El
país y su sociedad están en una etapa cuya situación de “fase terminal”
es tal, que muy bien podría publicar en el blog un mensaje parpadeante que diga
“PARA MANTENERSE AL DIA SOBRE LO QUE ESTÁ OCURRIENDO, LEA LAS ENTRADAS
PASADAS”.
Pero
entiendo que muchos siguen necesitando de que incluso, lo que ya está explicado
y aclarado, se siga diciendo de otras maneras para que finalmente la realidad
sea percibida, y esta cale en la conciencia de las mayorías. Digo esto
entendiendo que puedo lastimar la susceptibilidad de algunos, que se descubran
identificados con esa situación, aunque no por ello debo dejar de decirles que ello
es necesario y útil, como lo es que la sociedad pase -o haya pasado-, por duras
etapas republicanas y no republicanas, como parte de una autodefinición, que no
por ello estará libre ya de pasar por arrepentimiento y dolor, ante las vidas y
las oportunidades perdidas.
Hablar
de esta Venezuela donde vivo, es hacerlo sobre un país que no entiende aún lo
que pasa; es hablar sobre una nación que no sabe lo que es tal cosa, (en
entendimiento), pues no ha asimilado (ni ha entendido siquiera la razón de
asimilar algo), la necesidad de unir íntimamente en una relación honesta y
probada, al sacrificio personal y colectivo, con la noción más elemental de
justicia enmarcada en el concepto republicano constitucional.
El
considerar un “arte” el supuestamente
vivir felices de los venezolanos en medio de la adversidad, referenciado más de
una vez por medios de comunicación y “estudios” internacionales, no es tal cosa
en realidad: Es supina ignorancia ante los hechos que concatenados como pesada
cadena alrededor del cuello de cada venezolano y extranjero residente en el
país, se suceden con la mayor impunidad y desfachatez.
La
inoperancia de un presidente (Nicolás Maduro), que merece ya el despido de su
cargo y su procesamiento judicial por traición a los valores cultivados en la
constitución, junto a personeros gubernamentales y burocráticos, ejemplarizados
de forma cruda por el embajador venezolano Roy Chaderton, con sus soeces
declaraciones, quien puede escupir en la cara con sus palabras a todo aquel que
se considere de oposición, por TV y en vivo, sin siquiera ser reprendido o removido
de su cargo, implica una profundísima miopía a la hora de interpretar la
convulsión socio política y económica que sufre el país sin que nadie la señale
con claridad, y en esto incluyo como culpables absolutos y directos, a cada
político o política (usando la torpeza de Maduro), que ha plantado cara frente
a un micrófono o cámara, y no ha señalado tal realidad, sabiéndose (si acaso
entiende la realidad, en cuyo caso su pecado sería casi que imperdonable), que
se estaría “chispeando” a sí mismo.
En
el país prevalece el “No digas nada que eso en unos días se
olvida”. Por eso la miseria en la que hemos caído…
En
estos días nacionales en los cuales puedo poner como ejemplo del patético
estado de las cosas, el de mi Sra. Madre, quien falleció en un hospital
público, en parte porque debió hacer colas en medio de la miseria, -primero
humana-, de quienes trabajan allí (con contadas excepciones), o de quienes requieren de sus
servicios, y segundo, -en lo material-, por la evidente mafia que maneja todo
proceso hospitalario que implique cientos o miles de bolívares o dólares de por
medio, o donde podemos ejemplificar igualmente y con casi idéntico amargo
resultado, a las filas de personas que se hacen interminables en todos los
supermercados del país, ahora convertidos en “proveedurías de bachaqueros y contrabandistas”,
haciéndose eco de una especie de “bicentenarización” (*) de cuanto local venda
al detal productos de uso diario, bajo la mirada y autoridad inquisidora de un
gobierno que no termina de ponerle el cascabel al gato en este asunto, -sabiéndose
artífice y cómplice de la actual situación-, y donde el ciudadano común ahora es
minoría, pues solo puede aspirar a perder mediodía de su vida para ver si logra
conseguir papel higiénico, o leche, o pollo, o jabón para bañarse o lavar la
ropa.
Nota: Haciendo alusión a la
multimillonaria -por lo costosa- que ha resultado ser su expropiación,
reparación, mantenimiento, aprovisionamiento y mal manejo político incluido,
de la cadena gubernamental de supermercados llamados Bicentenario
Pero
es también la Venezuela que hace cola para comprar un pasaje a más de 1000$, si
con ello logra salir al exterior, pues sabe que podrá canjear su cupo
autorizado de 2500$ o 3000$ para viajes, -dependiendo del destino elegido-, y
sacarle ganancias al cambiarlo en el país, ya que lo compró a 12 bolívares, y
lo venderá a mas de 200 bolívares cada dólar.
Así
las cosas, -y aunque suene sumamente duro-, podemos entonces recordar que el
desastroso gobierno que tiene Venezuela, no es más que el reflejo de su gente,
y de los malabares que sus mayorías humanas hacen o están dispuestas a hacer
para sobrevivir en medio del individualismo del “sálvese quien pueda y como pueda” que impera en un país que acoge
con comodidad aún, el exacerbado presidencialismo que nos domina.
No
vale la pena escribir mucho sobre la cabeza visible (que no real) del gobierno
venezolano: Nicolás Maduro, el presidente adjudicado irregularmente por el CNE,
el mismo que no pudo probar mediante el conteo de todas las boletas, que le
había ganado limpiamente a Capriles (devenido
también en un figurín inútil en la escena política actual); es el mismo Nicolás
que guiado por Cilia Flores y otros intereses innombrables al caso, se frota
las manos al ver lo fácil que es manipular a la opinión pública venezolana: Hoy
con Obama y su decreto (*), y mañana con cualquier estupidez que les permita hacerle
pisar el peine a todos. Al final, la arruga se sigue corriendo aparentemente hasta el infinito,
haciendo mella sobre la psique del ciudadano y sus expectativas.
NOTA (*): Poco importa que
Obama firmara un decreto; Díganme ustedes que ha cambiado desde entonces, salvo
la alharaca formada por el actual adjudicado gobierno venezolano, pues fuera de
eso, no he visto que los negocios “capitalistas” entre USA y Venezuela
disminuyeran, y salvo significativamente por la negativa de nuestro país a incrementar y hacer confiable el
suministro del petróleo que vendemos a los EEUU, o la decisión -ya vieja- de
ese mismo país a no vendernos mas armamento, no he visto más que palabras ir y
venir, lo que en la diplomacia internacional es poco, en comparación con las
acciones. Contrario a nosotros,
donde las habladurías dichas a diario por los políticos, son más importantes en
la opinión pública, que las acciones que acometen y que nos desbarrancan a
todos.
Permítanme
hacer un comentario puntual y claro sobre ese “decreto” que tanto ha alborotado
a Maduro: Con esa resolución gubernamental de los EEUU, lo único que se hizo al
presente fue darle un tema de conversación y distracción a Maduro y su gobierno,
quien hábilmente ahora crea otra especie de “lista Tascón” amañada a expensas de este
tema, aunque curiosamente, en la primera lista en que firmaba era culpable,
y ahora el que no firme, lo es. (¿Final
de un ciclo?). Este Maduro no se lanzó de cabeza: Ya sabe que más de 10 millones de supuestas firmas recabará, "por una vía, u otra", con lo que podrá anotarse u supuesto éxito que ni aún Chávez pudo lograr.
"Anótenme" en ese grupo que no firma la mencionada lista, porque a Maduro no lo apoyo de
ninguna manera, y firmar esa lista, es hacerlo. No se trata de apoyar o no a la república y su constitución, pues eso sería otro tema. Distinto es cuando se trata de apoyar a un gobierno que no representa los valores e intereses del colectivo nacional. Valiese la pena firmar si fuera
una declaración contra Guayana y su agresión en territorio venezolano, o contra
el bachaqueo, o contra la inmigración incontrolada, o en contra de la impunidad
y la corrupción, pero, ¿Contra una nación
que es soberana en las decisiones que pueda tomar en relación a quien considera
amigo o enemigo, o a quien investiga y prohíbe ingresar a su suelo? Para
nada. No firmo. Y que conste: No soy Chavista ni oposicionista. Venezolano por la calle del medio.
Y
aclaremos algo: Dudo que EEUU ha necesitado de un documento para entrar en
beligerancia con alguien si lo ha considerado justo, ni nosotros necesitaríamos
de un papel ni documento para defendernos en un supuesto negado. Entonces. ¿Cuál es el “terror” que nos lleva a buscar
protección entre las “faldas” de los demás países latinoamericanos? ; ¿El gobierno de USA dice que Venezuela es una amenaza para su seguridad?: y el gobierno de Venezuela, ¿Cuantas veces los ha señalado de ser amenazas para esto o para aquello, o gringos imperialistas de mierda, con presidentes alcohólicos? , entonces, ¿Cual es de verdad la ofensa?. ¿Por qué el drama?
Ninguno:
Es solo parte de la exitosa estrategia
distractora del gobierno de Maduro.
NOTA: A todas estas: ¿Cómo podemos afirmarle al mundo, que algunos millones de $ robados por la corrupción en Venezuela en estos años, no hayan ido a parar a manos de extremistas en alguna parte del mundo?
Ahora
bien, dicho todo esto, veamos que en el contexto de lo grande, de lo honroso y
de lo correcto, nuestro presente bien podríamos
visualizarlo, -al momento de entender que estamos navegando las aguas de la
humanidad-, como un enorme “barco nacional”, que parece más bien de perdedores
y fracasados, con un “pirata” y su tripulación de mercenarios, (Maduro y sus
funcionarios en todos los poderes apelmazados en esta pleitesía a la futilidad,
heredada y maximizada por Hugo Chávez), que fue “contratada” a precio inocentemente
barato, por ser escoria incluso en los muelles más miserables donde han estado.
Pero
igualmente, lo que es grande bajo el criterio de la aventura humana sobre este
planeta, se expone ante nosotros en Venezuela como un manantial de
oportunidades de cosas por hacer: Casi todo lo bueno que sentimos ha de darle
grandiosidad a nuestra aventura como sociedad, está por hacerse, aunque ello
pasa por un acto de constricción que implica ver con humildad lo que se ha
logrado y en lo que se ha fracasado.
Es
casi que emocionante el pensar lo que hay que hacer ya para salvar el Esequibo
de su pérdida total frente a Guyana, debido a la incompetencia gubernamental; de lo que se
puede hacer para controlar la frontera occidental y su continuo contrabando
hacia Colombia y las Antillas; de cómo podremos controlar la inflación y
reactivar la confianza en el país. De los pasos a seguir para sugerirle al
mundo como bajarnos todos de este “barco fantasma” que nos lleva a la
confrontación y la violencia.
También
podemos ver todo lo que podremos hacer cuando decidamos controlar el gasto
público incontrolado e inauditado hasta el presente. Cuando mediante el IVA,
controlemos temporalmente los precios de aquello que se va furtivamente del
país por los caminos verdes y no “tan verdes”, hasta que estabilicemos nuestra
economía, que deberá ir pasando de la de puertos, a la economía productiva,
oxigenada y sana. Cuando ejerzamos el poder de la justicia ciega, que solo basa
su criterio en la constitución que aceptamos tener como techo de nuestro hogar
nacional. Cuando el sacrificio individual y colectivo tenga un significado y un
propósito, porque sabremos que nadie escapará a la justicia, ni habrá individuo
ni familiar de éste capaz de disfrutar impunemente lo que robó o permitió en
acto ilegal, ser sustraído.
Ese día va a llegar. Se
los aseguro. Será el
momento de la verdadera revolución, de la que no tiene ribetes de politiquería
ni mesianismo; la que no tendrá base política de teóricos trasnochados en el
pasado europeo o latinoamericano. Será una concreción pura y simple de valores
elementales, que filtrarán todo lo complejo de lo socialmente aceptado hasta el
presente. No será un volver atrás; será un recordar lo pasado, sin dejar de
mirar hacia adelante, encontrando en la voz de cada individuo, escuchada por el
poder del desarrollo tecnológico en cada rincón nacional, una expresión real y
genuina de la suma de los individuos que hace sociedad republicana en
Venezuela.
Esto
es posible. Es alcanzable, pero de ninguna manera bajo el presente
esquema de las cosas, ni con los actuales políticos.
No
con este gobierno, ni con ningún gobierno que pueda actuar solo porque sus
máximos jerarcas digan que es lo correcto, sin pasar antes por el filo de lo
que entre todos, en momento de sabiduría, hayamos planteado en nuestra
constitución.
Para
eso es el alma escrita de la nación: Para ser la referencia permanente con la
cual contrastar cualquier idea y pretensión.
No
se concentren en Nicolás Maduro y su combo de incapaces y socios
internacionales, que harán lo que sea por mantenerse en el poder para disfrute
de ellos mismos. Ellos están de salida del momento político venezolano. (Lo importante por cierto, es que aunque
estén de “salida”, no se vayan con “la cabuya en la pata”, ni mucho menos, con
el dinero de la nación). Piensen en quienes serán capaces de administrar
con la pluralidad que la constitución exige la etapa por iniciar en el país.
Piensen en los mecanismos para evitar que se encumbren las pretensiones de
algunos, en contra de la de las mayorías. Evalúen como participar en el
gobierno, mediante una representación (*) eficaz y controlada, por lo que hace
en nombre de nosotros, y bajo la autorización de todos.
NOTA: (*): Pese a todo lo
dicho por Chávez y Maduro, no hay gobierno participativo; solo representativo.
El mismo, como cualquier presidente ELEGIDO, es representación imperfecta, (de
una mayoría “mitad mas uno”), donde en realidad debería predominar la
participación mediante el estricto cumplimiento de lo que todos escribimos en
la constitución. Una sociedad no tiene tiempo para manejarse en una crisis
permanente, y ser gobierno al mismo tiempo, como en una empresa no pueden todos
ser trabajadores y jefes al mismo tiempo. La diferencia entre una y la otra, es
que en el caso de un país, la sociedad
delega temporalmente y bajo supervisión, el trabajo de administración
del estado.
Que los elegidos olviden ese
detalle y hagan lo que les dé la gana, y nosotros se los permitamos, es otro
cuento.
No
piensen muchos en los actuales “caballos” y “yeguas” políticas que se postulan
para la carrera electoral del momento, como las opciones para gobernar. No
sirven; no tienen la visión ni la sinceridad para decir las cosas. Olvídense de
la MUD y del PSUV (PCHUV: Partido Chavista Unido de Venezuela). Todos viven en
la acomodaticia conveniencia del verbo político venezolano, incapaz ya de
cambiar las cosas (y de allí una de las aristas mas afiliadas de la actual
crisis existencial venezolana).
He
allí lo terriblemente difícil de la situación actual: El no poder confiar ni
contar con nadie. He allí el verdadero reto nacional para la diáspora que trata
de hacer colectivo en esta nación.
Bienvenidos
todos al desierto. Ahora, solo verán espejismos, mientras los más, se comen los
unos a los otros en medio del desespero de la desesperanza. Necesario es pasar
por estas cosas.
Esta
vez el maná no vendrá del cielo. Los
sobrevivientes de la locura actual, tendrán que aprender a hacerlo, juntos.
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