Quisiera decirles que somos víctimas de una gran conspiración nacional e internacional en contra de Venezuela, orquestada por elementos de la derecha y de la izquierda mundial al mismo tiempo, y que en todo caso no somos culpables ni responsables de la durísima situación que atravesamos, pero lo cierto queridos compatriotas, es que en lo más profundo de nuestro ser colectivo como sociedad venezolana, somos todos culpables del excremento que ahora nos ahoga.
¿Prefieren que culpe a Maduro, o a Chávez, a Leopoldo López, o quizás a Ramos Allup?; sin duda que podría hacerlo, pero acaso, ¿al empuñar la mano en ese instante para señalarlos a ellos, no habrá cuatro dedos en nuestra mano señalándonos a nosotros mismos?
Sé que en este blog no he dado chance al titubeo para culpar por lo general al que menos es nombrado en el país: el pueblo “soberano”, y lo hago porque somos nosotros como mayoría (para una cosa o para la otra), los que pusimos en sus respectivos momentos históricos, a cada presidente de la cuarta republica, de la misma manera en que pusimos para entrar en la quinta republica (la otra cara de aquella moneda falsa de las que les he hablado), a Chávez y finalmente a Maduro, consumiéndonos sin vacilar demasiado el fruto amargo de cada elección hecha, bajo las condiciones que toleramos.
Entiéndanme: Como en una familia, no es el niño (el político), el que tiene la culpa de haber quemado la casa por jugar con fósforos; son los padres (el soberano), los que permitieron que estos accedieran a los fósforos y que no conocieran los riesgos involucrados en su manejo y encendido, dejándonos todos en el proceso, envolvernos por las amenazas suscitadas y la destrucción consecuentemente acarreada.
Repasemos: Maduro y sus compinches son consecuencia de las decisiones y omisiones de Chávez como presidente y del soberano como alcahueta. La oposición por su parte, como factor que estaba llamado a sintetizar una visión y un proceso de renovación nacional desde el lado de la confrontación inteligente de ideas, también es corresponsable. Todos estos a su vez (Chávez, la oposición existente), son producto de los gobiernos y sus injusticias que nacieron tras conseguir acomodo y gusto en la estructura “provisional” gestada en el pacto de Punto Fijo, bajo la mirada alcahueta del soberano. (Tal como la provisionalidad de las misiones y grandes misiones en el presente, se nos vienen encima con la pretensión de ser “constitucionalizadas” con la “bendición” de un soberano alcahueta ahora clientelizado).
Siguiendo en la retrospectiva, no se hace difícil ver que el atolladero para nosotros está en que nos hemos acostumbrado a ver a la consecuencia sobre la cual desarrollamos nuestras existencias como el problema, y ello se debe a nuestra continua negación a percibirnos como protagonistas en los causales de lo que vivimos.
Es un poco como si compráramos una casa totalmente equipada y amoblada, y metidos a vivir allí con nuestra familia, las cosas comenzaran a fallar progresivamente: primero los equipos (ante lo cual los sustituimos por los que estaban en los cuartos sin uso); luego las relaciones interpersonales (frente a lo cual nadie nunca se le ocurrió advertir cuales eran las reglas y cuales las consecuencias en forma de castigos), y por último la casa misma, a través de la tolerancia y vista gorda frente a derrumbes, filtraciones, pérdidas de los servicios y marchitamiento de los jardines (interpretado en ese mismo orden: “no apuntalamos, no arreglamos, no reparamos las tuberías ni impermeabilizamos a tiempo; no chequeamos que lo apartado para la impermeabilización fuera usado adecuadamente en un proceso de contratación limpio, ni pagamos los servicios porque la plata jamás validamos si era depositada, y finalmente, nunca conservamos ni propagamos la naturaleza que nos rodeaba”).
Lo que ahora se antoja al frente de nosotros como la entrada al peor y más perturbador laberinto de incertidumbres imaginable para un país, construido sobre las miserias económicas, sociales y políticas acumuladas por años de intransigencia y ceguera, tiene por nombre domingo 30 de Julio del 2017 y con el llega la desvergonzadamente célebre elección de la “Asamblea Nacional Constituyente”, que a estas alturas resulta claro que ante la falta del necesario rigor constitucional en la letra y espíritu a aplicar, se circunscribe en lo electoral a una maniobra muy tosca de parte del gobierno y en clara contradicción con la corriente de opinión soberana del país (fácilmente verificable a través de un referéndum consultivo), para “constitucionalizar” a ultranza lo que a todo efecto es más bien una elección “interna”, del buró “nacional” del PSUV, cuyas decisiones ahora pretenderán ser vinculantes a la conducción del país, al más puro estilo comunista del siglo 20.
La fecha que nos ocupa tampoco supone el clímax del logro en lo que la oposición (hoy deficiente y solo parcialmente nucleada en la MUD), puede hacer mientras sigue conformándose con “liderar a control remoto” aquella agitación donde otros pelean, resisten y dejan la vida.
En síntesis, ambos bandos se muestras extraviados y desorientados en la definición del camino para la solución honesta y estable a corto y mediano plazo, sin que deba mediar la tragedia de un pueblo que se inmola en su propio altar de la futilidad.
Nunca antes el final de un ciclo histórico había sido tan escandalosamente obvio, y sin embargo, tan impertinentemente ignorado, para tragedia de quienes sabiéndolo o no, van a bordo del aquel bote donde remando cada uno para su lado, inequívocamente se acercan juntos al final del trecho del rio y a su gigantesca catarata de miserias.
Pese a la inminencia de los acontecimientos por llegar (incluyendo a la “catarata”), dos hechos anteriormente mencionados en el blog siguen girando y zumbando sobre nuestras cabezas sin concretarse, y sin que demos muestras de estar enterados de su existencia, o del impacto que tendrán sobre nuestro destino inmediato:
1.- “La ocurrencia del ejercicio constitucional del poder militar como institución, apegado a la ética bolivariana”
“La FANB sigue a la espera de un sacudón ético. Ignoro si vendrá por la vía de la violencia interna de sus cuadros medios y bajos que quedan, o por el desbordamiento de la rebelión popular sobrepasando cualquier maniobra de reacción que no sea la de la funesta aniquilación y destrucción del mismo pueblo al que se le debe.
El asunto es que las FANB han extraviado el rumbo tras el cansancio de la marcha incesante a través de la cuarta republica, y el subsiguiente desvarío institucional durante la quinta, una vez más fundamentado en su talón de Aquiles: la verticalidad del comando, enturbiado por la transversalización de éste con el componente político partidista y los dividendos económicos que ellos suponen, y frente a esto la única manera de reasumir el camino del ideal bolivariano, es enfrentándose a sí misma en su tentación inmoral, dándole la espalda a todo lo antiético que reina y mueve a la totalidad del estamento gubernamental existente en el país, aunque ello suponga la extirpación de partes de su propio cuerpo institucional y enfrentarse a un proceso de sanación que requerirá esfuerzo y disciplina”
Ante la acomodaticia situación militar predominante aunque en franco declive, las fuerzas involucradas en el ámbito civil comienzan su colisión enorme sin que exista un canal y un sentido de alternativa frente a los modos y formas de manejar lo económico, social y político, emergiendo entonces el último e igualmente crucial hito no alcanzado antes del inevitable colapso del paradigma dominante:
2.- “La coalición entre la mayoría de las fuerzas políticas, alrededor de un denominador común”
“Mientras la oposición concentrada en la figura de la MUD se mantenga enarbolando la bandera del llamado a la protesta frente a las ambiciones inconstitucionales del gobierno, y no sea ésta capaz de ceder espacios y cuotas de participación y liderazgo a fuerzas alternas que siendo pro-izquierda o de centro, han sido mantenidas al margen pese a las muestras inequívocas de disidencia frente a lo inconstitucional, no será posible cohesionar a diferentes sectores sociales que aún resienten y desconfían de quienes lucen (aglutinados circunstancialmente bajo el ala de la misma MUD), como los “coherederos” de viejos métodos y practicas burocráticas, imposibilitando con ello la aparición de la masa crítica necesaria y capaz de alterar el paradigma humano en el que existimos y nos ahogamos.
Es necesario que los protagonismos ansiosos por el poder, dejen su lugar a la sindéresis y al verdadero consenso, para que la capacidad de todos para sumarse en un gran pacto de alianza de tipo bolivariano, con fecha de termino acordada en consenso, pueda entonces surgir y florecer, manteniendo como única condición invariable el respeto absoluto a la actual CRBV y el acuerdo sobre su futura modificación de acuerdo a la más alta expresión del espíritu constitucional.
En esa especie de “Coalición Bolivariana Nacional” que debe nacer, será la ética su código de conducta, y la siembra de la moral el primer paso para cultivar la decencia en el país, como único canal aceptado para reconciliar mediante la exaltación de lo positivo de la historia democrática del país, y el execrado de los vicios y errores, a una sociedad que jamás debió verse como un archipiélago aislado de islas dispuestas a ir a la guerra.
Lo demás, -candidaturas, posiciones partidistas y cargos-, deberán ser administradas rigurosamente mediante la transparencia, el decoro y los mecanismos electorales básicos que eviten la trampa de consenso de cúpulas, como una manera continua de darle pie a la restitución de la fe en los valores de la República, tal como Bolívar (que no es “marca registrada” del chavismo ni del PSUV), nos decía: “La verdad pura y simple es el mejor modo de persuadir”
Lo que llegue y ocurra con ese 30 de Julio del 2017, no será más que la expresión cruda de la coyuntura en la que hemos aceptado vivir. No representa el fin de nada, ni el comienzo de algo; simplemente es el vernos en el espejo mientras tras de nosotros deambulan las consecuencias que nuestros actos pasados tienen y cuyo circulo no nos hemos atrevido aún a cerrar.
Vivir con las lecciones sacadas de nuestros errores no es lo mismo que vivir asfixiados por esos errores que nos negamos a dejar ir.
Si saben que la pretendida elección para conformar una Asamblea Nacional Constituyente en los términos planteados es inmoral e ilegal, (por haberse resistido el gobierno y las instituciones a convocar una simple y esclarecedora consulta popular previa mediante un referéndum consultivo, o por prevalecer el chantaje político en un intento por sumar ilegítimamente votos), lo éticamente correcto es negarse a ejercer el derecho al voto en dicho proceso, como única vía para salvaguardar el honor personal y familiar.
Honor que hoy en día pareciera mas de los tiempos de Bolívar que de los nuestros, pero que quizás por eso precisamente aquella fue una época de grandes épicas libertarias, y ésta donde vivimos, un tiempo de grandes conflictos y vergüenzas nacionales.
La impaciencia es funesta compañera en las travesías largas y accidentadas; lo que está ocurriendo es directa consecuencia del problema social que hemos tolerado crecer entre nosotros, y la solución solo llega dando un paso a la vez, y cada vez; no porque carezcamos de energía y ganas de superar la vergüenza de nuestras propias omisiones, sino porque necesario es tomar de la mano hasta al más rezagado, y hacerlo sentir uno con todos.
Allí está parte del secreto de una sociedad que camina siguiendo una misma dirección sensata.
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