Creo que por primera vez toco lo que parece un tema deportivo, aunque en realidad no lo es.
Se extrañarán quizás por mi afirmación, pero permítanme decirle el por qué lo veo de esta manera:
Ciertamente será un encuentro deportivo, futbolístico, donde ambas oncenas tendrán la oportunidad de entrenarse o mantener condiciones, jugando con un adversario. De más está decir que igualmente sirve para que los jóvenes prospectos de cada equipo, comiencen a foguearse en los escenarios internacionales.
El asunto que me hace detenerme en este evento, es lo que probablemente (!), podré observar en su desarrollo como juego, aunque, ¡…Como deseo equivocarme y que sea lo contrario! : Unas tribunas llenas a rabiar, pero no de fanáticos de la Vinotinto, locos por gritar cada vez que Venezuela pueda meterle un gol a los españoles, o defenderse de los mismos, sino un estadio repleto de fans del equipo español, delirando cada vez que torpedeen el arco venezolano…
Si, es esa desnaturalización posible en esa escena la que me hace reflexionar. Es nuestra debilidad como nación la que me toca al hombro, como queriendo señalar aquel hueco donde vivimos y soñamos que éramos libres, hermanos todos en una gran nación prospera y segura de sí misma y de su camino. Puras fantasías si esa locura por la selección española llega a materializarse.
Quiero ver que se agoten las camisas de la Vinotinto, y no la de los españoles; quiero oír gritos de apoyo a nuestra selección, y pitas al equipo invitado si osan golearnos. Deseo ver a los fanáticos querer lanzarse a saludar a nuestros jugadores, y no a fans locos por abrazar y besar a los jugadores españoles.
Quisiera ver ese entusiasmo volcado por la selecciona nacional al unísono, como una imagen premonitoria de una sociedad unida en la búsqueda de su propia identidad, y el progreso del conjunto que conforma nuestra republica. En definitiva, quiero verlos a todos gritando: ¡Arriba Venezuela!
Sirva ese evento como un termómetro de nuestra cordura.
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