Esta entrada del blog es directa, y
aspiro que sea útil para que cualquier interesado que estando en el extranjero desee saber
que pasa en este país en referencia al tema de los derechos humanos, muy particularmente en estos tiempos de elecciones de pronostico reservado:
NUMERO UNO: En esta Venezuela, Estado "híbrido" entre un régimen electoral y una dictadura que no recurre a la supresión absoluta de libertad de expresión como método clásico de control, si existen los derechos humanos,
pero la impunidad ante las desviaciones en el respeto de estos, hacen que más
bien sean una especie de “plastilina”: Se estiran y moldean de a cuerdo a las necesidades
o caprichos de las autoridades. La realidad muestra que no hay institución defensora
de tales conceptos y derechos que inspire alguna confianza razonable entre la población; cuando mas existe
una especie de “resignación” generalizada a la idea de que “o le llego a estos (la autoridad, la
institución), o me guardo la injusticia para mí”. En otras palabras: Aquí te pueden agarrar, te dan una paliza, una bala entre los ojos y desaparecer para siempre, con el mismo resultado impune independientemente de si fueron bandidos "civiles", o bandidos "uniformados" y con autoridad.
NUMERO DOS: Lo cierto es que si te pasa algo en la
calle, en el trabajo (particularmente si
ese trabajo es en una dependencia del Estado) o en tu casa, no tienes
ninguna garantía de que te vayan a ayudar en lo que legalmente la
constitución y las leyes en teoría te garantizan, por lo que los culpables pueden aparecer, o puede que no.
NUMERO TRES: En cuanto a las elecciones en Venezuela,
estas podrán dar la impresión de ser justas y
limpias en términos del procedimiento y de la verificación de resultados (que no de cómo llegaron a esos resultados, aunque es un detalle que por darlo por sentado en sus países de origen, pase acá desapercibido para ellos), pero lo cierto es que el avasallamiento del aparato político y económico
del Estado que se pone al servicio exclusivo y sin límites éticos para el que
esté en el poder, es tal, que hacen que cualquier oposición a este poder, se vea reducida y
silenciada, y cuando más, “salvada” y con “chance” de ganar,
por las mismas metidas de pata del
gobierno, más que muchas veces, por la existencia de un discurso coherente y novedoso.
NUMERO CUATRO: En el mismo tema de elecciones, les digo que
firmar un acuerdo de “respeto a los resultados electorales”, es totalmente inútil,
debido precisamente a ese abuso absoluto e impune del poder del Estado
para forzar la apertura de mesas electorales, para la búsqueda casa por casa de
la gente y obligarla a votar (o mediante el pago directo con dinero o especias),
o mediante el chantaje que representa el tener una beca, una casa o alguna dádiva del gobierno y estar sometido a la verificación de por quién votas, para
mantener precisamente ese beneficio económico obtenido. En todo caso, estas
cosas no son obvias para el que mira al país desde el exterior, y así se da la
falsa impresión a los extranjeros de que
las elecciones fueron justas, cuando en realidad se torció y abusó de toda ley
y reglamentación concebida para hacer elecciones limpias.
En Venezuela hay “libertad” para decir
algunas cosas, pero decirlas matizadas por la crítica puntual al gobierno o sus funcionarios puede
costarte el empleo, o la beca, o la casa, o la pensión, o incluso, la posibilidad
de permanecer con tu familia, (al terminar arrestado y sin juicio), por
escribir un blog, un twit, marchar en calidad de opositor o expresar tu opinión
en el trabajo.
El detalle aquí queridos amigos, es que en Venezuela los derechos humanos están condicionados,
porque no existe el predominio del ideario republicano como cielo de nuestra
propia sociedad, bajo el cual no podría ocultarse ninguna injusticia. La conveniencia
del momento, y la mentira sistemática de manos del que detenta el poder, se han
vuelto peligrosas costumbres que de a poco, han corroído y destruido una parte
esencial del concepto republicano de nación, requerido por cierto para soportar al resto
de la estructura de gobierno: LA CREDIBILIDAD PUBLICA BASADA EN LA ÉTICA Y LA
HONORABILIDAD COMPROBABLE.
De allí hacia “abajo”, lo que queda es el
reforzamiento no pretendido del concepto individualista de “la supervivencia del más apto para hacer lo que sea y como sea”, instaurando
con cada vez más fuerza, la noción de la “viveza” como antivalor de vida efectista,
y por cierto, destructor comprobado de la noción republicana que ha de tener
toda sociedad que pretenda vivir y prosperar como nación.
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