domingo, 23 de enero de 2022

El nuevo referendo presidencial, esta vez 2022: Una oportunidad con dos caras

Historia: Octubre de 2016 (imagen adjunta): El referendo revocatorio presidencial contra el para entonces Nicolás Maduro en su primer periodo como presidente, era maniatado por el mismo régimen y su aparato jurídico y electoral, frente a una oposición incapaz de mantener una mínima coherencia que permitiera movilizar a la población y mantenerla sin vuelta hasta alcanzar la caída de Maduro, así fuera en ejercicio puro y duro del derecho consagrado en la constitución, (para quienes practiquen la ciudadanía), referido a la potestad que reside en el pueblo para desconocer y sacar a la autoridad convertida en ilegitima presencia.

Pasados seis largos y desgastantes años, ahora en Enero del 2022, vuelve a ponerse ante la población que permanece en el territorio colonizado por el "chavo-madurismo" con el visto bueno de Cuba, China y Rusia, la posibilidad de convocar y buscar ejercer el consagrado derecho a revocar al "gobierno" que mantiene el control del país; una oportunidad con dos caras, como las tendría una "moneda falsa" (*), pues ofrece el momento justo y sin excusas para al menos, demostrar dos cosas: 

1: Que Nicolás Maduro y su mafia corporativizada asumen la fachada "institucional" como vía para salir del poder voluntariamente bajo el pretexto del referendo, o

 

2: Que sin importar la palabra escrita en la constitución, -ni los deseos de la mayoría-, en caso de no desear él (Nicolás maduro) dejar el poder, no habrá manera de llamar a revocatorio.

(*): Nota: Digo "moneda falsa", porque una "moneda verdadera", en manos de una sociedad ciudadana, no dejaría su destino en manos de quienes solo les oprimían)

El reloj está en marcha, -y no de la mano de Guaidó-, sino de otros sectores políticos que asociados en diversidad de intereses, han solicitado formalmente la activación de este mecanismo de cambio establecido en la constitución venezolana.

Ya el CNE se pronunció, marcando en el calendario el 26 de Enero para recabar las firmas que supongan al menos el 20 por ciento del padrón electoral.

La polémica está servida por una variedad de razones, que sin embargo, no tocan la médula del asunto:

En primer lugar, el grito al cielo que han puesto los propios promotores del referendo, por la cercanía con que se estableció la fecha (el próximo 26 de Enero), lo que sin dudas les deja poco margen para organizarse al viejo estilo partidista, con lo que queda expuesta: 1: su incapacidad para haber previsto lo que podía ocurrir, y prepararse en consecuencia activando la promoción del ejercicio de revocación en puertas, con antelación; 2: su incapacidad ocultar la profunda división política que los aqueja, al estar la oposición más concentrada en el cultivo y crecimiento de sus propias parcelas de poder que en otra cosa, a consecuencia del deterioro de principios y valores del que adolecen ya sin recuperación posible, y 3: la incapacidad para manejar con franqueza el hecho de que en un sólo día si se pueden recabar todas las firmas necesarias, de la misma manera en que en un solo día, se elige en elecciones presidenciales, y de otros poderes y representantes.

En segundo lugar, con la autorización (aparentemente sin objeciones) por parte del CNE del régimen para convocar la recolección de firmas, comienza a hacerse patente 1: que la población no venía estando conectada al posible ejercicio revocatorio, y literalmente los toma por sorpresa, con lo cual el escepticismo compite con la posibilidad real de dejar todos los miedos a un lado, y abocarse a hacer filas masivamente para entregar sus firmas y dejar en claro la voluntad que existe de revocar a Maduro y lo que representa; 2: que la población está desconectada por completo de quienes han sido tradicionalmente sus políticos, cosa totalmente lógica si observamos la interminable y aún presente cadena de errores, omisiones y "vistas gordas" de la que ha hecho alarde la oposición toda en su conjunto, y 3: que el mecanismo revocatorio adolece de participación popular real, pues no toma en cuenta a los millones de hombres y mujeres que han emigrado y que por seguir siendo venezolanos, tenían derecho a expresar su voluntad política aún desde el exterior.

(Recordemos antes de proseguir, el crudo hecho: Esos casi seis millones de venezolanos, -solo ellos-, han tenido el poder para sacar a Maduro del poder mediante la rebelión interna coordinada, o mediante el ejercicio de emitir su opinión a través de la recolección de firmas para el revocatorio a nivel internacional, y ninguna de las dos cosas se dieron ni darán, dentro o fuera de la ahora colonia, porque Venezuela ni es republica, ni los que quedaron o se fueron supieron ejercer coordinadamente la ciudadanía y el poder que eso les confería, y toca aún demostrar que hemos aprendido algo de esa realidad).

Por esto último es que, pese a todo esto, la necesidad de actuar para revocar, es innegable e impostergable ahora, justo ahora que se presenta la oportunidad para ejercer el derecho o para desnudar (quizás del último harapo que le quedaba cubriéndole), al régimen mafioso que administra a la Colonia Bolivariana de Venezuela.


Hoy, 23 de Enero, cuando escribo esto (sin coincidencia alguna, pues es mi intención manifiesta), se hace necesario recordar lo que en esencia hemos sido tras la caída de Pérez Jiménez: una país en decadencia social descendente y sostenida, que a duras penas se mantiene de pie sobre sus huesos no para exclamar o defender su libertad, sino exclusivamente para sostener a quienes les oprimen y vejan, en tanto aprendemos la lección colectiva e individual que nos libere en verdad.

El próximo 26 de Enero se necesita de todos para declarar sin dudas ni objeciones que valgan, que Venezuela está despertando con una nueva consciencia, y que quiere terminar con esta pesadilla de la cual Nicolás Maduro no es más que la punta del frio iceberg que nos esclavizó.

El 26 de Enero, emitir opinión mediante una firma en un papel, es la última manera de salir de esto con la frente en alto, porque si decidimos esperar a la próxima "elección presidencial", sólo será para volver exactamente al mismo punto que se nos viene encima con esta oportunidad revocatoria: ver si Maduro -o el que lo esté sucediendo en el poder por decisión del mismo régimen-, deciden que quieren irse, porque no hay manera de que sin sentirse amenazados por un pueblo levantado y decidido a no bajar la mirada ni retroceder más, ellos vayan a querer dejar el "paraíso de ensueño" que les hemos torpemente obsequiado.

El 26 de Enero no es para amanecer en medio de letanías pesimistas: es para ejercer un derecho, y en caso de que nos lo pisoteen, despertar entonces y arrebatarles con la indignación de quienes no tolerarán más injusticias, el poder que siempre ha debido estar bajo el control de nuestros principios humanos, y no bajo los más crueles instintos que hemos sido capaces de desplegar.


Sólo hay una manera de hacer las cosas a partir de hoy, si queremos quitarle el sentido de mortaja eterna que han tenido las últimas palabras del General Marcos Pérez Jiménez: "Cuando me fui, quien cayó: Venezuela, o yo?".


Decidamos, porque excusas, ya no hay.




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