Sé
que el panorama se antoja lúgubre en Venezuela, resultado de tener gente que no
termina de lograr la coordinación necesaria para forzar un cambio pacífico, al
tiempo que un pequeño grupo que aferrado en la administración del poder, logra permanecer
en él ejerciendo la dictadura sin requerir de todos los viejos y clásicos mecanismos
de éstas, debido en gran parte a que se trata de una componenda gubernamental
producto de una igualmente extraña amalgama cívico-militar que ha conseguido
mantener el delicado (pero funesto) equilibro entre los intereses de las distintas
partes que conjugan el cuadro actual que vivimos donde gobierno, intereses
extranjeros y Estado, se han vuelto un solo ente, muy frecuentemente alcahueteado
por el oficialismo, las instituciones y la oposición misma, siendo únicamente
la llegada anunciada (pero tercamente
ignorada), de la mayor miseria a todos los recovecos de la
nación, el único elemento desestabilizador al “orden” logrado y mantenido a
punta de dinero: El hambre en las mayorías.
NOTA: No cometamos la hipocresía de
ocultar que estas “mayorías” solo han comenzado en años recientes a sentirse “victimas”,
justo cuando los cupos CADIVI iniciaron su agotamiento, cuando las misiones que
repartían dadivas y casas comenzaron a tambalear, y cuando las tácticas del
bachaqueo y contrabando han perdido drásticamente su capacidad de maniobra ante
la desaparición de productos básicos regulados que poder traficar dentro y
fuera del país, aferrándose aún así a lo que va quedando, como los CLAP y a la
tarjeta de la patria…
Muchos de los que pasan necesidades hoy
para comprar esos productos básicos (incluyendo medicamentos, pañales y toallas
sanitarias), son los mismos que antes hacían colas desde la madrugada para
comprarlos y bachaquearlos posteriormente a precios sádicos.
Eso es lo que algunos calificarían (no
sin sarcasmo), “justicia poética”
En
todo caso, el hambre de las mayorías sabemos que no es un accidente, ni un
evento fortuito producto de fuerzas cósmicas ni imperiales que atentan contra
nuestra soberanía; mucho menos a causa de intervenciones cubanas o colombianas
a la sazón de los miles o millones de sus ciudadanos que según el caso, están
presentes y que son parte ahora de este sufrir social venezolano. Se trata más
bien de un error conceptual, relacionado a la noción misma de soberanía y de
nación, y por el cual tercamente nos empeñamos en seguir viendo meramente a
ésta como el “miedo” o “respeto” que deberían tener los extranjeros a cruzar la
raya de nuestra frontera o nuestras resoluciones caprichosas mal defendidas con
la diplomacia o las acciones militares de rigor, y que forzosa y necesariamente
debe transformarse y ascender hacia la noción más profunda relacionada al
convencimiento que tengamos como colectivo social hecho nación, de trabajar coherentemente
en una sola dirección y bajo un solo mandato constitucional, ejercido y
ejercitado en cada metro cuadrado de territorio y de estrado donde
internacionalmente tengamos voz, mediante la práctica usual de una moral
republicana verdaderamente bolivariana. Lo demás, (la fortaleza estratégica y táctica
fronteriza, la diplomacia efectiva y eficaz), vendrían automáticamente por
añadidura.
Estas
cosas las hemos hablado antes, y siempre como un gran círculo, el referirnos a ellas
no se nos viene por azar; así, cerrando más bien un gran ciclo, los años de
quinta republica comienzan a cerrarse sobre los años equivalentes de quinta
republica, y quizás por ello, de la misma manera en que las leyes de la física
dictan que la colisión materia-antimateria finalice con su aniquilamiento y
conversión total en energía, así mismo podemos visualizar un choque que puede
potencialmente convertir toda la angustia que colisiona con la esperanza, en
una energía de distinto signo, capaz de construir algo totalmente nuevo, pero
de ningún modo ajeno a lo que hemos soñado como sociedad.
Esto
que digo deja entrever lo que necesariamente debemos comenzar a planificar a
futuro y más allá de las limitaciones circunstanciales presentes: una
estrategia que pueda estar a media distancia de los extremos que consideremos
malos (cuarta y quita republica), pero también de los que sea considerado “excesivamente
bueno” (capitalismo sin ataduras, por
algunos derechistas; socialismo siglo tal o cual, por los mas izquierdosos),
porque esta vez entendemos que debemos arroparnos
hasta donde nos llegue la cobija en el contexto de nuestras realidades y
potencialidades inmediatas.
Deberemos
decidir qué asumiremos como valor moral para construir un conjunto ético capaz
de soportar los embates de las sombras de la aún vigente vieja política y sus
modos corruptos de administrar (con sus aún vivos o reencarnados protagonistas),
mediante una transparencia nunca vista en el país; una que deje “en pañales” a aquella
que mostró Chávez en sus primeros días de gobierno, y que por ser limitada y
sujeta a la interpretación personal de un único líder, podría arrebatarnos la
objetividad acerca de la necesaria infalibilidad de los preceptos que a manera de
decálogo de comportamiento cívico y militar, asumamos para la administración de
todo lo que competa a la sociedad hecha republica (sexta) en la nación que a continuación sigamos llamando Venezuela.
Algunas
medidas serán fundamentales, y de ellas hemos hablado anteriormente y de manera
reiterada en este blog; todas ellas deberán tener como denominador común la
novedad, pues se trata de cosas que TODOS SABEMOS QUE DEBEN HACERSE, pero que
no han terminado de ponerse en práctica, manteniéndonos consecuentemente en el patético
y devaluado estado de las cosas.
En
la entrada pasada puntualizaba en 7 ítems que describen el parapeto
gubernamental del revocable y enjuiciable Nicolás Maduro, con la crudeza que
los acontecimientos amerita, y ello para caracterizar a un gobierno que como el
presente, está absolutamente agotado y en cierto modo, girando sobre sí mismo,
para igualmente echarse cuan perro cansado.
Frente
a esto, claramente tenemos aún a una sociedad que pese a la represión reinante,
al bloqueo de zonas que se han convertido en reductos de autoritarismo, a las
desapariciones y detenciones extrajudiciales, o a la avasallante censura y autocensura
impuesta a los medios de comunicación, donde apenas la existencia de internet y
medios como twitter y algún que otro programa de radio, permiten saltarse el férreo
control del régimen, no termina de llamar a las cosas por su verdadero nombre (dictadura),
creando con ello la indeseada “escala” con la que se mide el retraso en el
cambio de los paradigmas, que en nuestro caso no hace más que alargarse sin
cesar, propiciando la autocondenación de las masas al sufrimiento presente.
NOTA:
Todos somos testigos de cómo el gobierno absorbió en el Estado, a muchos medios
de prensa, radio y TV antes privados. Ejerció presión sobre el resto mediante
el ardid del chantaje con la licencia de frecuencia, o mediante la entrega de
facilidades para que individuos de dudosa trayectoria ética, adquirieran los
medios restantes, resultando la actual situación comunicacional reinante en el país.
“Si Corea de Norte se ve desde el
espacio en la noche oscurecida por la falta de electricidad y bombillos,
Venezuela se ve igualmente “negra” en el espectro electromagnético relacionado
con la libertad de los medios”
No
me cansaré de afirmar, -como lo hacía al
principio de esta reflexión-, que el orden de las leyes naturales y divinas
existen y prevalecen aún en medio de las vicisitudes humanas, y es por ello que
los ciclos sociales irremediablemente se deben cerrar, para permitir que los
manantiales de la sabiduría resultante se abran y agreguen agua fresca a la
conciencia colectiva de la gente.
El
actual gobierno, pese a su parafernalia mediática a hombros de esbirros bien
pagados, pende precariamente del delgado y envejecido hilo hebrado con la
arrogancia de quienes le apoyaron en el pasado, y que se resisten a ser cortado,
por el simple pero poderoso y visceral miedo a desaparecer como individuos y
colectivos que deberían admitir para ello la dependencia conceptual que se permitieron
tener en la visión de un solo hombre que como tal, resultaría no ser infalible,
de la misma manera que en su momento, en el periodo cuatorepublicano, la
arrogancia llevó a muchos a apoyar ciegamente al stableshiment político partidista
predominante, que resultó en caldo de cultivo para intentonas golpistas que a
la vista de la degradación moral reinante, se antojaban como el menor de los males
a soportar.
Que
podamos estar entreviendo que el ciclo se cerrará, aunque ello ocurra con
dolor, no debe ser motivo para permitirnos renegarlo y darnos el lujo de ser
arrasados por la desesperanza y el dolor de la impotencia que como canto de
sirenas, nos llama continuamente hacia los filos rocosos en la orilla de un
peligroso fiordo. Ese punto de inflexión llegará, y lo hará porque aunque sea
un proceso de desgaste que muchos considerarán innecesario, en realidad (y en
un buen sentido), será una etapa como la que necesariamente debe dársele a la
piedra que será eventualmente centro del molino donde la semilla dura se
transformará en suave harina…
Llegado
ese instante, muchos se levantarán de las cenizas de lo arrasado, y será para
trabajar y para innovar, de la misma manera en que muchos otros aspirarán a volver
de tierras lejanas para esforzarse y labrarse un futuro en la tierra de sus
padres; todos así serán bienvenidos.
En
medio de esto sin embargo, algunos volverán en jets y yates privados con el
dinero robado en ambas etapas del periodo republicano que se cierra (cuarta y quinta),
aspirando ser ahora los nuevos líderes y
jerarcas de la economía y la política venezolana, y es allí donde deberán tropezarse
y caer de rodillas frente a la contundencia de una nueva, publica y cristalina
justicia inviolable e imparable, que invariablemente será signo clarísimo para
todos los que miren expectantes, del cambio real que se sucede sobre el peor de
los paradigmas vigentes: Que se podía abusar
de la moral y de la ética en Venezuela con impunidad.
Justicia,
justicia y mas justicia,
será el único pegamento capaz de cimentar cualquier caminos que escojamos, como
así cualquier republica viable que finalmente deseemos dejarles a nuestros
hijos y nietos. No se trata de una idea registrada comercialmente por un
partido político, ni puede ser el eslogan de un trasnochado líder mesiánico solitario
en uno de los extremos de la calle: Debe
ser un aplastante consenso nacional; un enorme acuerdo nacional, que traerá
lagrimas de alegría y esperanza cuando sean televisados los juicios de todos
los que osaron robar, matar, entregar territorio, dejar morir niños, adultos, ancianos,
y hacer pasar hambre a la gente, bien sea porque eran corruptos o incapaces jerarcas
y administradores políticos y públicos, bien sea porque eran inescrupulosos empresarios
parásitos del sistema instaurado a la sombra de nuestros ideales, o porque simplemente
delinquieron y faltaron a la ley vigente.
NADIE puede escaparse si queremos un
cambio; NADIE puede tener excusas ni argumentos para postergar su castigo;
ni siquiera los jueces podrán esquivar la justicia, cuando estos hayan pecado
en contra de la moral hecha constitución y ley.
NADIE podrá estar por encima de la constitución,
porque en ese mismo instante ello sería prueba del descalabro de un compromiso
que forzosamente TODOS debemos tomar si queremos que caminar en una sola dirección
consensuada, nos permita avasallar cuanto obstáculo se nos cruce en el camino.
Tenemos una intensa y
profunda HAMBRE DE JUSTICIA, y
debemos darnos el permiso de satisfacerla hasta hartarnos.
El
momento del cambio que viene a estar representado por “subir” un nuevo peldaño
en la escalera de nuestro progreso, está al alcance de nuestra comprensión. No
necesitamos de un líder mesiánico, ni de un militar, ni de un religioso, o
mucho menos de un empresario; solo requerimos de administradores probos, con
moral y ética creíble, y no porque ellos lo digan o nos lo sugieran, sino
porque los mecanismos constitucionales erigidos a tal efecto, son
meticulosamente ejercidos con celo absoluto.
Enormes
como la rama de bambú, pero flexibles como ésta ante los elementos adversos. Así debemos ser como sociedad: claros en nuestro reverenciado origen
humilde desde la tierra, aunque nuestros sueños nos hagan apuntar la mirada continuamente
hacia el azul del cielo de ese territorio donde decidimos ser venezolanos.
Así
visto, el ciclo cerrará más pronto que tarde para dar paso a otro más luminoso
y prometedor, en lo que estemos listos para pasar la llave por la cerradura. La
pregunta es: ¿Están claros en cuál es la llave?
Una
pista: No es la misma que llevó al reino de “Narnia”
a los que hoy gobiernan; no será por cierto esa la llave que lleve de
inmediato a un paraíso de flores y campos verdes. Podremos comenzar a sembrar
las semillas de las flores y el pasto, y aunque podemos morir de viejos esperando
que germinen, en esta oportunidad tendremos
la razonable certeza de que ciertamente germinaran y darán vida al
campo fértil donde nuestros descendientes podrán construir su propio mundo de
oportunidades…
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