. tendrá frente a él, un referéndum revocatorio, no solo con el voto de quienes como chavistas se habrían convertido en oposición, sino también con el de todos aquellos que estarían desilusionados.
En resumen, esto no se trata de un “ganando Capriles, olvidado Chávez”; más bien, ganando Capriles, lo que le queda es sudar sangre.
No estoy seguro de que el joven Barrabás esté claro en este sentido; si no lo está, tendrá que estarlo muy pronto. Le conviene, como a nosotros, porque  sin duda nos ahorraría muchos sinsabores.
Su reloj no tiene una cuenta regresiva de 6 años; solo de tres. Insisto.
Fuera de lo dicho hasta ahora, también considero que si me equivoco y gana el viejo Barrabás, seguramente nuestras posibilidades de llegar al fondo del agujero nacional, se incrementarán exponencialmente. Digo esto con mucha seriedad, porque pese a 14 años continuos de mandato, la verdadera revolución, aquella donde todos acordáramos someternos a la ley y al espíritu constitucional que nos dice como ser venezolanos, aún aguarda por nosotros, y lo hace necesariamente, más allá del propio Hugo Chávez.
Para mi es duro ver hacia atrás y ver tantas oportunidades y recursos dilapidados, pese a los hechos puntuales positivos. Veo que independientemente de quien ganara en el pasado, -cuando ganó Hugo Chávez-, nuestra madurez política y social no nos hubiera llevado a un callejón muy distinto a este. Quiero creer que la justicia social se ha hecho un espacio en la mente de todos los venezolanos, y que el hambre por lo justo y correcto, ha germinado en nuestros corazones. Deseo pensar que hemos ganado en estos 14 años, en más de un sentido, aunque no pueda olvidar las miles de víctimas que tanta violencia e impunidad han dejado sin necesidad. Miles de niños han muerto por no tener para un tratamiento médico o una operación, mientras millones de dólares se regalaban a extranjeros. Millones venidos de otros países tienen ahora cédula de identidad de venezolanos con derecho a elegir presidente, sin  que un gobierno fuera capaz de exigirles fidelidad. Solo podemos sentarnos y apelar a sus corazones para atinar en la elección del “menos malo” de los  candidatos, sea cual sea.
La falta de un régimen electoral de doble vuelta, muestra las costuras en Venezuela, donde siempre la gente termina apostando al ganador, y no al mejor. De todas maneras, en esta oportunidad, no había de donde más seleccionar a un buen presidente. Por eso perdemos todos.

Voten por su respectivo candidato ganador. Pidamos a Dios la sensatez necesaria para que no se derrame sangre cuando se sepa el resultado. Que la vida nos dé una sorpresa y nos muestre una elección y una transición en paz, hacia lo que sea que nos espere en nuestro futuro.
Eso sería signo claro de madurez; por eso ganamos todos.