¿Y fue suficiente un solo hombre para empujar a una nación toda?
Eso definitivamente no sucedería en tiempos de repúblicas en tiempos de
consensos de justicia…
Pero hoy, con la partida física del
presidente dejando tras de sí más dudas que certezas en torno
a sus últimos dos meses de existencia, nos encontramos con la extraña sensación
de haber casi que perdido a un pariente, al que en sus últimos días de convalecencia
y vida, una autoridad torpe, -quizás más preocupada de su supervivencia
política y económica que de otra cosa- nos impidió compartir sus últimos
días de existencia con la familiaridad a la que nos tenía acostumbrados; al
final, se fue solo, víctima de sus propios errores, y sin la oportunidad de
poder haber visto consagrada su revolución, lo que resultaría imposible a la
larga de todas maneras, dado el protagonismo que su figura reservó finalmente
para casi cualquier cosa que ocurriera en el país, siendo el mismo némesis de
su sueño revolucionario.
Por cosas del destino, no habrá un Chávez llamado a vivir el rechinar de
dientes necesario para enmendar los errores; por lo menos, no aquí en la
tierra. La titánica tarea de volvernos hacia nosotros mismos para recapacitar, recae
en los que hoy se abalanzan con cariño a un peregrinar tras su líder fallecido,
mientras que el resto cavila sobre sus propias carencias afectivas, y sobre la
imposibilidad de tener un líder indiscutible a quien seguir.
Con la partida de un hombre que pasará a la historia de Venezuela en todos
los sentidos posibles, aguardando quizás su descanso final en el panteón nacional, (lo cual sentenciaría
nuestra incapacidad para saber esperar y actuar), poco a poco nos iremos
despabilando, y reparando con ello en los movimientos políticos y económicos
que tras el velo del luto, se nos hacen al presente, difíciles de ver. Los que
hoy detentan el poder con el desparpajo que permiten los laxos poderes
nacionales, continuarán amoldando lo que sea necesario amoldar, siempre bajo el
pretexto de defender al pueblo, mientras la burguesía desarrollada a la sombra
de Chávez, como el hongo pestilente que necesita de la oscuridad, termina
sacando los mejores “dividendos” de tanto amor
por la gente…
El país está secuestrado por su propia soberbia y su capacidad para ignorar
todo pacto de ley creado.
Dicen por donde yo nací, que lo cortés no quita lo valiente. Por eso mis
respetos y condolencias para quienes amando a Hugo Chávez, amaron la esperanza
de crecer, aunque desconocieran cómo.
Pese a todo, sigue siendo el politico que más cerca ha estado de señalar hacia el camino correcto.
Mi saludo a un hombre que pudo hacer mucho, pero estuvo limitado por las
circunstancias y las concepciones de su propia vida. Cumpliste tu ciclo.
Ahora esperaremos por los nuevos protagonistas; los nuevos villanos y las
nuevas esperanzas, confundidos todos entre viejos y nuevos barrabases,
escogidos una vez más, al calor de las pasiones de las masas soberanas.
Definitivamente, si los seguidores y detractores de Chávez mostraran la
misma pasión de la que hacen gala a diario, pero no hacia un hombre, sino hacia
Dios, ¡Qué grande sería esta nación, retumbado seguramente con su nombre
entre todas las demás naciones!
Cuando las masas lloran, es peligroso acercarse a ellas con la verdad en la
mano. Habrá que esperar, hasta que el tiempo de hacer llegue, y se les pueda
decir que quizás, la era de los grandes líderes
llegó a su fin, y que el desierto que antecede a la conciencia del colectivo
ciudadano, aguarda por todos, y no por pocos, para cincelar en la gran pieza de
granito nacional, a la república humana y de justicia social que anhelamos todos.
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