Hasta la publicación de
este breve articulo, lo que pasa es una realidad aplastante:
Un pueblo humillado por
su incapacidad de reclamar y cambiar las cosas sin un líder a la cabeza, -que no es el ganador a la presidencia-,
que a su vez no llama a tomar la calle ni ejerce su rol llamando al ejercicio
del artículo 350 de la Constitución por cualquier medio, mientras es disminuido
por un ilegalmente autoproclamado Nicolás Maduro desencajado y nervioso al saberse el perdedor de dicha elecciones.
El artículo que vendrá a continuación de este causará
incomodidad, porque tengo que comentar unas elecciones cuyos resultados lucen a
toda vista, y como mínimo, extremadamente violentados, como su gente que ahora está encarcelada, asesinada y/o desaparecida, tristemente junto a la libertad que también habíamos dejado abandonada y que quisimos defender con "representantes políticos elegidos", sin considerar que habíamos dejado nuestro destino
al alcance de los menos preparados y al mismo tiempo más inescrupulosos entre nosotros.
Cada vez más Venezuela luce débil y profundamente herida, con tejidos muertos que ahora deberán ser arrancados sin misericordia por los buitres y zamuros que hemos dejado cuidándola.
Será doloroso, no solo por lo que hay que hacer, sino también por lo que hay que aceptar: que no hay manera de volver a la Venezuela del pasado, y muchos de los vivos hoy, no sabrán ni podrán vivir en la nueva que deberá nacer.
Tantos más de esos venezolanos existan, tanto mas lejos estará el cambio profundo que la mayoría ni siquiera concibe en realidad; eso incluye a los que hoy votaron esperanzadamente por el cambio, aún sabiendo que el régimen tenia el sartén por el mango; ahora, se enfrentan al vacío mas desolador, porque no es fácil despertar cada día y saber que nada ha cambiado; que nadie ha venido a salvarnos.
Si, es una pesadilla; una de la que solo despertaremos por nosotros mismos.
Nicolás Maduro se robó las elecciones con la complicidad y descaro de todo ese Estado organizado por Chávez a su imagen y semejanza.
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