No, no estaba de vacaciones; tampoco me
encontraba en animación suspendida o algo parecido a eso, (aunque a veces
provoca); sencillamente, el motivo de este receso es porque creo que en
Venezuela no ha habido nada digno de resaltarse, ni por ser bueno, ni por ser
malo, en relación a lo que ya venía sucediendo. Así de simple. El país continua
con una inercia que casi se alza como
el único fenómeno merecedor de resaltarse en sí mismo.
Ni los políticos burócratas, ni el presidente
de la republica, ni la asamblea nacional, ni los precandidatos a candidatos, ni
la delincuencia desbordada que el gobierno se obstina en negar que exista, ni
los alimentos perdidos en los almacenes y puertos venezolanos, ni la
mediocridad de muchos medios de comunicación y sus respectivos “analistas
políticos”, ni el CNE con su insulso calendario electoral, o la aburrida MUD,
que pega una y yerra diez, han logrado, -juntos
o por separado-, hacer que algo en
Venezuela se erija como factor emergente de crecimiento real o al menos,
insinuado, y que pudiera destacarse como hecho importante.
Lo digo sin ánimo de despreciar a alguno de sus
protagonistas, ni con la intención de criticar a quienes habitando en
Venezuela, siguen sin hacer mayor cosa. Debemos entender que los tiempos para
cada cosa llegarán, y los momentos para darnos cuenta de cosas importantes, así
como para crujir dientes por lo dejado atrás sin remedio o sin sacrificios ya
de por medio, de la misma manera finalmente se interpondrán en nuestro
desordenado camino republicano.
La mediocridad y la parsimonia de lo político y
conveniente para pocos, se impondrá sin mayor escándalo a las mayorías, con
unos pretextos que no por silenciosos y aceptados por muchos mansamente,
dejaran de ser sórdidos e innecesarios para nuestro bienestar colectivo.
No crean que las cosas cambiarán como deseamos
luego de esas elecciones presidenciales. No sueñen con rectificaciones
revolucionarias. Nada ocurrirá con la profundidad y contundencia, si seguimos
esperando que las cosas se impongan y autojustifiquen, al ritmo sin sentido del
carrusel donde muchos pretenden seguir creyendo en cuentos de hadas
venezolanas, mientras giran y giran sin cesar sobre el mismo punto muerto.
En estas semanas solo tres cosas me han hecho
reflexionar. La primera viene de la misma MUD (el concilio político venezolano
de oposición autoproclamado Mesa de la
Unidad democrática). La segunda, viene de las continuas alabanzas
presidenciales hacia su equipo de médicos especialistas, que diligentemente y
con eficiencia intachable, lo han rescatado exitosamente de la enfermedad que
lo aqueja o aquejaba.
La tercera: El rechazo del actual ministro del
interior y justicia al informe de la ONU sobre drogas y Venezuela, descalificándolo.
Permítanme entonces meditar individualmente
sobre cada punto:
1.-MUD fija posición ante la decisión de Guyana
de extender 350 millas su plataforma continental.
Este es un tema en el que reconozco, no he
indagado mas allá de lo superficial para este caso, aunque como hemos hablado
anteriormente en otras entradas del blog, no distan mucho de la actitud
consistentemente nefasta e histórica que los gobiernos venezolanos han tenido
hacia los temas fronterizos, siempre alejados de aquellos cómodos aposentos
presidenciales del centro del país.
Este tema, -el del aumento de la zona económica
exclusiva frente a las costas de Guyana, afectando parte del área en
reclamación por parte de Venezuela-, (luego del ya conocido hurto ejecutado por
Gran Bretaña sobre nuestro territorio), y resaltado por la MUD en esta semana,
a través de un comunicado difundido por diversos medios del país, se hace más
llamativo al observar, transcurrido los días, el silencio oficial de la
cancillería al respecto de este asunto. ¿Es verdad o es mentira?; ¿Guyana sigue
una política de ratificación de su soberanía sobre el territorio reclamado, y
nosotros como país mostramos nuevamente porque somos los pendejos de
Latinoamérica, o la cancillería le sigue el juego a la MUD por alguna razón?
Si la cosa en Guyana es cierta, el silencio de
algunos personeros gubernamentales aquí es como una traición a la patria. El
problema es que si se hace un escándalo público de esto, y alguien investiga,
el responsable terminará siendo nombrado en “castigo”, como cónsul o embajador
en algún país, y el tema perderá vigencia ante la insurgencia de otro
escándalo, en una colectividad que solo tiene espacio en su memoria para un
escándalo a la vez, siendo imposible recodar el anterior.
No puedo afirmar con pruebas semejante cosa,
pero deberemos observar con cautela la reacción el gobierno de turno al
respecto. El presidente sabe que no debe pasar bajo la mesa este tema, solo por
ganar simpatía y apoyo político de Guyana en el escenario latinoamericano que
se pretende imponer, mediante el acto de olvido y perdón primeramente, de
Venezuela.
Insisto: Los pendejos abren el camino, o como
dicen en Europa: “Los inteligentes trabajan, y los picaros viven de ellos”
2.- ¿Dónde está mi “Estado mayor Medico”?
Esta es la pregunta que me hago cuando escucho
al presidente manifestar tantas alabanzas por el que él tiene. No me vaya a
decir que es “el equipo del pueblo, el de todos y por eso el de él también”. Eso
sería incorrecto.
Ver por televisión, escuchar por la radio y
leer en la prensa las maravillas de su estado mayor medico, nuevamente me hace
sentir envidia, y pecar en el proceso. Yo quisiera tener tantos médicos a mi
alrededor, sin tener que mendigarlo en un hospital público donde de seguro me
habrán pedido por lo menos, la compra de algunos utensilios o medicinitas que
no cuestan menos de varios millones de bolívares de los de antes, de esos que
con certeza no tengo. No me vengan a decir que eso es parte del seguro medico
presidencial, como el de cualquiera, porque yo tengo seguro y mucho cuidado si
no me cuido de excederme en el monto de su cobertura, porque tendría “seguro”
es una botada a la calle y al más cercano hospital público, a ver qué puedo
hacer con lo que esté disponible en el momento.
No…, ese seguro presidencial es envidiable,
absolutamente deseable. Me daría toda la atención médica necesaria, sin
limitaciones de costos, traslados VIP, tiempos y medicamentos. Tendría a mí
alrededor de manera continua, un sequito de zalameros, y otro de gentes
sinceramente interesada en mi recuperación; vería lágrimas de familiares,
amigos, zalameros y admiradores; tendría de chaperón a un ex presidente
extranjero, y a varios mandatarios enviándome bonitos mensajes, así como otros
más visitándome periódicamente. La gente me escucharía durante horas hablar de
cómo enfrenté la enfermedad, y de cómo la superé luchando valientemente contra
la burocracia hospitalaria, las madrugadas de colas y los bingos y recolectas
que tuve que hacer para reunir dinero y…; perdón!, estoy hablando de lo que un
ciudadano de a pie tiene que hacer, no un presidente!; ¿Donde cambié de
sujeto?; disculpe señor presidente, porque me confundí.
Oírlo hablar de estas cosas suyas, mientras el
colectivo queda embobado escuchándolo, me hizo ver lo paternalista que esta
sociedad es, y lo fácil que es perderse tambien en los laberintos del
subdesarrollo que nos ahoga. Si yo me pongo a hablar de mis penurias medicas,
nadie me escucha, aunque muchos si se fastidiarían, pero si usted habla de las
suyas, cuando está como lo está, rodeado de todos los recursos y médicos
necesarios del planeta, todos se conmueven y aplauden.
No se trata de no desearle bienestar. Rechazo a
aquellos retrógrados que desean su enfermedad y muerte, porque solo son los
sobrevivientes de la intolerancia y la ceguera colectiva, pero entiéndame Sr.
presidente, que no puedo celebrarle sus gracias televisivas, cuando en estos 12
años, muchos han muerto como perros sin dueño, a las orillas de un hospital,
por no tener ni para desayunar. Esas gracias suyas entonces no puedo
celebrarlas.
Aún guardando Ud. silencio y humildad sobre su
propia enfermedad, no podría yo olvidar a los que han muerto por la misma
enfermedad, por no tener la atención profesional de un “estado mayor médico”
particular, como el suyo.
Sé que usted me entiende, y que seguramente en su corazón se retuerce
en privado el remordimiento por las oportunidades perdidas, aunque aún así
usted tiene la libertad, -más no la moral-, para intentar descalificar estas
reflexiones. Allí dejo eso.
3.-Rechazo a informe de la ONU: Ayer te alago,
hoy te descalifico.
En realidad no es lo relevante que la ONU en
esta oportunidad nos haga retroceder unos pasos en lo que a lucha antidroga se
refiere, en comparación con el mismo informe del pasado año, si no estoy
equivocado. El problema que veo es como el ministro del interior y justicia de Venezuela
se ensalzaba en una interminable loa a dicho informe que nos favorecía en su
momento, pero ahora lo desprecia y casi que escupe, descalificándolo de una manera
tal, que uno no puede menos que preguntarse: ¿Pero entonces, por qué antes si valía y ahora no?. Lo menos que me
pasa por la cabeza es decirle…¡Sea serio!
Pienso que es irresponsable asumir esa clase de
contradicciones en el tiempo. Es como eso de ir a la corte interamericana de
derechos humanos (funcione o no), llevando toda una parafernalia de leguleyos, para
que luego, cuando dicten sentencia en contra nuestra, salir vociferando sobre
la sentencia, mientras se descalifica a todo el tribunal.
¿Para qué fui si no creía
desde un principio en él?
Sigamos así, que vamos bien. Cuando pase
algo interesante en el país, les avisare…
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