Sé
que semejante titulo sugiere que este va a ser uno de esos temas que terminan
siendo amplios, y lo es; tanto que incluso con todo lo que incluyo, yo no puedo
más que considerar que lo estoy abordando breve y casi que superficialmente, porque
no pretendo desarrollar un articulo académico, sino algo lo suficientemente
amplio (y espero que claro), para
tocarles el hombro y decirles:
“Miren este detalle
con el que nos manejan y ni nos damos cuenta”.
Los
estadounidenses (protagonista en estas
fechas junto con Venezuela en el asunto que nos ocupa), en ejercicio de
políticas que nosotros apenas vemos como movimientos circunstanciales, casi
puntuales y hasta extraordinarios, unidos exclusivamente al tiempo presente, no
se mueven en realidad a través del Mar Caribe hacia las costas venezolanas
sobre buques de guerra, sino sobre muy elaboradas y articuladas doctrinas
geopolíticas que vienen desarrollándose desde el siglo XVIII, y que por nuestra
falta de profundidad en la interpretación y conexión de los eventos que hemos
estado viviendo como sociedad al menos en los últimos 50 años (*), vemos en
ella una operación naval como mera noticia actual y desconectada, resumiéndola
quizás en una “acción valiente y heroica
del pueblo de EEUU para con sus vecinos venezolanos”. Nada más inocente,
desacertado y lejano a la realidad.
(*)
Reconozcamos que ni siquiera entendemos
nuestra propia historia, más allá de lo escrito por los que les convenían vivir
de esa versión.
No
amigos, los EEUU no hacen cosas por los demás sin ganarlo casi todo en el
proceso; ni por Venezuela, ni por ningún otro país de Hispanoamérica.
(Nota en modo Spoiler: nada asegura que habrá
el desenlace que la inmensa mayoría desea; todo dependerá de las decisiones que
tomen uno y otro bando en lo sucesivo)
Pero
permítanme llevarlos al tema que nos ocupa y que contiene la herramienta para
aclarar lo que ocurre: la geopolítica
como mecanismo interpretativo de la dinámica que construye los hilos que mueven
el poder entre “sometedores” y “sometidos”:
“Isla mundial”; “Isla americana”, “Heartland y
Rinland”: todas son ideas que aunque desconocidas para casi todos, han
marcado profundamente la política de las grandes potencias históricas y
actuales; todas estas nociones requieren de entender lo que con las décadas se
ha venido a denominar como la disciplina de la geopolítica, y nosotros al
adentrarnos en ella, descubriremos que resulta ser un terreno casi virgen en la
concepción política venezolana, y
definitivamente inexistente en el marco conceptual de la sociedad de la que
llegamos a ser parte.
Es
asignatura inexistente en las escuelas; es tierra poco explorada
históricamente, y definitivamente intacta en la Venezuela contemporánea pese al
proselitismo de los políticos que han reducido la tragedia nacional al mero
mantenimiento y supervivencia de un régimen y su oposición (entiéndase, los aprovechadores de turno).
Sé
que ustedes comprenden que aquí en este blog no solo puede haber reflexiones
bien intencionadas; necesitamos conceptos y nombres para introducirnos en ideas
que otros manejan con mayor o menor habilidad más allá de nuestras fronteras, y
con lo que de facto generan consecuencias por sus silenciosas acciones al mantenernos
nosotros mismos literalmente enterrados vivos en la ignorancia.
Cuando
más, creemos existir en un “gran telar” que es tejido de manera invariable recto
hacia el futuro, y dejamos de ver precisamente por esa razón, las intrincadas
imbricaciones que en todas direcciones y con sucesivos hilos se van tejiendo a
partir de diferentes motivaciones, tiempos e insospechados azares en donde la
única constante es que siempre salimos perjudicados y mal parados, como peones descartables
en un tablero de ajedrez.
Lo
que está pasando en Venezuela y en el Caribe en estas semanas no es azar;
necesitamos entenderlo y aprender a ver mas allá de nuestras narices y de la de
los escasísimos personajes que han tomado las riendas con un liderazgo más que cuestionable
al país, porque la consecuencia de mantenernos como hasta ahora, es el riesgo real
de que tras la caída de Maduro y su camada de inescrupulosos, otros no mejores
que ellos asuman el poder y nos mantengan en la misma mentira, aunque la vistan
falsamente con túnicas de una pírrica prosperidad que no nos llevaría más allá
de lo que hemos venido siendo desde esa independencia del siglo XIX marcada por
la influencia masónica y anglosajona apalancada en nuestras propias miserias,
sin poder real sobre nuestras propias vidas.
Para
que esto no ocurra, necesito apelar a los planteamientos y teorías de autores
históricos desde los que ustedes con su esfuerzo autodidacta, podrán comenzar a
buscar, leer y entender lo que en realidad nos arrea como ganado, totalmente
ajeno a las nociones que como sociedad deberíamos tener, y por lo que en
consecuencia la mayoría rellena todos los espacios de incomprensión con
expresiones del tipo “Dios, el Espíritu Santo, la Virgen o el Universo
nos salvarán” para justificar la docilidad con la que vivimos.
1.- ¿Qué es la geopolítica?
El
poder de la visión interpretativa nacida de la geopolítica quedó de manifiesto
por lo escrito por Mackinder en 1919:
"Quien gobierne en Europa del Este
dominará el Heartland; quien gobierne el Heartland dominará
la Isla-Mundial; quien gobierne la Isla-Mundial controlará
el mundo."
Quien
no termine por entender el poder de esta sentencia, seguirá sumergido en la
creencia de que “todos los pueblos son
iguales, que todas las personas tienen los mismos derechos, que el individuo es
más importante que la comunidad, y que la humanidad es un concierto de naciones
que determinan juntas el rumbo planetario”.
No
mis amigos; la historia no es tan benévola: Nos muestra entre sus líneas
escritas, la aparición de imperios, el subsecuente estancamiento por la
comodidad alcanzada tras el ejercicio de su poderío; la corrupción y la caída
de estos, las alianzas circunstanciales, los enemigos construidos y las
potencias que surgen para relevarlas.
Según
Wikipedia (insisto, les invito a leer a
los autores históricos de la geopolítica y no llevarnos únicamente por una
corta definición):
“La geopolítica es el estudio de los
efectos de la geografía humana y la geografía física sobre la política y las
relaciones internacionales. La geopolítica es un método de estudio de la
política exterior para entender, explicar y predecir el comportamiento político
internacional a través de variables geográficas”.
(Agrego yo: “…para influenciar y dirigir
el comportamiento político internacional y nacional a través de variables
económicas, militares, de espionaje y violencia directa o inducida, apalancadas
en lo geográfico, en beneficio de un poder y circunstancialmente, de sus
aliados sometidos”)
Comprender
el alcance de la geopolítica lleva tiempo y lectura; los autores históricos son
profundos y de obra a veces difícil de entender con una sola lectura, lo que a
menudo lleva a que leer a uno es tener que releer al anterior ahora con nuevos
ojos; mi recomendación va hacía libros en español de carácter introductorio publicados
por el Coronel Pedro Baños, y en lo personal, preferentemente por el abogado
Francisco J. Fernández-Cruz Sequera, ambos españoles.
De particular recomendación
el canal YouTube de este último, del cual les dejo un enlace a su sección de
Historia:
https://www.youtube.com/playlist?list=PLzYaQ8ZVOEDIrcPLTAkRYgeTB2dgm0D60
2.- ¿Quiénes son los referentes en esta
disciplina?
A
continuación les menciono algunos de los principales autores que dieron forma a
la actual geopolítica o que han permitido su comprensión; no dejen de tener
presente las obras de los españoles anteriormente citados, y como nota de
interés, la existencia de autores suramericanos.
Rudolf
Kjellen. (1864 – 1922). Suecia.
Geógrafo. Profesor de derecho político. Sus aportes están centrados en explicar
que el Estado es un organismo vivo y un trazo de tierra organizada, mientras
que la base de la política es el espacio. Es el creador del término “Geopolítica”.
Karl Haushofer. (1849 – 1946). Alemania, militar, General de División,
desarrolla las ideas de autosuficiencia y espacio vital para los Estados
nacionales y de las panregiones.
Alfred Thayer Mahan, estadounidense, que destacó la importancia del mar en
las relaciones políticas, y se considera uno de los autores que forjaron la
visión estadounidense de su expansión territorial y el control de zonas de
influencia geográficas, particularmente el resto de América como coto exclusivo
de su influencia.
Jaime Vicens Vives. (1910- 1960) España. Historiador. Habla de geografía política.
Se ocupó del estudio del aspecto geográfico de las relaciones interestatales.
Nicolás John Spykman. (1893 – 1943). Estados Unidos (nació en Holanda), Periodista.
Sus ideas tratan sobre el “Hearland” (centro neurálgico), el “Rimland” (tierra
orilla), y el pivote geográfico. Es muy reconocida su idea acerca de que los
poderes terrestre y naval por sí solos no garantizan el control del mundo y por
tanto se requiere acceder a los espacios costeros.
Yves Lacoste. Geógrafo, profesor. (Quién nació en Marruecos 1929 –
vive). Sus ideas tratan acerca de la
geografía para la guerra y como instrumento de poder. Además ha buscado
reivindicar a la geopolítica como una
ciencia.
Halford John Mackinder (1861-1947), formuló la teoría del “Heartland” o corazón continental.
Friedrich Ratzel, alemán, que fundó la geografía humana o
antropogeografía.
Oswald Spengler (Blankenburg, 29 de mayo de 1880-Múnich, 8 de mayo de
1936) fue un filósofo e historiador alemán, recordado por su teoría orgánica de
la historia. Es recordado principalmente por el libro de geopolítica “La
decadencia de Occidente”, pero ofreció una visión clara de los hilos que mueven
los poderes mundiales a través de ciclos de auge, caída y los conflictos entre
ambas etapas.
James
Monroe, Presidente
de Estados Unidos. Forja la noción que más tarde se llamaría la doctrina
Monroe, que buscaba garantizar la no injerencia de potencias extranjeras sobre
el continente americano.
Coronel Pedro Baños (León, 29 de agosto de 1960) es un escritor y militar
español, coronel de infantería del Ejército de Tierra en situación de reserva,
especializado en geoestrategia, defensa, seguridad, terrorismo yihadista e
inteligencia.
Autores
relevantes desde Suramérica:
General Julio Londoño (Colombia, 1949), profesor y catedrático en institutos
militares y universidades de su país, entre sus obras encontramos: Geopolítica
de Colombia, Los Fundamentos de la Geopolítica, Geopolítica del Caribe; y,
Geopolítica de Sudamérica.
General Mario Travassos (Brasil, 1930), se basa en la geografía política con
énfasis en la posición brasileña frente a otros estados y su influencia en la
región, enmarcada entre dos antagonismos geográficos: el Atlántico frente al
Pacífico y el río de la Plata frente al Amazonas.
Almirante Segundo Storni (Argentina, 1876-1954). Su obra “Intereses Argentinos en
la Mar” (1916) se considera precursora de la escuela argentina de geopolítica.
Lo más sencillo será abordar
el tema inicialmente desde canales de YouTube, pero les recomiendo
reiteradamente que de hacerlo, lo hagan desde el ya mencionado como referencia
(Francisco J. Fernández-Cruz Sequera), o desde entrevistas sobre geopolítica
realizadas al Coronel Pedro Baños.
En todo caso, recuerden que
“Nadie es dueño de la verdad, pero la verdad es dueña de todos”. Por esa razón,
les invito a explorar desde sus propios caminos, los diferentes autores y
fuentes existentes, cuidándose siempre de los charlatanes y oportunistas.
3.- ¿Ahora, en dónde estamos nosotros los
venezolanos en ese contexto?
Mencionar
a estos autores no es asunto baladí; entendamos que la geopolítica americana
(refiriéndonos al continente en su totalidad), está gobernada por los EEUU,
quienes construyeron a partir de las nociones venidas del viejo continente, la
idea de la referida “isla americana” como el territorio natural del poder
estadounidense, con los mares a su alrededor como la protección natural tras
haber desplazado por la fuerza a los pueblos americanos existentes, y el
arrebato de tierras a España (Como California,
Texas, y demás estados actuales antes partes del virreinato). De Alfred Mahan
surge la adaptación del concepto mediterráneo de “mare nostrum” para los EEUU de cara al Caribe; por eso la
neutralización de Cuba desde los años sesentas, y la de Iberoamérica como territorio
de influencia de EEUU donde ninguna
potencia venida del “Heartland” (la masa
de tierra euroasiática), podía pretender imponer su influencia.
Esto
último inmediatamente supuso también la imposibilidad de aparición de una
potencia autóctona alterna en la región; el “destino manifiesto”, cultivado como núcleo de poder usado como
ejecutor del destino estadounidense, traído a su vez de la visión judía del mundo,
junto con la épica independentista aupada por los movimientos masónicos
anglosajones, crearon el marco de fondo desde el cual EEUU podía proyectarse
naturalmente y sin resistencia, particularmente tras los resultados de la II Guerra
Mundial y el consecuente desmantelamiento de los antiguos imperios franceses y
británicos que quedaron como toda Europa -bajo mando estadounidense-, reducida
a peones.
La
geopolítica explica además el por qué de nuestras pérdidas de territorio;
también la razón de nuestra división territorial y social, y el por qué de las
subsecuentes guerras limítrofes, tensiones territoriales, ambiciones elitistas e
inestabilidad política como medio de mantener a las sociedades dispersas y
concentradas en sus propias supervivencias, sin el cultivo de una historia
coherente, firme y con vocación a la unidad, para ir forjando un presente poderoso y
colectivo.
Venezuela
está en el medio –literalmente-, de
la “Isla Americana”; le hace frente geográfico a los EEUU, y aunque no esta tan
cerca como para sucumbir ante la penuria de ser su “vecino limítrofe por
tierra” (como es el caso de México, con
sus consecuentes pérdidas masivas de territorio), si lo está por ser cara
de Suramérica frente al gigante del norte, compartiendo frontera marítima
mediante Puerto Rico.
Bolívar
desconocía muchas de estas cosas (fue
criado bajo la influencia de las rencillas internas propias de la mala administración
de los virreinatos, y cada vez más al calor de la criatura masónica anglosajona
y francesa), y por eso llegó a apelar a la “Divinidad” para sentenciar que
los Estados Unidos de Norte América parecían señalados por esa misma Providencia
para sembrar las Américas de miserias. Estaba equivocado; en su tiempo la
geopolítica no era un concepto desarrollado; no se trababa de la “divinidad”,
sino de las corrientes de los acontecimientos humanos y la geografía
influenciada por los movimientos de los imperios prevalentes en esa época; Bolívar
se ajustó sin querer a ser parte de todo aquello en el rol que le tocó, bajo la
influencia directa de las políticas anglosajonas que se infiltraban
exitosamente en los primeros próceres suramericanos, y que él mismo trató de
revertir cuando ya era muy tarde, sin siquiera reconocer el origen del error
cometido, hasta literalmente estar en su lecho de muerte.
No
entenderlo, le costó también primero a Miranda y luego a San Martín en Argentina,
el ser aprovechados por los británicos a
través de sus ideas libertarias y de sus nociones del “todos iguales” forjadas
en la misma masonería, en su intención -no de liberar a los pueblos oprimidos-, sino
en destruir al centenario enemigo español (entiéndase,
enemigo que tanto daño le había hecho a Gran Bretaña), en tierras
americanas.
Por
el éxito de esa estratagema británica es que terminamos divididos, debilitados,
desdibujados y desgarrados de una historia que puedo ser común y monolítica como
un imperio, hasta convertirnos en carne
de cañón, y esto solo en sus estertores como mencionaba de acuerdo a los
documentos existentes, al menos Bolívar lo entendió.
Aterrizando
nuevamente en Venezuela, les pido que no busquen en Dios la explicación del por
qué el régimen chavista -y luego madurista, siempre secundado
oportunamente por una oposición laxa y corrupta-, se ha mantenido en el
poder; encuentren en Él más bien la inspiración para darle dirección a sus
lecturas buscando la razón de los flujos de la historia; aprendan a leer en esas
corrientes casi siempre invisibles y lejos de la superficie -como en un rio turbio y enorme-, la
razón de por qué no hemos podido -ni
podremos-, en el marco operativo occidental (*) vigente, el zafarnos
de algunas de nuestras miserias; no busquen en la adversidad enviada por lo
“Divino”, la pérdida del Esequibo, de la libertad, y del país como tal; tampoco
la pérdida de sus hijos que a otras tierras han tenido que emigrar.
(*): “Occidental” por la influencia y
control estadounidense de naciones tras la segunda guerra mundial, y no
“occidente” por venir de la inspiración greco-romana, previa a la influencia oriental
traída por judíos y cristianos.
Venezuela
se perdió porque no sabíamos como sociedad que existía la geopolítica, tal como
existen los hilos que unen al títere con el titiritero, y al político con el
interés del poder y el dinero del amo que lo da. No entender que nuestras
debilidades nos imposibilitaron ejercer nuestras fortalezas fue fatal; la
arrogancia de creernos aún grandes creyéndonos una épica independentista no
libre de culpa y polémica, -cuando apenas podemos respirar bajo la bota
de lo injusto-, solo eterniza el dolor al que aún ni queremos ponerle nombre
y origen.
Le
tomamos miedo a la violencia organizada y dirigida contra el opresor y contra
quien viole la ley o los valores inspirados por nuestras creencias mas excelsas;
le perdimos respeto a la libertad de nuestros hijos; de las religiones judeocristianas
tomamos lo que más débil nos hizo frente a los enemigos y totalitarios; terminamos
creyendo más valor en la supervivencia individual, que en la invencibilidad del
colectivo unido y sin miedo al sacrificio por ideas comunes de seguridad y
justicia; no supimos reconocer y resolver la paradoja de la sociedad
descabezada, huérfana de líderes preparados en las ciencias y las ingenierías, con
valores y justa entrega a un ideal mayor; la geopolítica nos podía señalar las
opciones, pero los ruidos furiosos del mar que nos separó tras convertirnos en
archipiélagos iberoamericanos, nos ensordecieron y de alguna manera
enceguecieron para leer las señales que la geopolítica nos marcaban como
necesarias de entender.
En
geopolítica no hay amigos; solo socios circunstanciales signados por los mares
y la tierra, y limitados por la intención de conseguir cosas, por la capacidad que
posean para ejercer la violencia y/o de proyectar su poder económico y social a
través de alguna forma de poder blando (comidas,
música, estilo de vida y modas, por ejemplo).
Los
fuertes (más allá de la dicotomía de
“buenos o malos”) buscan mantenerse liderando, y para ello persiguen
debilitar a quienes siendo fuertes, sean sus enemigos, al tiempo que mantienen
débiles a todo aquel que elige vivir a su sombra.
Por
eso es que EEUU domina la isla americana y a todo aquel que viva en ella, y si
no se somete a sus mandatos, queda reducido a criatura inofensiva (Cuba, por ejemplo, con su régimen dictador y
opositor a EEUU). Por eso nadie más puede tener armas nucleares en el resto
del continente para ser voz a ser tomada en cuenta; nadie más puede ser paladín
de lo justo sin convertirse en piedra en el zapato estadounidense, y no
reconocer esto, es lo que precisamente ha impedido nuestra claridad para
conseguir en la unión, el momento idóneo para conjugarse con las circunstancias
geoestratégicas mundiales y crear un perfil único, novedoso y disruptivo capaz
de sobrevivir frente al estancamiento y la caída de los viejos poderes,
incluyendo quizás a los propios EEUU.
4.- ¿Qué opciones nos quedan?
Creo
que lo vienen intuyendo desde la parte anterior de este articulo del blog: esa
es la pregunta más difícil de todas; la que de no ser respondida efectivamente,
nos sigue exponiendo a la voluntad de terceros y a la de los operadores
políticos / mafiosos que en nuestro territorio circulan y cumplen el rol de
regentes de lo que va quedando.
Recuerden:
organizacionalmente somos parte del “occidente” que les describía (bajo la egida estadounidense), ese mismo
que está revelando sus síntomas de estancamiento, decaimiento y sustitución por
fuerzas que han sabido ver a través de lo geopolítico, las oportunidades de
crecimiento.
Se
le atribuye a G. Michael Hopf la idea de que “los tiempos difíciles crean hombres fuertes, que los hombres fuertes
crean buenos tiempos, que los buenos tiempos crean hombres débiles, y que los
hombre débiles crean tiempos difíciles”; debemos comprender donde estamos
en ese ciclo, antes de que su movimiento final y cíclico arrase con nosotros, como
lo hizo con la Venezuela que conocimos hasta los 90´s. De allí en adelante, los
que nacieron solo vivieron sobre un barco a flote pero sin motor, capitán ni
dirección.
Venezuela
y el concepto de qué es ser pueblo venezolano, quedaron a la deriva.
El
círculo se repetirá una y otra vez, con caídas y levantamientos, no porque no
seamos capaces de construir, sino porque nos acomodamos en nuestros triunfos -o
ilusiones de estos-, y aflojamos la custodia de los valores más cruciales.
Interpretar
la situación actual de América en general, y de Venezuela en particular en este
caso desde la óptica desapasionada de la geopolítica, nos permite encontrar
sentido al auge y caída de los poderes que pudiéramos llegar a creer que eran
inamovibles. Hasta el más pequeño puede conseguir aliados que compartan una
visión similar; que obtengan beneficios de las alianzas, y tengan claros los
inconvenientes de las competencias y las rencillas estériles.
Hoy
Venezuela ciertamente podría ser liberada por los EEUU de una parte de la
corporación de mafias que la regentan, pero igual que le pasó a los negros
estadounidenses cuando los blancos les dieron la libertad sin que tuvieran la
vivencia de luchar por ella y conseguirla, nosotros retendríamos también con
esa intervención militar, el sabor amargo de una libertad que solo llegó
parcial, condicionada, sesgada por los intereses de otros, y definitivamente no
deslastrada de quienes tomando el relevo en la cima del poder local venezolano,
tampoco se alinearán con lo que podría ser desde la óptica más elevada de nuestra
sociedad, el camino correcto, sino con lo que es y resulta inevitable: un
movimiento de ajedrez geopolítico estadounidense que solo constituye un
episodio más en su propia búsqueda de poder y seguridad.
Que
seamos “liberados” en el proceso, solo es una consecuencia “colateral”, así esta
sea bienvenida.
A
los demás pueblos de Iberoamérica les digo: Cuando vean las barbas del vecino
arder, pongan las suyas en remojo.
Siéntanse
ajenos a la geopolítica y sus consecuencias, y jamás serán libres en tanto se
crean su propia mentira.
Estamos
llenos de caudillos refritos; en todos lados de nuestra América hay un Evo
Morales, un Kirchner, una Cristina Fernández, un Milei, un Chávez, un Fidel o
un Lula; todos tienen en común que juran ser la solución final, tal como lo creyó
Bolívar, San Martin, y una miríada mas de personajes políticos, dictadores y
caudillos de los que no hemos aprendido, y en consecuencia, fuerzas externas apalancadas
en mezquinos intereses internos, nos siguen manteniendo separados y débiles.
La
mayor mentira que nos creemos, es esa de que Iberoamérica es un territorio
libre y soberano, que ejerce su voluntad a través de las democracias (masónicas) instauradas por nuestros próceres
en beneficio de las mayorías.
Geopolítica
amigos.
Aún
debemos entender quiénes somos.
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