No me juzguen con dureza por favor; es que al sentarme al contemplar el más que probable escenario que se dibuja con el siguiente gobierno que venga, no alineado con el actual si se da el caso, o continuación sin forma determinable aún de éste, no representará en todo caso el cambio con la velocidad necesaria que queremos. Es cuestión quizás de un episodio de impaciencia. Discúlpenme.
El “quítate tú para ponerme yo”, posiblemente seguirá siendo la gran verdad con que seremos cacheteados sin misericordia merecida. Siento repulsión ante eso.
Me calienta la sangre ver a tantos políticos, empresarios, periodistas y demás fauna inescrupulosa, esperar con ansiedad poco discreta, el momento ilusorio o no, de sustituir a los que ya están en las cúpulas del poder venezolano, quienes a su vez planifican sus permanencias, para comenzar o seguir con sus suculentos negocios gubernamentales o asociados a este. La impotencia se quiere hacer sombra de quien ve en el horizonte, a los carroñeros venezolanos deseosos de comerse a si mismos.
La mayoría de los que están en el exterior (venezolanos) no son malos, pero, ¿Cuántos de esos solo están esperando para volver y hacer sus cochinadas de siempre? ¿Cuántos no se sientan en lujosos restaurantes, casas y gobiernos extranjeros para planificar su gran retorno o su permanencia?: ¿cuantos del presente gobierno no están planificando ya sus futuros movimientos para mantenerse en el poder político y económico?; ¿Cuántos del presente gobierno que se sienten serán desplazados, no están planificando su retorno?; ¿Cuántos de los que hacen negocios desde afuera no quieren regresar bajo sus condiciones para disfrutar lo mal habido?; ¿Cuántos de ambos bandos no están pensando en cualquier vía para lograr sus intereses?
¿Dónde quedamos los que trabajamos y vivimos buscando honor y valores para compartir en familia?
¿Será el lodazal tan grande como ese periodo entre “respiraciones” de nación, de las que hemos hablado?
¿Seremos capaces de detener como un solo colectivo, tanta degradación?; creíamos que necesitábamos un tipo con pantalones para que enderezara esto y no llegó: ¿Esperaremos a otro?
Para comenzar una nueva etapa necesitaríamos de un equilibrio nunca visto entre los poderes públicos. ¿Será posible en menos de 10 años ver esto con tantos malandros de cuello blanco en posiciones claves del gobierno y del estado?
¿Veremos algún día a Venezuela sin una cadena de mascota en su cuello?
Ya vimos que dejar que sostengan la cadena EUA o Cuba, no representa diferencia al momento de hablar de independencia, pues esta no existe. ¿Qué decidirá hacer el colectivo cuando se identifique como tal?
No se confundan: Parte de estas preguntas las hemos humildemente respondido en esbozos que necesariamente requieren de un colectivo nacional para su definición final. El asunto aquí es que debemos arrojar luz sobre el escenario que viene, y que involucrará a todas las fuerzas que pujan en este país. Una especie de lucha entre la mediocridad, la desvalorización y la falta de identidad, que son “cuesta abajo”, contra lo justo, lo ético y lo moral, que siempre es “cuesta arriba”.
Mediten en lo que tenemos a nuestro alrededor. No se trata de cambiar de presidente, o de asamblea con un desespero casi que inmaduro. Se trata del cambio colectivo que requerimos, y de los profundos temas por abordar que están pendientes, cuyas soluciones ya sabemos, serán incluso, dolorosas pero necesarias, y únicamente soportables cuando de un colectivo mayoritariamente en acuerdo hablamos. La venezolanidad está en juego.
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