Ya no
queda de otra: Caída la democracia y levantada la dictadura en la dura
transición del autócrata gobierno de Chávez hasta al corporativo gobierno de
Maduro, solo falta a los ojos de los usurpadores, constitucionalizar el régimen
mediante el uso fraudulento del poder popular secuestrado.
La
sádica etapa que vivimos solo se antoja similar a la generada por la cuarta
república en sus tiempos finales, y darse cuenta de ello, aunque sea duro
transitarla (la etapa), da algún
fresco por tiempos más sensatos y éticos que pueden llegar.
Mientras,
solo queda la ruda realidad: Si se quiere cambio, se tiene que hacer algo
distinto.
Imposible
empujar un cambio en el marco constitucional sin explorar las opciones que el espíritu
de la ley nos ofrece; por eso, aunque las preguntas de la consulta popular podían
ser mejores y más inclusivas, (repite los errores de la MUD en este sentido,
de creerse soberanos de todo lo que pretenda diferir del actual régimen),
lo cierto es que es mejor opción que nada, y sin posibilidad de alternativa a
la vista, votar este 16 y negar el ejercicio personal del voto el 30 de Julio, -no asistiendo-, se erigen como únicas
alternativas pacificas al intento de constitucionalizar falsamente este
porquería de gobierno devenida en dictadura de la estupidez... de un pueblo que
no ha sabido darse un lugar en la grandeza de lo humilde y moral.
Maduro
y Cilia son "exitosos" cuando medimos el éxito
en términos de logros netos al mantenerse en el poder, aunque no sean éticos en lo absoluto, y que resulten más bien de un
fracaso colectivo en lo moral, donde no representen más que a unos guardianes y
cobradores de peaje en las puertas del infierno que nos hemos labrado; junto a
ellos una pléyade de inmorales que no se bajarán solo del burro aterciopelado
que ha resultado ser el pueblo de Venezuela.
Intentemos
este 16J moverles el piso: No a los que usurpan el poder, sino a la gente que
aún no termina de comprender lo que pasa en el país: la pretensión burda y
descarada de constitucionalizar la dictadura de los pocos sobre los
muchos.
El
30J yo no voto, y quizás con ello pierda mi puesto laboral.
No
importa; si así ocurre lo haré con la frente en alto, pues no habría sido cómplice de esta
pretensión contraria al más elemental sentido bolivariano.
Nos
vemos más allá del miedo, donde el valor debe empuñarse y construir un inédito
episodio en la vida de Venezuela.
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