Recuerden esto entonces cuando evaluemos el comportamiento de las sociedades a nivel mundial: si Irán logra hacerse por investigación y construcción propia, de un arma nuclear, pasará por el mismo camino que transitó previamente la India, luego Pakistán y por último, con algunas variantes, Corea del norte: Se formará un escándalo de proporciones épicas y luego…; silencio. Aceptación.
Un cambio aunque sea sutil, en este libreto diplomático y geopolítico, posiblemente conduzca a la deflagración total entre Israel y otros países del área, arrastrando a otras naciones a un nuevo conflicto.
Creo que ya no hay gobierno, representante nacional o internacional, capaz de detener a Israel o a las facciones que la adversan por sus propias acciones a su alrededor, en sus resoluciones militares, producto justamente de esa mentalidad guerrera formada por siglos de conflictos y orgullo propio maltratado, y por eso quizás sólo queda que sean los mismo israelíes y vecinos quienes logren ver luz al final de esa largo túnel que han debido recorrer, para llegar a esta dinámica actual. Quiero confiar en que eventualmente, el respeto mutuo y la practicidad de la búsqueda de bienestar para todos, prive sobre sus mandatarios, y sobre los de sus vecinos.
Dios, y las religiones no tienen nada que ver en esta guerra; sólo los hombres y sus interpretaciones.
Sin embargo, en vez de aguardar por lo que parece ser una muy distante opción de entrar en razón, podríamos en cambio ser egoístas y miserables, como muchos lideres y estrategas mundiales, y actuando como abogado del diablo, nos daríamos el permiso para decir que un conflicto nuclear en esa lejana región, por fin, bien acabaría con el principal punto de desequilibrio del planeta, con sus antipáticos practicantes/actores (que no sus autores), además claro, de con sus fuentes y rutas de recursos energéticos estratégicos, -origen de toda la miseria del entorno-, con lo que los existentes en el resto del mundo, como los nuestros, tomarían una relevancia y un valor jamás imaginado.
No más medio oriente. Sólo sería “el Medio Ardiente”.
La locura en su máxima expresión nefasta, pues.
¿Dejaremos que como gallos de pelea entrenados desde pequeños, peleen y se maten en una danza de locura y sangre?
Algunos seguramente lo están ponderando. Yo lo rechazo tajantemente.
El asunto no es prohibir un tipo de arma u otra: un asesino psicópata no dejará de ser asesino porque le cambiemos una pistola o cuchillo por un bate de goma. Aún no son psicópatas, pero de lado y lado, muchos en distintos niveles de sus sociedades si han mostrado sobradamente justificaciones para el asesinato y la matanza.
Aún hay tiempo para conversar; para convencer. Ello requerirá claro, de un compromiso y un sacrificio muy grande, y no sólo de esas naciones afectadas directamente, sino también de las superpotencias que aún no están dispuestas a renunciar a sus beneficios y poderes. Nada es más difícil de lograr y mantener en un mundo como éste que la paz, pero todos los esfuerzos hechos a su favor nunca dejarán de ser homenajeados y reconocidos por los hombres a lo largo de la historia.
Israel no es más que Irán, y viceversa, claro. Ambos son víctimas y victimarías. Si buscan verlo de otra manera, porque desean rechazar un escenario tan rudo como el que les describo, encontrarán finalmente que sólo admitiendo ambas partes lo mismo, podrán sentarse a dialogar y porque no, a conseguir la paz.
Será solo ilusión en la medida que ilusoria sea la disposición de ambas naciones y vecinos a ir mas allá de sus limitaciones históricas. El buen corazón de los hombres se pone a prueba en el tiempo presente; justo ahora.
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