Introducción.
Este artículo
tiene una sola y breve finalidad: Hablar de la política actual, y del modo de
salirnos de ese mal.
Cuando
definimos a un “moderno ciudadano”,
hacemos referencia a aquel que debe surgir, y no a uno que ya exista, porque en
principio, éste individuo deberá tener una mínima soltura en el manejo de la
política real como forma de expresión, comprendiendo los modos en que los
caminos políticos pueden torcerse en cuanto el verdadero “oficio más viejo del mundo” (si, ese de ser un político de oficio), se dedica a la tarea de hacerse
insustituible y necesario, en vez de temporal y provechoso.
A propósito de
esto último, comencemos el tema con un axioma:
“Hacemos
la política nacional, o la hacen por nosotros”
Frente a ese
escenario de alta vulnerabilidad para todos, es necesario aceptar una realidad:
En el caso de
Venezuela, los que pueden hacerla por nosotros, -o al margen de las opiniones que tengamos incluso-, no serán
precisamente los pocos políticos y buenos políticos que quedan libres, presos o
exiliados, sino por aquellos que se mantienen con el control partidista y “ONGista” (*), y que seguirán sus propias
visiones como lo hacen en la actualidad (de
buena o mala fe), con lo que el beneficio de sus entornos inmediatos será lo más “natural”
a medida que se hace de la política de Estado, la
política de “ellos”.
(*): Nuevo termino para definir a
aquellas ONG que bajo el pretexto de ser “representantes” de la “sociedad
civil”, busquen apoderarse de los espacios públicos llamados a ser tribuna de
libre expresión, para ellos convertirlos en rediles de sumisión y plataforma
para lanzar sus propios intereses económicos.
La política, (tomando el hecho de que somos individuos que
nos interrelacionamos racionalmente como sociedad buscando el bien común), no
nos puede ser ajena ante la necesidad que tenemos de ir evolucionando como
nación, tomando en cuenta además, que guste o no, la tendencia “natural” al equilibrio de las cosas hará
que el
desinterés de nosotros, sea llenado por el de alguien más.
Sé que no es
sencillo de asimilarlo, particularmente cuando nos podemos definir a nosotros
mismos como una sociedad subyugada por parásitos conceptuales y en espera de
ser libre, pero acaso, ¿no es nuestra actitud displicente frente al
régimen y su oposición, a tenor de una raquítica cultura política, la misma que
hemos tenido hacia nuestra propia soberanía y libertad?
Y hablando de
libertad, ¿Acaso ésta debe venir siempre en una “caja de galletas” como un
premio que ni siquiera esperábamos?
I.
El
meollo del asunto.
Lo lógico es
que al querer analizar algo, elijamos un método para recabar la información
necesaria y otro para analizarla, por lo que vamos a establecer de arrancada,
un punto común en esta conceptualización que requerimos manejar frente al
panorama político inoperante que reina en el país; primeramente veamos lo que
es un
ciudadano, (para que nos
introduzcamos en contexto), según la Real
Academia Española: “Es una persona considerada como miembro
activo de un Estado, titular de derechos políticos y sometida a su vez a sus
leyes.”
Apelemos ahora
a lo que dice la Wikipedia sobre la política: “Es el proceso de tomar decisiones
que se aplican a todos los miembros de una comunidad humana. También es el
arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados.”
Si tomamos
literalmente ambos conceptos, encontramos que en efecto, 1: no nos sentimos representados
en esa definición de ciudadanos, y 2: que en definitiva, están decidiendo por sobre
nosotros, encima de nuestras opiniones y sobre nuestros más elementales
derechos, siendo el “proceso estandarizado” en Venezuela para
tomarlas, por donde ha comenzado precisamente nuestro vía crucis existencial como
sociedad.
Entendiendo lo que “no somos”
como ciudadanos y a lo que es el fenómeno del constructo político al que nos
enfrentamos en Venezuela, podemos decir que El ciudadano político es aquel
que sensibilizado frente a los problemas sociales existentes que también lo
involucran en el contexto de una República, emite opinión sobre el correcto
curso de actuación, y es capaz de acordar con los demás mediante el dialogo, el
consenso y el referéndum, la dirección a tomar para efectivamente crecer, bajo
la luz de los valores humanos preestablecidos, como conglomerado bajo la
definición de “venezolanos”.
Ahora, dicho
esto, ¿Qué es la política en la realidad presente?
Comencemos por
decir que responder esta pregunta es ir en contra de muchos académicos y autoridades que
argumentarán frente a cualquier descripción que no sea la aceptada por el statu quo predominante, bien sea al
mando del poder, o sea por su primera y segunda línea de sucesión (niveles segundarios de oficialismo y
oposición, respectivamente).
Al menos en Venezuela,
la política se ha vuelto un oficio donde la mayoría (no todos), termina siendo cómplice de conversaciones y actos
indecibles, mientras que un reducido grupo de políticos, tanto mujeres como
hombres, sufren el aislamiento y la persecución mientras se han resistido a ceder
sus espacios morales y éticos.
Sobre ese
pequeño reducto de políticos que al mirar con atención, aún encontraremos
deambulando con su moral y su ética intactas, allí entre el régimen ilegitimo “chavomadurista”
y la oposición de pacotilla con cara de Guaidó, y que sobreviven a duras penas entre
todo ese “fruto dañado” por el
clientelismo partidista y ONGista, deberán ser salvados de entre los “muertos vivientes”, si queremos contar
con alguna base política de arranque congruente y auditable.
Y esta
observación viene al caso, porque los Partidos políticos, al igual que muchas
de las nuevas ONG´s de carácter político, se han vuelto con asqueroso
desparpajo, meras plataformas para que unos pocos controlen en base a las
apetencias de poder, los caminos que apenas comenzaban a definirse desde el
mismo 2002 (con la caída de Chávez y el “carmonazo”),
de cara a una transición bajo el amparo de una Junta de Gobierno, y esto es
sumamente grave porque en la Venezuela presente, el parcelamiento ideológico ha
elevado la división a niveles de paroxismo, bloqueando de facto casi toda
posibilidad de cohesión y empuje en una sola dirección en la actualidad, y eso,
ha sido un obsequio de los dioses paganos para los que regentan el poder.
En otras
palabras: Venezuela está siendo jalonada
en tres direcciones: la del Régimen, la Oposición y las ONG´s.
Cualquier otro
actor ha quedado desdibujado, y como su población, reducida a una especie de “presos sin sentencia emitida”, mientras
juntos y mansos todos, aguardan a quien
sabe qué, en tanto sobreviven en la “Colonia
Penal Venezuela”.
Así en
definitiva, cualquier pequeña facción, (como
también cualquier pequeño interés foráneo), logra sistemáticamente permearnos
y derrotarnos miserablemente en el escenario que escojan enfrentarnos (fronteras, recursos, reclamos judiciales,
administración pública, economía, PDVSA, CORPOELEC, y un largo “etc.”).
Los partidos
tradicionales siguen precariamente “funcionando”,
ya más como músculos ancianos de una maquinaria para pastorear y controlar a la gente hacia un voto determinado bajo la
extorsión de prebendas, más que para otra cosa; simplemente colapsaron frente a
la escases de ideas y particularmente, ante la falta de ética delante de los
principios que incluso ellos mismos sustentaban.
NOTA: Este fenómeno de deterioro ético y conceptual también es palpable
en la inmensa mayoría de los críticos de oficio del régimen y hasta de la oposición.
No perdamos de
vista que todo este “hitos” como mojones
fronterizos en la debacle nacional, no viene exclusivamente de la “revolución” o de la “quinta república” con su oposición; involucra
casi totalmente a la “cuarta república”,
como correspondiente “otra cara” de
esta “moneda falsa” con la que nos
han comprado y manipulado, y para esto nada más un ejemplo: Al menos un
Personaje que ahora es miembro del CNE asignado conveniente por el TSJ del
Régimen, es el mismo que en plena era del auge de los partidos AD y COPEI, apoyó
la división ilegal y anticonstitucional de las elecciones del ´98 para “evitar”
que Chávez arrasara (como que al final de
todas maneras hizo), con los comicios de esa oportunidad.
La debacle
estaba anunciada y en pleno desarrollo desde ese entonces a manos de los mismos
verdugos que siguen cebados e intocables
entre nosotros.
¿Cuál es la política
que necesitamos entonces?
Cuando todo lo demás falla, solo queda admitir
lo que siempre estuvo frente a nuestras narices: que requerimos de una política capaz
de ser manejada conceptualmente por la ciudadanía, en el sentido específico de
que pueda ser reconocida por la gente como expresión orientada a la consecución
de beneficios colectivos sin afectar a minorías ciudadanas, y sin perderse el
control sobre sus cuadros de ejecución, al eliminar conscientemente la
intromisión de fuerzas tras los bastidores de los partidos políticos y las ONG
que aún no salen del closet político.
Es que no
podemos seguir permitiendo que nos enreden en falsos tecnicismos leguleyos o de
“alta gerencia” (y “alto Twitter”, tipo: “son
líderes políticos aquellos con más de 10 mil seguidores”). No podemos
volver a caer en la tentación de “que gobiernen
ellos, porque son buenos en lo suyo”.
La política que buscamos es una que debe:
PRIMERO: Respetar la ley por encima de todo, excepto por encima
de los valores humanos esenciales que hayamos aceptado como elementales, y que
serán su guía máxima al estar reflejados en la CRV;
SEGUNDO:
Que obedezca a reglas sencillas para explicarlas y hacerle seguimiento y auditoria,
de tal manera que cualquiera con educación elemental en el país, pueda
comprender. (“Lo que pocos entiendan, pocos podrán aplicar y controlar”).
TERCERO:
Que no obedezca a lineamiento partidista alguno ni de ONG´s, sino
exclusivamente a una guía estratégica o plan nacional de trabajo aprobado por consenso y referéndum.
¿Cómo
sobrevivimos a la presencia de los políticos?
Este asunto es
retador, porque exige disciplina, debido a que requeriremos:
· Templanza
para investigar la historia y entender qué
es la política y por qué surgieron los políticos de oficio;
· Asimilar
como ciudadano del siglo XXI el rol protagónico que las nuevas tecnologías nos
permiten tener con nuestra propia opinión política, sin necesidad del
proselitismo clásico y la presencia “permanente” de un funcionario político
actuando como “comisario político”,
ahora incluso desde la palestra de lo virtual (*);
(*): Miren, entiendan que no hay cosa más económica y
sencilla para obtener perfil “político” y ganar espacios y accesos al poder que
hemos permitido amasar a las cúpulas izquierdistas y derechistas, que montando
una tramoya virtual mediante el eufemismo de una ONG. Muy poco tienen que gastar,
y si mucho que aprovechar. No seamos tontos útiles. Recuerden que ellos son
parte de la triada que desgarra al país con esta división enfermiza.
· Asumiendo
como Norte fundamental para todos, el apego estricto a estrategias y recursos
procedimentales acordados a fin de no solo mantener a la política y sus
políticos bajo control público, sino además para garantizar razonablemente que
los pasos a ejecutarse, serán los pasos que previamente acordamos.
¿Se puede
prescindir del político del oficio?
¡Si, se puede!
Es fundamental
para esta respuesta positiva, el entender que al lograr el surgimiento de un
Estado robusto, basado por decisión de todos en el cuadro de sus leyes y la
aplicación de éstas obedeciendo a los valores humanos señalados por nosotros en
la constitución que esté vigente en la República para el momento, que el Gobierno
resultante no necesitará de nuevas “ideas” ni “proyectos” extemporáneos, que
estarán siempre más allá de los que en consensos y referéndum habríamos
aprobado.
Para esto requerimos
de funcionarios verdaderamente administradores, sin alineación
política partidista (pues obedecerán a la
política del Estado venezolano ya establecida por la ciudadanía, ahora capaz por
sí misma mediante canales ampliados constitucionalmente, para hacerle
seguimiento y auditoria al ejercicio de éstas), y que les exigirá a dichos
funcionarios que en consecuencia, que tengan incluso en la sociedad, un trabajo
del cual mantenerse una vez terminen sus periodos para los que fueran elegidos.
El mismo marco
legal Venezolano puede incluir leyes y reglamentos que administren los permisos
que un ciudadano puede requerir en su trabajo civil, a fin de asistir y ejercer
cargos públicos por un periodo determinado, cuando no sea una función de
ejercicio profesional permanente (caso de
los cargos de elección popular, por ejemplo)
¿Puede el
ciudadano dar pie a la verdadera Democracia?
Acá la
respuesta es también un enorme “SI “.
Aunque hemos
hecho algunos ejercicios sobre los acontecimientos futuros en el corto y mediano
plazo en anteriores entradas del blog, hoy podemos señalar posibles rutas de
desenvolvimiento, partiendo PRIMERO de lo obvio al momento de escribir estas
líneas (los del régimen siguen en el poder), de lo SEGUNDO (si
caen, los líderes de la oposición de pacotilla actual se haría con el poder,
mientras que los lideres virtuales de
las ONG´s intentarán conquistar espacios), y TERCERO y menos probable, (aunque no imposible y si muy deseable):
le
damos al clavo en lo estratégico, e imponemos como sociedad en consenso, el
modelo de gestión a seguir.
Debemos entender
que la “sexta república”, o será de
renovación, o será de perdición. Depende de nosotros.
II.
Delimitando el actuar político, y
no a la idea política.
Volvemos al
comienzo: Hacemos la política nacional, o la hacen por nosotros.
Para este
momento todos debemos tener claro que mientras la idea política y su
discusión tienen que ser eje fundamental del sistema que rija a nuestra
sociedad bajo el marco de las leyes aprobadas, el actuar político está regido
primeramente por un marco ético que solo funciona si
A: el
ciudadano político que eleva su discurso a la palestra pública, actúa bajo
principios de valores apegados a la CRV, y
B: si
los ciudadanos deciden que a la luz de los hechos históricos acaecidos desde
los años 80´s, el hacer cumplir la ley se vuelve suprema convicción nacional.
Es necesario
entender que requerimos hacer una “triangulación”
de esfuerzos sociales que contrarresten el destajo
que le hacen al país los partidos políticos, el régimen y las ONG´s (*), y que
ello lo logramos si conjugamos por consenso una “guía de actuación ciudadana”
con una “guía de ética política”, a lo cual le añadimos el mantener
presente una “hoja de ruta” o “decálogo de acciones”, puesto que
así, sin la necesidad de tutorías por
parte de terceros, tendríamos verdaderamente como sociedad de ciudadanos, una
noción clara de lo que funciona y de lo que debe ser rápidamente corregido.
(*):
Cada uno de estos poseen su propio grupo de interés internacional respaldándolos.
“La guía del moderno ciudadano político” es
un compendio de directrices que simplifican para el ciudadano la tarea de identificar,
caracterizar y valorar al político y al funcionario público tanto de carrera,
como electo, en el contexto de una sociedad que ahora sea capaz de emitir su
opinión política y no matarse en el
intento.
Su ventaja
principal: Todos la entienden (la guía), y con ello podemos facilitar el camino para crear
consensos en “tiempo real” y así dar
pie a una dirección congruente de acción y trabajo Nacional.
Su ventaja
colateral: No podrá venir nadie (ni Gobiernos, ni Partidos, ni las ONG´s), a decirnos cómo evaluar y
juzgar el trabajo de aquellos que nosotros, colocamos en la administración del poder.
¿Qué dice la guía del moderno
ciudadano político?:
- “La política es la expresión constitucional de tu visión de los asuntos públicos al calor de la ley, orientada al bien común, y en consecuencia debe ser atendida con tanta valía como la de todo ciudadano apegado al marco jurídico venezolano, para así llegar a consensos y consultas efectivas, capaces de delinear estrategias nacionales y locales”;
- “Un ciudadano en ejercicio político, es una mujer o un hombre capaz de argumentar ideas en beneficio de todos, alinearse u organizarse con otros, mostrar probidad para así tener el derecho a optar por cargos administrativos de profesión, y a cargos electos para un periodo determinado, sin repetición en el mismo, y sin dependencia financiera de ese puesto, más allá de su justo salario”;
- “La expresión política no tiene que estar condicionada a una adhesión partidista o, a ONG´s; El ciudadano defenderá su derecho mediante la unión con los demás, consciente de que si pierden contacto con sus valores y con la realidad social, debido a esas organizaciones, darían pie a la intervención de terceros”;
- “El político de oficio, que lo es por ser sin profesión o trabajo privado estable y auditable, es de facto, un hombre o mujer que quiere vivir nada más de expresar su opinión política, ser escuchado y volverse imprescindible para ocupar un cargo remunerado o con acceso a nodos influyentes, -éticamente o no-. Por esa razón su existencia como figura del viejo modo de hacer política, debe ser progresivamente eliminada y altamente auditada en tanto es retirado del proceso político venezolano”;
- “Todo político de oficio que lo es por ser sin profesión o trabajo privado estable y auditable, es sospechoso hasta que se demuestre que es inocente en cada ocasión; particularmente si se corrobora su colaboración con partidos y/o ONG´s que intentan alinearse políticamente al poder de turno.”En cambio, el ciudadano político que trabaje honrosamente por el bienestar de todos, será reconocido y protegido.
- “Al político no se le sigue ciegamente, no importa lo que prometa, y ni siquiera lo que haga; solo es un ciudadano como tú, a menos que lo quieras poner por encima de ti; se valora su trabajo, pero no coloca en minusvalía tu ciudadanía u opinión a causa de ello”;
- La máxima será: “Es mejor elegir para cargos de Gobierno, a hombres y mujeres capaces de administrar, y no de partidizar. El partidismo enferma al Gobierno y envenena al Estado”;
- “Los partidos políticos y ONG´s relacionadas a la promoción política, no deben estar relacionados luego con los funcionarios contratados o elegidos para cargos públicos; estos deberán renunciar públicamente a cualquier activismo, participación o entrega de información sensible que no sea lo autorizado por la Constitución y las leyes de la República, desde el momento mismo en que se postulen”; Los gobiernos tendrán sus cuerpos de asesores independientes; no se requerirá de la asesoría partidista o ONGista.
- “Los partidos políticos no son requeridos para el ejercicio democrático, porque en su lugar si lo son las coaliciones de carácter político entre diversas organizaciones sociales, no vinculantes con la obtención de cargos contratados o electos, que promocionarán el ejercicio democrático, requerido de una sociedad libre pero dispuesta a cumplir la ley y ejercerla como única vía de gobierno;
- “Los militares no deben tener participación política ni partidista, como tampoco derecho al voto, y esto debe ser retomado en la CRV; son ciudadanos altamente valorados y recompensados por la sociedad, debido a la naturaleza del trabajo para el cual se preparan, aunque a causa de ese manejo del poder de las armas, no pueden tener injerencia política, ni los políticos sobre ellos, en los términos establecidos por la Constitución y las leyes”.
Conclusión.
“Prefiero la
rudeza de la verdad, al oprobio de la mentira”.
Mis queridos
amigos; nos querrán manejar, en tanto sigamos actuando como ovejas en un rebaño, y no como bravas y nobles
criaturas de virtud, en una manada...
Venezuela ha
sufrido de una permanente incapacidad para coordinarse, siempre disgregada al
calor de los debates fatuos y las arrogancias individuales, que hacen hasta
hoy, que en el núcleo de nuestra sociedad sea imposible el consenso, en tanto mantengamos una especie de “doctrina pervertida”, referida a que “donde
dos acuerdan algo, tres discutirán y cuatro conspirarán”.
En teoría, el poder para cambiar sigue estando en nuestras
manos (la de unos 30 millones de nosotros),
que deben decidir si algunos cientos, pueden seguir secuestrando a lo que fue
una nación.
Prefiero la
rudeza de la verdad, al oprobio de la mentira: Hacemos la política nacional, o
la hacen por nosotros.
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